Este artículo se publicó hace 4 años.
'Hijos del carbón': el fin de una era teñida de negro
La periodista y escritora leonesa Noemí Sabugal publica 'Hijos del carbón', un libro que aborda la vida en las comunidades mineras a través de testimonios de las cuencas.
Madrid-
Antes de que acabe este insólito 2020 el fin de la minería en nuestro país se habrá consumado. Lo que en su día fue una industria fértil, capaz de aglutinar en sus cuencas a miles de vidas manchadas y alimentadas por el carbón, apura sus últimos cartuchos. Una historia teñida de negro que ha visto de cerca la miseria y la grandeza, la revolución y la represión; extremos que han ido moldeando las aristas de una identidad que ahora, tras décadas de declive, mira con orgullo su pasado.
Un pasado dilapidado entre el sustento y la muerte. La dureza de lo cotidiano delimita nuestros anhelos, ese horizonte de bienestar siempre esquivo con los parias, imposible de alcanzar si no es desde un nosotros. Desde ahí escribe Noemí Sabugal, hija y nieta de mineros y nacida en un pueblo minero leonés, desde ahí ha tejido una historia que pasa de lo personal a lo colectivo; sólo así la vivencia se hace literatura.
El resultado es Hijos del carbón (Alfaguara), una emocionante historia de historias, un buen puñado de testimonios que nos hablan de grisú y muerte, pero también de una potente cultura de clase. "La dureza del trabajo impregna la identidad del colectivo −explica la autora−, la muerte crea una unión muy profunda, ten en cuenta que todas las familias poseen algún familiar más o menos directo que cayó muerto o herido en la mina".
Tres años de trabajo que Sabugal ha invertido en recorrer las cuencas mineras de todo el país. Tres años recogiendo testimonios de trabajadores y extrabajadores de minas de León y Asturias, pero también de Catalunya, Aragón, Ciudad Real, Córdoba y Sevilla. Conversaciones que le han servido de materia prima desde la que erigir el panóptico que es Hijos del carbón, un lugar desde el que analizar una historia que fue esplendor y punta de lanza revolucionaria.
"El trabajo ahora está muy atomizado y los derechos laborales no siempre se cumplen. Los mineros, por la dureza de su oficio, han sido históricamente referentes para muchas otras luchas, a fin de cuentas, cuando te juegas la vida y la salud cada día, no te vas a poner a leer manifiestos...", apunta Sabugal. La huelga del 14, la revolución de Asturias y las columnas de mineros en la Guerra Civil, el parón del 62 con Franco, el asalto en Mieres... La tradición y la memoria avalan una reputación combativa sin igual en nuestro país.
"Hay una lumbre en Asturias que calienta España entera", cantaba Sánchez Ferlosio en honor a los mineros que se enfrentaron a la dictadura y cuya lucha terminó por contagiar a otros sectores laborales. "Aquella, la del 62, fue una lucha por mejorar las condiciones laborales, pero también era una lucha política por los derechos de manifestación y además fue una enorme bofetada al régimen porque la carta de los 102, la carta de los intelectuales apoyando a los mineros y pidiendo el fin de la represión hizo que se internacionalizara el verdadero rostro del régimen".
Y tras el cierre, la nada (o muy poco). Un horizonte sin asideros que maldicen los viejos mineros y que sufren en primera línea las generaciones más jóvenes, los llamados hijos del carbón. "La gran pena que tienen muchos antiguos mineros es no haber preparado a los hijos para afrontar la sensación de derrota que hay en las cuencas, una sensación que viene derivada de la falta de diversificación económica".
Invisibles también en la minería
Hijos del carbón pone el foco, también, en el rol que desempeñó la mujer en la minería. Un papel que fue muy activo durante siglos y que Sabugal recoge con sobrada documentación: "La mujer en la mina ha sido vagonera, lampista, carbonera y ha trabajado en las líneas de balde", reivindica la autora. También fue pionera en labores vinculadas a la limpieza y el escogido del carbón. Por no hablar de los cuidados, indispensables para la subsistencia de la comunidad: "Las cuencas crecieron por aluvión, los trabajadores que venían de otras provincias tenían que dormir, comer y asearse en algún sitio, fue así como nació toda una red asistencial dirigida por mujeres, que eran, a su vez, las que traían los mineros al mundo".
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