Dandy Piranha, de repartidor de Glovo a estrella del rock: "El capitalismo busca explotar a la gente de manera legal"
Derby Motoreta's Burrito Kachimba publica 'Bolsa amarilla y piedra potente', que presentará en Barcelona, Madrid y Sevilla.
Madrid-Actualizado a
Un chaval de unos catorce años con acné incipiente, prometedora melena y camiseta de Iron Maiden lo para por la calle y le pregunta:
-Disculpe, ¿es usted Dandy Piranha, de los Derby Motoreta's Burrito Kachimba?
- Sí, tío.
-¿Le importa si me hago una foto con usted, por favor?
"Cuando lo rodeé con el brazo, estaba temblando como un flan. Entonces le di las gracias y, cuando se estaba alejando, gritó: ¡Sois los putos amos!". Miguel García recuerda aquella anécdota como una de las más bellas desde que se subió en 2017 a la grupa de los Derby Motoreta's, una banda de rock psicodélico que monta a pelo como un potro salvaje.
La escena se proyecta en la pantalla de su cerebro en sesión continua, porque aquel heavy adolescente era él.
"Yo he sido ese chaval: en la clase no le hacen ni puto caso, tendrá solo un par de colegas e incluso le pegarán collejas. Quizás se lleve mal con sus padres, pero llega a su casa, pasa de estudiar, se pone los cascos, nos escucha, se olvida del mundo y piensa que somos los putos amos", elucubra Miguelito para unos, Dandy Piranha para otros.
Entonces, no pudo evitar emocionarse y pensó para sus adentros: "¡Hostia, lo hemos conseguido!".
Algunos creen que el rock de guitarras es un país para viejos. Sin embargo, Derby Motoreta's Burrito Kachimba han conseguido aglutinar a una parroquia dispar, donde los fieles más jóvenes comparten el rito con los veteranos devotos, adeptos a sectas diversas que van de la psicodelia al heavy, pasando por el rock andaluz, cuyos santos eran Smash, Alameda o Triana. Su vela permanece erguida porque ellos han sabido y querido mantener viva su llama.
Volvamos al niño. "Yo era un chaval de pueblo que se fue a una ciudad grande". Concretamente, de Mérida a Sevilla, donde se matriculó en una carrera cuya rama de conocimiento carece de importancia. "Podría haberme apuntado a un curso de socorrismo, porque no le hice puto caso a los estudios y, nada más llegar, me compré una guitarra, me dejé el pelo largo y, pasado el tiempo, conocí a Bacca y a este".
Este es Gringo, quien acompaña al cantante del grupo tras haber actuado en la Fiesta de Radio 3 Extra en La Riviera de Madrid. Bacca y él son los guitarristas de una banda en la que todos responden por un apodo: Soni al bajo, Papi Pachuli a la batería y Machete Carrasco a los sintetizadores y teclados.
Los músicos pululan por el hotel donde, aprovechando el viaje a Madrid, presentan a la prensa su último trabajo, Bolsa amarilla y piedra potente. Podría ser considerado su tercer elepé si no tuviésemos en cuenta que, desde que debutaron con su sorprendente disco homónimo en 2019, merecedor del Premio Ruido, también editaron la banda sonora de la película Las leyes de la frontera, el homenaje de Daniel Monzón a la subcultura quinqui. Por el camino, galopa también Hilo negro. Cuatro álbumes, pues, en solo cinco años, sin perder garra, júbilo, épica ni arrebato.
Una carrera meteórica. "Empezamos a ensayar en el verano de 2017, grabamos cuatro canciones y, el mismo día que publicamos nuestro primer single en enero, nos contrató el Primavera Sound", recuerda Gringo, baqueteado en otros combos, como todos los miembros del grupo, aunque aquel 2018 tuvo que afrontar de golpe más de sesenta bolos.
"Somos una banda de directo. Las canciones florecen en el estudio, pero luego despuntan sobre el escenario. Nuestros conciertos son flipantes", añade el guitarrista, quien suma a los citados trabajos el single Nana del viejo mundo, que incluye los cortes Nana del caballo grande y Viejo mundo, con ecos de Camarón y Kiko Veneno, además de la colaboración de Rocío Márquez. Todo huele a sur, incluso el deje de Dandy, en realidad extremeño. "Yo lo entiendo todo como un mismo bloque cultural, porque la zona meridional de la península ibérica, de Portugal a Murcia, está muy unida. Allí se comparten unos mismos sabores y una misma luz".
Menos luminoso, en cambio, resultó Edimburgo, donde sobrevivió como músico durante tres años, hasta que regresó a Sevilla, buscó un curro alimenticio y montó la banda con sus colegas. "Trabajé en Glovo porque me permitía trabajar unas horas y luego centrarme en el grupo, pero era una puta mierda, porque el capitalismo siempre busca explotar a la gente de una manera legal", deja claro Dandy Piranha.
Convertido a sus 35 años en un enérgico frontman, antes se miraba en el espejo de estrellas del rock como Jim Morrison, Janis Joplin o Robert Plant. "Ahora me flipa Rodrigo Cuevas: cómo hace las cosas, la performance que monta a nivel estético y visual, la forma en que te va contando la historia y desgranándote las canciones en mitad de un concierto", aplaude Miguel García. "El notas es brutal".
"La banda es una una concatenación de coincidencias donde diferentes piezas coagulan de una manera inesperada", explica Gringo antes de definir a su compañero. "Evidentemente, Dandy es fundamental, tanto a nivel vocal como escénico. No es lo mismo que un cantante esté mirando sus zapatos durante todo el concierto que te refriegue el culo por la cara", ironiza el guitarrista, quien apela al Manifiesto de lo borde, de Smash: "Somos hombres de las praderas que nos alejamos de las cuevas lúgubres".
Dandy, autor de las letras, profundiza en su imaginario sureño:
"Ser callejero, agresivo y costumbrista".
"La espiritualidad que se huele en toda nuestra nuestra tierra".
"La psicodelia, la imaginación y la apertura hacia otras dimensiones".
Así define "los tres pilares fundamentales" de sus composiciones, asentados en el encuentro con uno mismo y consciente de que sus creaciones "nos vienen regaladas por el universo". Aunque el afán de trascendencia, a veces, tropieza con los prejuicios mundanos: "En el barrio sevillano de la Alameda somos héroes y en la zona más pija y conservadora del Arenal somos villanos", comenta el cantante entre risas.
Para no ser etiquetados, se inventaron una etiqueta, la kinkidelia, que casa la tradición andaluza con King Gizzard & The Lizard Wizard. O sea, no alude tanto a los quinquis de los ochenta, pese a su incursión en Las leyes de la frontera, como a una música agresiva, callejera y macarra, "que no es psicodelia, ni quinqui, ni una cosa ni la otra, sino todo a la vez", matiza Dandy Piranha, quien rechaza la mercantilización de un género cuando aquel cine era de denuncia social. "Nuestra estética es cercana, pero no nos sentimos partícipes de ese rollo".
La banda sonora del filme de Daniel Monzón cede el testigo a Bolsa amarilla y piedra potente, "una colección de colgaderas nuestras", como define Gringo a "unas canciones trabajadas con las que hemos logrado subir un escalón, pues en el disco conseguimos avanzar en texturas, composición y lírica". Aunque se publica el 5 de abril, ya puede escucharse el adelanto de La fuente, que sonará en sus conciertos de presentación el viernes 12 en Barcelona, el jueves 18 en Madrid y el viernes 26 en Sevilla.
Dandy Piranha recuerda lo que sintió encima de un escenario cuando Derby Motoreta's empezaba a ganarse al público y se gestaba una estrella del rock. Desde entonces, hace ya un lustro, han actuado no solo en todos los rincones del país, sino también en el extranjero. Entre todos los conciertos, hay uno muy especial…
"Mi bisabuelo era un republicano de izquierdas que vivía en un pueblo de Extremadura hasta que se lo llevó la Guardia Civil y lo asesinó vilmente en la puerta del cementerio. Entonces, mi abuelo, un quinceañero, tuvo que poner tierra de por medio y viajó como polizón a Argentina, donde trabajó en almacenes. A su regreso, me contaba las miserias que había padecido y, cuando falleció, quise conocer la ciudad donde había vivido. Por eso, con veinte años fui a Rosario y seguí sus huellas", rememora el cantante.
Volvería allí una década después para dar un concierto. "Justo coincidió que era el cumpleaños de mi padre, por lo que cogí el listado de canciones, se lo dediqué a mi abuelo, lo enmarqué y, cuando volví, se lo regalé". Miguel García no puede contener la emoción. Llegan los suyos, que han escuchado el relato y lo arropan: "La familia…".
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