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Casa de muñecas

Las muñecas hinchables escapan a su reputación cutre gracias a modelos realistas de piezas intercambiables

ISABEL REPISO

Quizá por su aspecto extraño y estrambótico los muñecos hinchables parecen haberse evaporado de las jugueterías eróticas. Algunas boutiques selectas los destierran de su oferta porque no entran en su concepto de tienda, como en el caso de La Belle Isabelle (Corredera Alta de San Pablo 3, Madrid) o Le Boudoir (Canuda 21, Barcelona).


Richard Longhurst, fundador de LoveHoney, uno de los proveedores de sex toys más nutridos de Reino Unido, tilda a estos muñecos de “ridículos” y cuestiona su rentabilidad al comparar sus orificios con otros juguetes más aventajados, como las vaginas Flesh-light o Palm Pal. El precio de estos productos, más prácticos por su reducido tamaño, iguala al de los muñecos, al costar de 30 a 65 euros, según el modelo.

Hablamos, claro está, de esos modelos cutres cuya cubierta tiene a un vigilante de la playa por modelo pero al abrir el cartón ¡nada que ver! En este sentido, son antológicos los muñecos hinchables creados a partir de un personaje famoso, como John Holmes o Pamela Anderson. Como no podía ser de otro modo, el anime japonés tampoco podía quedarse al margen de este producto:ahí tenemos a la célebre muñeca Sumi Kokimi, con su corpiño galáctico.


Estos fetiches se fabrican en diversos materiales: vinilo, látex, silicona y PVC. Los hay con orificios vibradores y ordinarios. La variedad es una constante en el reino de los muñecos sexuales. Así, existen representaciones de hombres, mujeres, seres hermafroditas e incluso animales.


Androides y manicura
No obstante, existe vida después de aquellos modelos desfasados. La prueba son los desorbitados precios de los muñecos más modernos, que alcanzan los 6.000 euros, porque ellos lo valen. El fabricante japonés Orient Industry ha revolucionado este mercado al crear verdaderos androides inmóviles que están preparados para ser penetrados sin que te dé la risa. En ellos se cuida hasta el más mínimo detalle, desde las delicadas manos, con manicura francesa incluida, al pelo, natural y de tacto suave pero firme.


Lisa, Rau, Miki y Mao son las cuatro modelos de Candy Girl Jewel Diva. Todas miden 162 centímetros y pesan 34 kilos aunque la primera tiene los rasgos del rostro más occidentales que el resto. Mao es la única que posa con gafas de pasta, dando un aspecto de intelectual morbosa. Ran es la más morena y la que tiene el pelo más corto. A juzgar por las medidas expuestas en la página web de la firma (www.orient-doll.com), todas ellas gastan la talla 38.


Quienes prefieran a las muñecas rubias con cara de busco a Jacq’s siempre pueden recurrir a la casa estadounidense Real Doll (www.realdoll.com/cgi-bin/snav.rd). El fabricante estadounidense no obvia aspectos folclóricos y viste a sus modelos con botas y sombreros de cowboy. Es el caso de Jenny, de pelo rubio y ojos claros. Su homóloga latina (algo más corta de estatura) se llama Stephanie. Quizá el único punto mejorable de Orient Industry es que se ciñe a prototipos femeninos, mientras que su competidor Real Doll dispone desde el año 2001 de una representación masculina llamada ‘Charlie’, con abdominales incluidos.

Las ventajas de la nueva generación de muñecos sexuales respecto a los hinchables es que sus piezas son intercambiables y el propio fabricante pone a disposición del cliente diversos modelos de rostros, en el caso de Orient Industry. El fabricante estadounidense Real Doll va más allá y dispone de un catálogo de seis penes que se pueden agregar a sus muñecos y torsos: fláccido, micro pene, pequeño, mediano, grande y extra grande. El gigante norteamericano no se ahorra detalles de lo más realistas, como las venas azuladas del miembro. ¿El único fallo? Que el vello púbico no es de verdad. Decepción: ¡está pintado 

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