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Fresnadillo teme a la oscuridad

Intruders' abrió ayer, fuera de competición, la sección oficial de Donostia

SARA BRITO

La herencia puede ser mucho más que un pisito a las afueras, un manojo de joyas y un perro. Hay miedos que se heredan, que pasan de padres a hijos como un monstruo de tentáculos alargados capaz de agarrar las mentes de varias generaciones. Esa es la premisa sobre la que Juan Carlos Fresnadillo (Intacto, 28 semanas después) cimienta su tercer largometraje, Intruders, que abrió ayer, fuera de competición, la sección oficial del Festival de cine de San Sebastián. La acogida fue tibia, comparada con la mucho más cálida recibida hace días en Toronto.

Quizás en la diferencia de recepción entre ambos certámenes está la clave de la cojera que presenta el filme. Lo cierto es que la película, que nació ya con padres internacionales (Universal compró los derechos mucho antes del primer día de rodaje), explicita demasiado sus cartas, sus referencias y sus justificaciones. Hablada en inglés y español (sucede en dos escenarios, Madrid y Londres) y con un reparto multinacional que incluye a Clive Owen, Pilar López de Ayala y Daniel Brühl, Intruders tiene aspiración internacional y masiva, lo cual no es ni mejor ni peor. Aunque quizá para ganar audiencia, la película entrega conclusiones demasiado masticadas, dejando al espectador con ganas de más espacio para poder saborear las suyas propias.

La cinta, a la que lastra su vocación internacional, tuvo una tibia acogida

Nadie niega el sello personal de Fresnadillo: su interés por el poder de la mente humana (capaz de crear grandes obras, pero también criaturas monstruosas) y su indiscutible habilidad visual y atmosférica. Como tampoco que Intruders guarda relaciones estrechas con el cine de género made in Spain de la última década, del que él es parte fundamental. El propio director reconoce en una entrevista con Público su cercanía con otros directores latinos dedicados al cine fantástico, como Alfonso Cuarón o el mismo Guillermo del Toro: 'Somos una misma raza de cineastas, todos buscamos lo humano en lo sobrenatural', dice. La emoción por encima del susto, la raíz humana de toda fantasía.

A Fresnadillo le ha vuelto a atrapar el factor humano de lo sobrenatural. 'El miedo es al fin y al cabo una respuesta extrema de la condición humana', confiesa. De hecho, asume que difícilmente se alejará en algún momento de cualquier relato que contenga elementos sobrenaturales. 'Curiosamente el único proyecto que me ofrecieron y que no tenía nada que ver con ello fue Wednesday, para el que estuve trabajando junto a Spielberg. Aquello quedó aparcado por la huelga de guionistas y ahora no lo retomaría', reconoce.

Fresnadillo: 'Me interesa mucho cómo los padres transmiten el miedo a sus hijos'

Intruders gira en torno a los miedos de dos niños, Juan y Mia, a los que les cuesta dormir por culpa de sus miedos. Sin relación aparente entre ellos, los dos sueñan con el mismo ser que los atenaza y los paraliza. Juan (Izán Corchero) vive con su madre Luisa (Pilar López de Ayala) en una barriada madrileña; Mia (Ella Purnell), en Londres, con sus padres John y Susanna (Clive Owen y Clarice van Houten). Ambas familias buscarán soluciones diversas ante la amenaza externa: la madre de Juan acudirá a un cura (Daniel Brühl), mientras que los Farrow intentarán la vía de la terapia psicológica. 'La película llega a la conclusión de que la solución no está fuera sino dentro de cada uno', apunta Fresnadillo.

Algún miedo infantil del director canario ha quedado plasmado en el metraje. El miedo a la oscuridad, por ejemplo. O el recuerdo de su madre contándole historias oscuras sobre su familia. 'Ella lo hizo para darme información y que yo supiera de dónde veníamos, pero los secretos oscuros acaban dando lugar a pesadillas. Me interesa mucho cómo los padres transmiten el miedo a sus hijos, cómo los fantasmas se crean a partir de lo que nos dicen y de lo que nos ocultan', reflexiona.

Intruders tiene mucho del pensamiento de la persona a la que Fresnadillo ya dedicó un corto documental, Psicotaxi, poco después del pelotazo de Intacto (2001). En efecto, Alejandro Jodorowski y su psicogenética, la idea de que la familia es el lugar donde se fabrica el tejido emocional del ser humano, vertebra parte del tercer largometraje del director, que concibe el arte (y el cine por ende) como sanación.

'Inconscientemente he hablado de una sociedad que oculta a sus monstruos'

Por buscarle ramificaciones, los fantasmas también pueden ser los históricos. ¿Estaba acaso Fresnadillo hablando de España? 'Es posible que inconscientemente esté hablando también de una sociedad que ha estado ocultando a sus monstruos durante décadas, pero la película no nació por esa razón. Intruders parte de un territorio mucho más íntimo', confiesa. El miedo a la oscuridad que tiene desde niño, el relato familiar que le aterró y que aún sigue persiguiéndole. 'Te tienes que enfrentar a tu lado oscuro en algún momento de tu vida para evitar que se transmita', opina. Y eso es lo que ha tratado de hacer con Intruders: quitarse al intruso atávico de encima.

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