Este artículo se publicó hace 16 años.
Manuel Borja-Villel marca su territorio
El nuevo director del Reina Sofía pone los espacios del museo al servicio del diálogo entre artistas y exposiciones en su primera programación
Todo estará interconectado. No habrá ningún artista perdido en una línea muerta. Como en el teatro, todos tendrán su réplica. Así lo ha querido el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para la temporada 2008-2009. Las muestras serán como una telaraña que creará "una vinculación con el fin de construir una gran narración", según el propio director. Todo será una historia, con sus comas y puntos suspensivos.
Esta es la primera vez que Borja-Villel ha podido diseñar parte del cuadro de exposiciones desde que se hiciera cargo del museo en diciembre de 2007. Por eso, "aunque todavía es una programación de transición", afirma, ya ha intentado imprimir su sello, que tiene previsto explotar para 2010 "con grandes exposiciones de tesis".
De momento, los estertores de 2008 se cubrirán con vistazos hacia las figuras de Carl Einstein, el grupo de la revista del Gatepac 1931-1937, la estadounidense Nancy Spero (la muestra está ahora en el MACBA de Barcelona), los fotógrafos de los setenta y ochenta, Alberto García-Alix y Zoe Leonard, y el escultor lituano Deimantas Narkevicius, "creador de un espacio único, ya que abomina del pasado soviético, pero tampoco reconoce su presente", describe Borja-Villel.
Febrero de 2009 llegará marcado por la red de redes. Primero con Paul Thek, artista norteamericano del plexiglás casi ignorado por el público que refleja un elemento de ambigüedad que replantea la historia del arte moderno. A esta tesis se sumarán durante la temporada las obras de Vantongerloo, Francesco Lo Savio, Leon Ferrari y Mira Schendel. "Son artistas desconocidos pero que entroncarán con una muestra prevista para 2010 llamada Otras modernidades", explica Borja-Villel. De nuevo, la tela de araña.
Los pop y kitschEl diálogo entre estos autores quedará también establecido con las muestras de Juan Muñoz, el grupo de la Galería Buades con guiños al pop británico y el kitsch de los años setenta y ochenta, y el alemán Thomas Schütte.
Todos ellos -la escultura tendrá un rol principal- se agarrarán con fuerza a la hasta ahora única gran retrospectiva sobre Julio González. Su visión quedará reforzada por la obra de Rodchenko y Popova, los hacedores de la explosión de la geometría en el socialismo ruso. De forma casi fantasmal, en otoño se vislumbrará parte del trabajo de Isidoro Valcárcel Medina, escultor que bordea los límites de la iconoclastia.
Esta telaraña no quedará sólo suscrita a los artistas. Manuel Borja-Villel también pretende que la nueva temporada sea "más dinámica, con más exposiciones de gabinete, con más actividades como talleres y seminarios, con más proyecciones, con más música, con más relaciones entre otros museos". Punto de inflexión será la apertura definitiva del Palacio Velázquez y las nuevas adquisiciones. "Todo esto demuestra que al Reina Sofía no le ha afectado la crisis", señala el director. Que sigan los cambios.
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