Este artículo se publicó hace 14 años.
La educación sentimental de la gente mayor
'La huida' consolida a Adam Thirlwell como joven talento de la narrativa inglesa
La lujuria no es una cuestión de edad, al menos no para Raphael Haffner, un hombre de 78 años, mente infantil y con ganas de desertar de sus circunstancias. Así es el protagonista de La huida (Anagrama), la segunda novela de Adam Thirlwell (Londres, 1978). "No hay muchas diferencias entre ser joven y viejo. Disfruté con las exageraciones para que el lector pensase que es un monstruo, pero lo que quería mostrar es una persona vulgar y corriente. Él es como todo el mundo", aseguró el escritor, que ha recibido los elogios de Milan Kundera y que debutó con la novela Política.
A ritmo de jazzA través de un narrador omnisciente, que pretende ser amigo del protagonista, el lector descubre los dos argumentos del libro: los líos sexuales que atormentan al personaje y los recuerdos de la verdad de su matrimonio. Los cruces entre pasado y presente permiten al autor trazar un recorrido por los fascismos europeos y la historia del siglo XX.
La novela devanea entre lo cómico y lo melancólico
La novela devanea entre lo cómico y lo melancólico para llegar a la conclusión de que nadie puede escapar de sí mismo. Pero Thirlwell huye del drama y se divierte colocando a su personaje en situaciones casi grotescas en un balneario de los Alpes. Este personaje se siente fascinado por las mujeres, el jazz y la vida de los emperadores romanos. "El jazz es una metáfora de esta novela, que la concebí como un epílogo dentro de un epílogo". Si el jazz le brindó la forma, el imperio romano le dio ideas para fantasear con orgías imposibles. Las escenas de sexo no asustan al autor, y en esta ocasión no ha escatimado detalles. Aunque según él, "las utiliza para hablar de cosas importantes".
Thirlwell, que es judío como su protagonista, admite que hay diferencias entre el sentido del humor de los judíos norteamericanos y los ingleses: "El judío británico rechaza el sentido trágico de su comunidad, y en Estados Unidos eso no ocurre", argumenta el escritor, que hace tres meses entregó un ejemplar de La huida a Woody Allen.
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