Este artículo se publicó hace 3 años.
ETA o la deuda con el padre
El director Jon Viar un día descubrió que su padre había pertenecido a ETA. Ahora, años después, rastrea la vida de Iñaki Viar y de sus compañeros en 'Traidores', una película documental que desmonta la 'sagrada' conciencia del nacionalismo y desnuda la verdad de la banda terrorista.
Madrid-
"ETA es una organización de extrema derecha desde que nace, violenta, ultranacionalista, antisindical, antiobrera, pero como iba contra Franco se produjo el gran equívoco". Lo dice Iñaki Viar, ex miembro de ETA, detenido en 1969 por la brigada político social y juzgado junto a Teo Uriarte y Mario Onaindía en el proceso de Burgos. Son palabras duras, contundentes, que no se han pronunciado en voz alta prácticamente nunca y, a pesar de todo, lo más impactante no es escucharlas, sino saber que las dirige a su hijo mientras le cuenta su vinculación con la banda terrorista en su juventud.
Jon Viar, director, guionista, dramaturgo y actor, descubrió un día que su padre había pertenecido a ETA. "Cuando descubrí que mi padre había sido de ETA no me lo podía creer. Un hombre recto y bueno, pero tenía un pasado muy oscuro, del que no conseguía escapar. Lo que más me sorprendía de todo es que para muchos era un traidor". La obsesión del joven se mantuvo, le llevó a interesarse en asuntos políticos cuando todavía estaba en el colegio y, una vez encajadas todas las piezas, decidió hacer Traidores, la película de esos renegados de ETA.
El psicólogo Iñaki Viar, el antropólogo y filósofo Mikel Azurmendi, los políticos Teo Uriarte y Javier Elorrieta, el poeta Jon Juaristi y el periodista Ander Landaburu van relatando con sus testimonios ante la cámara de Jon Viar su primeros días en ETA, lo que les motivó a entrar en la organización, cuándo se dieron cuenta del error que habían cometido, la salida y todo lo que vino después. Tiempos complicados de amenazas a ellos y sus familias, en los que recolocaron sus convicciones, que ahora expresan en esta película.
"El más tonto del pueblo"
"Eso de ser patriota realiza mucho. Me di cuenta de que el más tonto del pueblo, el más borrachín o el más tonto de ETA se hace abertzale y se siente realizadísimo. Hacerse patriota es una manera baratísima de autorrealización y de seguridad. La consigna 'no son nada sin pistolas' es verdad, son muy cobardes individualmente", dice Teo Uriarte, justo antes de que Iñaki Viar sentencie: "Detrás de esa cobardía hay racismo, es decir, mataban a españoles".
Hijos de familias nacionalistas, algunas con una invasiva educación religiosa de los jesuitas, de ideología antifranquista, en los años sesenta estos hombres eran jóvenes en los que esa cultura y tradición heredadas había agudizado sus "deberes con nuestra patria vasca". El primer asesinato, el del Guardia Civil Antonio Pardines, el 7 de junio de 1968, aniquiló todas sus certezas.
"Cuando se empieza a matar fue una conmoción para todos nosotros", dice uno de ellos, sobre el asesinato cometido por Txabi Etxebarrieta e Iñaki Sarasketa. "Sabía que iban a ser asesinos", añade otro. Y la película inmediatamente se instala en agosto de aquel año, cuando ETA mató a Melitón Manzanas, un torturador, jefe de la Brigada Político-Social de Guipúzcoa que fue colaborador de la Gestapo. Con aquel atentado, como uno de los protagonistas de esta película explica, ETA consiguió una legitimidad contra la dictadura "que luego utilizó para luchar contra quien quería, contra la democracia".
La palabra 'terrorista'
Jon Viar continúa rastreando la vida de su padre y sus amigos, y pasa, por supuesto, por el traumático Proceso de Burgos, donde Iñaki Viar fue uno de los juzgados, y viaja a la cárcel de Segovia con él. Allí fue donde éste abominó definitivamente del nacionalismo. "En la cárcel estaba con gente de toda España, muchos comunistas, y me di cuenta de que la idea de que yo era distinto, como me habían transmitido siempre, era absolutamente estúpida. Que 'distinto' es el nombre elegante de la xenofobia. Aquel era el PCE que ayudó a traer la democracia a España".
En abril de 1977, con la Ley de Amnistía, salieron de prisión e iniciaron un nuevo camino. "Nadie podía imaginar que entonces sería cuando ETA empezaría a matar más que nunca", dice Iñaki Viar. En la legendaria revista Cambio 16, por primera vez apareció la palabra "terrorista" en una portada. En 1982, recuerda Ander Landaburu, se lanzó un número con el titular: "ETA nos quiere callar".
Nacionalismo, una causa indigna
Habían comenzado hacía tiempo su lucha contra la organización criminal, una batalla que duró todavía muchos años, en los que siguieron temiendo por sus vidas. La guerra se recrudeció, llegaron los GAL, el asesinato de Yoyes, de Gregorio Ordóñez... en el año 2000 mataron al periodista José Luis López de Lacalle, en 2001 atentaron contra el periodista Gorka Landaburu, hermano de Ander Landaburu –"Eso fue de las cosas peores que he pasado. A mi madre llamándole traidora después de haber pasado 40 años de exilio, y echándole basura a la puerta de su casa"–.
Amenazas de muerte, pintadas contra ellos, años y años de vida con escoltas, miedo... que terminó el 20 de octubre de 2011 cuando ETA anunció el cese definitivo de su guerra armada. "Toda la vida utilizaron a los criminales para su causa, la causa del nacionalismo, una causa que pertenece a mi familia como a tantas otras, para mí es una causa indigna. El terrorismo ha sido muy rentable para la ideología nacionalista", asegura Iñaki Viar, que concluye: "Con el nacionalismo hay un sentimiento casi sagrado y creo que esta parte 'sacra' tiene que ver con la deuda simbólica con el padre. Por eso, para los nacionalistas es importantísimo el linaje. Ya sabes, decía Freud, que todo el mundo tiene que matar al padre. Hay que poder aspirar a ser dominado por tus propias palabras, a construir las palabras que dirijan tu vida".
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