'La emperatriz rebelde', la película que da una bofetada feminista al cine de época
Madrid-Actualizado a
Los libros y el cine construyeron una imagen deformada y falsa de la emperatriz Isabel de Baviera, conocida como Sissi Emperatriz. Fabricaron un referente a la medida de sociedades ultra machistas y autoritarias, en las que la mujer debía ser un alma cándida, empalagosamente romántica, buena esposa y con cero inteligencia para nada que no fueran asuntos domésticos. Ahora, la actriz Vicky Krieps (alma del proyecto) y la cineasta Marie Kreutzer enmiendan la plana a los 'autores' de la Historia oficial, muy especialmente al austriaco Ernst Marischka (autor de la trilogía protagonizada por Romy Schneider), con La emperatriz rebelde (Corsage), un audaz y subversivo biopic de aquella mujer.
Premio a la Mejor Interpretación en Un Certain Regard en Cannes –donde hace 64 años también se estrenó el tercer engendro de Marischka– y Mejor Película en el Festival de Londres, esta historia no solo retrata a una Isabel de Baviera real, cada vez más oprimida por el patriarcado y el protocolo cortesano, sino que se pregunta por la responsabilidad que el cine de época ha tenido en perpetuar una imagen absurda y defectuosa de las mujeres.
Ambientada en 1877, cuando Isabel de Baviera cumplió 40 años –estuvo 44 en el trono–, la película presenta a una mujer rebelde obligada a callar, que en esta ficción tropieza con Louis de Prince, uno de los pioneros del cine, y se entusiasma con las imágenes en movimiento y con cualquier adelanto técnico de la época. Es una mujer que necesitaba servir para algo, a la que, por su carácter insumiso, cuestionaban hasta sus propios hijos, y a la que la cineasta concede su propio final.
Con inteligentes anacronismos, una fotografía de Judith Kaufman que a menudo juega con las simetrías –el orden que aquel mundo intentaba imponer al personaje–, la inclusión de canciones pop –Help Me Make It Through the Night, Kris Kristofferson; As Tears Go By, de Marianne Faithfull...– y sobre todo con una interpretación feroz, enérgica, entregadísima de Vicky Krieps, La emperatriz rebelde –que también se presentó en Perlak en el Festival de San Sebastián– se convierte en un ejercicio artístico de sublevación y compromiso.
¿Cuál ha sido la responsabilidad de las películas de época en la creación de referentes femeninos falsos?
Vicky Krieps: Muchísima. Todo en esas películas era irreal. Incluso en todos los vestuarios se tenían que mostrar las tetas hacia arriba, que no era así. Marie y yo queríamos trabajar juntas porque somos mujeres trabajadoras, tenemos un hijo y entendemos muchas cosas acerca de las mujeres. Sugerí hacer esta película, porque había que mostrar, enseñar a otras mujeres, sobre todo a las mujeres jóvenes, cómo era realmente Sissi. Para corregir esas desviaciones.
Marie Kreutzer: Respecto a las películas de Ernst Marischka, no digo que nuestra película sea mejor, pero sí se acerca más al personaje real. En los años 50, cuando se hizo la trilogía de Sissi Emperatriz, aquello era lo que la gente necesitaba ver, querían olvidar lo que había ocurrido entre la monarquía y el pueblo. Había que mostrar a la monarquía de una forma mejor de lo que era en realidad y ahí estaba este personaje de una mujer optimista, brillante, una princesa. Claro que tiene que ver con la época en que se hizo la película.
Aprovecha la película para descubrir al mundo a Louis de Prince.
MK: Sí, aunque no le busqué, fue él que se cruzó en mi camino. En la escuela de cine nunca había oído hablar de él. Louis de Prince fue anterior a los hermanos Lumière, él ya había construido una cámara. Hizo películas, pero está olvidado completamente. Ahora me han escrito desde Inglaterra diciendo que tienen un museo dedicado a él y que les encanta el personaje. No sé tampoco cómo me llegó la idea, pero me encantó que hubiera imágenes en movimiento dentro de la película y darle a ella la oportunidad de crear otra imagen de sí misma.
VK: También nos gustaba que la emperatriz Isabel y Louis de Prince compartieran algo que estaba adelantado a su tiempo, porque ambos estaban más adelantados a su tiempo.
Esta es una historia de una mujer obligada a fingir, pero con la inclusión de esas imágenes en movimiento ¿querían convertir de alguna forma el fingimiento en una especie de juego?
MK: Absolutamente, y eso ya está en la biografía de Isabel de Baviera, cuando, por ejemplo, se desmayaba. Ella no quería ir a ninguno de los sitios que iba, se rebelaba y yo quería mostrar esa rebelión y duplicarla. Me gustó que fumara, que estaba muy mal visto en la época. Y tenía que ir a las grandes cenas, pero nadie podía obligarla a comer ni a hablar. Una mujer que solo se sienta en la mesa en silencio y no toca la comida está interpretando un acto de rebeldía absoluta, "estoy aquí, pero no quiero estar". Eso me gustó mucho también.
VK: Sobre el doble fingimiento, lo que me gusta es que no es la sufridora que conocemos, la pobrecita, sino que también puede ser una perfecta cretina. Nos tomamos la libertad de mostrar a una mujer que no es la pobre que sufre mucho, obligada a fingir... es una mujer que también puede ser malvada, de hecho llega a serlo, porque es un ser humano. Pero también finge para sí misma, y eso sí es triste, no es capaz de aceptar el amor de verdad. No es perfecta en ninguna de sus formas.
¿Una reivindicación del derecho a equivocarnos?
MK: Eso es lo que intentamos mostrar exactamente. Si no puedes cometer errores, te tiras desde la proa del barco.
Muchas de aquellas imposiciones de 1877 se mantienen hoy para las mujeres, ¿puede una película como ésta, pueden la cultura, el arte, ayudar a desterrarlas para siempre?
MK: Nunca sé lo que puede hacer el arte, si lo supiéramos, lo venderíamos, sería comercializado. Creo que sí, que una pintura, un libro, una película pueden inspirar mucho, animar a que alguien quiera hacer otras cosas, ayudar a hacer algo que a lo mejor daba miedo. No intento dar un mensaje con la película, pero si salen de la sala y les ha inspirado cualquier cosa, lo que sea, incluso simplemente cambiar un poco el pensamiento acerca de algunos temas, he conseguido lo que quería.
VK: Por supuesto, porque son muy importantes los referentes. Por ejemplo, la reina Isabel III representaba una mujer fuerte para la opinión pública, hizo que las mujeres inglesas se sintieran más fuertes. Es posible que no estés políticamente de acuerdo con ella, pero sí fue una imagen y un referente para las mujeres inglesas y las ayudó. Ofreció una imagen de fortaleza.
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