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Elías Querejeta, una forma de pasión

Un delantero de la Real Sociedad que le marcó un gol al Real Madrid y no conforme con ello creó una productora de cine que financió las mejores películas del cine español

BEGOÑA PIÑA

Contradiciendo todas las leyes de la lógica nacional, un jugador de fútbol se convirtió en el productor esencial del cine español. Delantero de la Real Sociedad durante seis temporadas, cinco años después de marcar un gol histórico al Real Madrid, Elías Querejeta ya había creado su propia productora y solo tres años más tarde había producido La caza, con la que Carlos Saura ganó el Oso de Plata al Mejor Director en Berlín.

Dos millones de pesetas, el arte de un jovencísimo director y la inteligencia de un también jovencísimo productor hicieron posible aquella película, para la que Querejeta tuvo que vérselas con un censor escandalizado porque aquellos recién llegados querían poner el título de La caza del conejo. Oír a Elías contar aquello era divertido, igual que escucharle recordar cómo un día Chillida le dijo que dejara el fútbol, que él tenía cosas mejores que hacer.

Tenía que firmar las obras maestras del cine español, debía descubrir a Saura, Jaime Chávarri, Víctor Erice, Manuel Gutiérrez Aragón, Montxo Armendáriz... le correspondía mantener vivo el cine buscando relevos, activando las carreras de nuevos cineastas como su propia hija, Gracia Querejeta, o Fernando León de Aranoa... Y tenía que hacer todo ello desde el inalterable compromiso con el cine que le ha acompañado siempre.

Presente en cada proyecto desde su inicio, Elías Querejeta se jactaba de no tener un departamento de recepción de guiones. Una conversación tomando unos vinos, un encuentro en un festival... podían resultar en una gran película, en un trabajo en el que el propio Querejeta se convirtiera en coguionista, en vigilante atento de la historia... Luego, ahí estaba siempre. Una figura en el rodaje, donde nada escapaba a su mirada. Le gustaba su trabajo, mejor dicho, le apasionaba. 'Siento una forma de pasión por lo que hago', decía a menudo y lo demostraba siempre.

'El cine español ha chupado mucha rueda de ti. Ha ido detrás de tu descaro y tu valor', le dijo el también desaparecido José Luis Borau, durante el acto de entrega de la Medalla de Oro de la Academia de Cine, que le concedieron en 1998, doce años después de que le hubieran recompensado con el Premio Nacional de Cinematografía. Galardones que llegaban siempre después del primero, uno que le entregó el gran Jean Renoir, a quien Querejeta admiraba enormemente, 'por su trabajo y por el compromiso político que hay en sus películas, es tan estimable como persona que como cineasta'.

Aquel compromiso que elogiaba de Renoir, inundó sus propias películas, bañó de significado y de pacto todo su cine y con él, buena parte del mejor cine español. Elías Querejeta peleó contra el franquismo desde el arte y después, cuando llegó la democracia, luchó con su trabajo apasionado por la libertad, por la paz y la justicia. De carácter bastante difícil, es imposible olvidar hoy cómo la pasión de Querejeta se aliaba en ocasiones con su fuerte temperamento y saltaban chispas alrededor de algunas conversaciones. Y en los últimos años, las bocanadas de fuego que Elías soltaba con más energía eran el rugido de furia de un productor de cine regañando a ignorantes que no consideraban cine las producciones de género documental.

Productor, guionista e incluso director en sus comienzos, Elías Querejeta es un personaje fundamental de nuestra cultura, un ‘cineasta', como él mismo se definía, apasionado, insustituible, imprescindible. El jurado del Premio Príncipe de Asturias no consideró este año su carrera a la altura del galardón, a pesar de la potente corriente creada a su favor. Se equivocó. Elías Querejeta es el nombre más grande del cine español.

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