Más cine, por favorLos reyes del desconcierto: el día en el que Alfredo Landa o Liam Neeson rompieron esquemas
Liam Neeson lidera una especie de intérpretes que han sorprendido con radicales cambios de registro. El actor irlandés ahora se ha pasado a la gamberrada de 'Agárralo como puedas', en el papel que exprimió Leslie Nielsen, quien, de hecho, también hizo un quiebro sorprendente en su carrera.

Madrid--Actualizado a
Liam Neeson se ha convertido en el rey del desconcierto en el cine. Después de décadas de pasear su talento y su imponente presencia por unos cuantos géneros -cine político y de autor, histórico, comedias románticas…- siempre en títulos bastante dignos, algunos sobresalientes, un día apareció convertido en el nuevo Charles Bronson de la pantalla. Instalado durante años en un cine taquillero de calidad cero, el intérprete irlandés se redescubre ahora de pronto como el heredero de Leslie Nielsen en la gran gamberrada de Agárralo como puedas.
El teniente Frank Drebin Jr. sigue aquí los pasos de su padre, el incompetente Frank Drebin, un inolvidable Leslie Nielsen que después de 30 años haciendo papeles en dramas, westerns, contadísimas comedias y algunos títulos de terror y ciencia-ficción, descubrió su alma de payaso en 1980 en Aterriza como puedas, una película de Jim Abrahams, David y Jerry Zucker, padres de delirantes y divertidísimas sagas, entre otras, de Agárralo como puedas. No volvió a mirar atrás.
López Vázquez y Alfredo Landa
Casi el camino contrario fue el que transitó el enorme José Luis López Vázquez en su carrera. De pareja habitual de Gracita Morales en comedia simplonas, con las que, eso sí, consiguió un éxito espectacular, el actor dio un primer toque de atención en 1958, en El pisito, de Marco Ferreri, desplegando su inmenso talento para el drama, que reconfirmó de sobra en Mi querida señorita (Jaime de Armiñán, 1972), una película sobre la transexualidad estrenada durante la dictadura.
Nadie se hubiera imaginado que este señor tan simpático de las comedias iba a ser el rostro de la transgresión cinematográfica española. Cierto que López Vázquez había demostrado de sobra ser uno de los buenos en algunas comedias de Berlanga y otras producciones, pero no fue hasta su interpretación de Adela Castro Molina, luego Juan, en que se le empezó a considerar para géneros muy alejados de la comedia.
Casi lo mismo que pasó con Alfredo Landa, otro de los grandes, que, aunque arrancó haciendo papeles en algunas películas interesantes, se pasó un buen montón de años rodando nada menos que 35 películas de un género que terminó bautizado con su nombre. El salto desde el landismo, comedias facilonas y de humor grueso, lo dio a finales de los 70, sorprendiendo al público español, entre el que tenía legión de seguidores, con El puente, de Juan Antonio Bardem.
Lo siguiente fueron demostraciones, una detrás de otra, de la colosal calidad de este intérprete, que en 1984 se alzó, junto con Francisco Rabal, con el premio de la mejor interpretación masculina en el prestigioso Festival de Cannes por su trabajo en Los santos inocentes, de Mario Camus.
Un sobresalto sonadísimo
La conmoción de descubrir a una actriz o actor en un tono muy diferente puede ser algunas veces especialmente turbadora. Así fue en el caso de Jeff Daniels, un actor con una impecable carrera teatral y cinematográfica que, de pronto, emergió no se sabe de dónde transformado en Harry Dune, un peluquero con un pelo imposible, un inmaduro que sueña con dedicarse a la lombricultura y abrir una tienda que se llame "Tengo gusanos". Dos tontos muy tontos, una película de los hermanos Farrelly de 1994, fue un sobresalto sonadísimo y un enorme éxito.
Y tal vez no era éxito lo que persiguió, aunque lo alcanzó, Matthew McConaughey el día que decidió matar al galán de Hollywood que le había chupado la sangre. Del guapo, guapísimo, pero muy insulso actor que fue en los 90, mutó en un intérprete superdotado, camaleónico, interesantísimo, que empezó a ser merecidamente reconocido. "La vida es lo suficientemente larga como para que seas realmente bueno en una sola cosa. Así que ten cuidado en qué eres bueno", decía Rust, el sombrío detective de la Policía Estatal de Louisiana al que daba vida en la serie True Detective y al que, al parecer, ha hecho buen caso concentrándose en lo que ya sabe que es realmente bueno.
Explorar nuevos territorios
Otros intérpretes han impresionado saliendo de su zona de confort y arriesgando en territorios nunca antes transitados. Frances McDormand, de cuya calidad no dudaba nadie, conmovió especialmente al aparcar su peculiar sentido del humor y meterse bien dentro en la vida de una mujer que lo ha perdido todo y vive como una nómada en una caravana, en Nomaland (Chloé Zhao, 2020), que le valió un Oscar. Whoopy Goldberg, consumada comediante, asombró a Hollywood con su interpretación de Celie Johnson, una mujer maltratada, abusada, casi vencida en El color púrpura (Steven Spielberg, 1985).
Bill Murray, otro maestro de la comedia, levantó entusiasmado al público de sus asientos con su papel de Bob Harris en Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003). Aunque había participado antes en algún drama del cine independiente, la seriedad y abatimiento de este personaje no habían estado antes en sus registros. Y tampoco hubiéramos imaginado jamás a Tom Cruise como el arrogante misógino Frank T.J. Mackey que interpretó en Magnolia (1999), una película del extraordinario cineasta Paul Thomas Anderson, que, por cierto, disfruta especialmente empujando a las actrices y actores a explorar nuevos y desconocidos mundos.





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