Público
Público

"Ya no queda más remedio que hacer cine 'underground'"

La versión censurada del último largo de Li Yu, ‘Lost in Beijing’, es una de las más buscadas en China mediante la Red

ANDREA RODES

“Yo intento hacer algo por China y el Gobierno me lo agradece censurando mis películas”, dice Li Yu, directora de la película Lost in Beijing, un drama de enredos sexuales, chantaje y prostitución en la Pekín moderna. Está convencida de que el público chino necesita ver películas que muestren la realidad sin tapujos. Pero el organismo responsable de censura en China (SARFT, en sus siglas en inglés) ordenó su retirada inmediata de los cines del país un mes después de que se estrenara.

La explicación oficial es que la productora, Laurel Films, introdujo de manera ilegal en Internet las escenas censuradas de la versión íntegra de la película, que fue presentada en febrero del año pasado en el Festival de Cine de Berlín. “Nos obligaron a recortar tantas escenas que tuvimos que preparar una versión especial para el mercado doméstico”, dice Li, sentada en la cafetería de un moderno barrio de oficinas del este de Pekín. Está llena de pijos de clase alta, bien vestidos, tomando capuccinos: un tipo de escenario que el Gobierno desearía para mostrar Pekín en la pantalla grande.  Según Zhang Hongsen, vicedirector del SARFT, las escenas de callejones sucios o la falta de moral de los protagonistas de Lost in Beijing proyectaban una imagen irreal, demasiado deprimente de la capital, y por eso debían cortarse.

Lascivia y dinero fácil

El filme se estrenó finalmente el pasado 30 de noviembre con el título Pingguo (Manzana), el nombre de la protagonista: una empleada en un local de masajes de Pekín que es violada por el jefe del negocio y se queda embarazada. La historia se complica cuando su marido, limpiador de cristales, decide vengarse y chantajear al jefe, acostándose con su esposa. Pingguo es un retrato de gente motivada por el sexo y el dinero fácil.

“Los cineastas de mi generación queremos mostrar a los ciudadanos la realidad china, tal y como es”, dice Li. La chaqueta de cuero esconde el cuerpo menudo de esta mujer de 34 años, hecha a sí misma. Su madre la envió con dieciséis años a hacer de presentadora de un telediario de la televisión local. Lo dejó al cabo de dos años, “porque los medios de comunicación en China están demasiado alejados de la verdad, lo que a mí me interesa contar”. A finales de los 90, empezó su primer documental, una serie para la televisión llamada Eastern times: historias de vidas reales, enfrentadas a los retos de la apertura económica del país. La serie fue teniendo cada vez más éxito, “hasta que el Gobierno tomó el control sobre el contenido y se convirtió en propaganda”. Según la cineasta, hoy es imposible producir una serie de este tipo.

“La posición del Gobierno es ridícula”, dice Li, mientras acaricia su cabellera larga hasta la cintura. “Por un lado, quiere presentar una imagen más liberal en el exterior, pero dentro del país quiere ejercer más control”, añade.

Éxito en el mercado negro

“Es cierto que la sociedad china sigue siendo muy conservadora”, admite Li. En especial, está mal visto hablar de sexo en público y que la mujer se lleve el protagonismo, como en el caso de Lost in Beijing. “Pero el éxito de la película en el mercado negro e Internet, donde puede conseguirse la versión íntegra, demuestran que una parte de la sociedad es mucho más abierta de lo que cree el Gobierno”.  

La SARFT no sigue ninguna normativa concreta para decidir la autorización o no de un guión. Se trata más bien de una negociación entre funcionarios y productoras. Pero hay algunos puntos más susceptibles a ser censurados: prostitución, sexo explícito, corrupción, juego, política... “y hasta mostrar que un funcionario del Gobierno comete un crimen”, dice Li. “En estas condiciones no queda más remedio que hacer cine underground”.

La cartelera china está monopolizada por superproducciones locales de género épico, que el Gobierno utiliza como instrumento de propaganda para reavivar el sentimiento nacionalista. Uno de los records de taquilla del momento es The Assembly, filme sobre la guerra civil china entre nacionalistas y comunistas, del director chino Feng Xiaogang. Según Li, el contenido de la película, promovida en todos los medios de comunicación, refleja el nuevo enfoque sobre la Revolución China que el Partido Comunista defenderá en el próximo Congreso, en marzo.

Presiones para el cambio

Pero el descontento popular por la censura en el cine es cada vez más palpable. Los blogs de cine se llenan de comentarios críticos de jóvenes, hartos de recurrir a Internet y a los DVD pirata para poder ver las escenas censuradas de sus películas favoritas. El debate popular se acentuó a principios de año, cuando el director taiwanés Ang Lee estrenó una versión censurada de Deseo, peligro en China. Algunas agencias turísticas han empezado a ofrecer viajes a Hong Kong para poder ver la película sin recortes.

“La situación es insostenible” dice Li. “Existe una presión cada vez mayor para que el Gobierno sustituya la censura por un sistema de clasificación apto/no apto”.  La famosa actriz Gong Li, miembro del órgano consultivo de la Asamblea Nacional Popular,  ha insistido en llevar a cabo esta reforma, pero su petición no ha progresado.

El sistema de clasificación permitiría que entraran más películas extranjeras a China, por ahora limitadas a veinte anuales, en su mayoría americanas. “La cuota también sirve para proteger la producción local”, dice Li, que se declara una fan de Pedro Almodóvar. “Nadie juzga a la realidad española según los filmes de Almodóvar. Entonces, ¿por qué el gobierno chino teme la imagen de la realidad que proyectan nuestros filmes?”, se pregunta Li.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?