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Cuando el movimiento obrero ocupó las Ramblas de Barcelona
Paseamos con el historiador Andy Durgan para recuperar la huella de la revolución social de 1936 plantando cara a la sublevación militar contra la República y de los violentos hechos del mayo del 37 cuando se enfrentaron comunistas, anarquistas y trotskistas en la emblemática avenida barcelonesa.
Víctor Yustres
Barcelona-
El confinamiento y las restricciones a raíz de la pandemia del coronavirus nos han dejado imágenes muy impactantes, como, por ejemplo, la de las Ramblas de Barcelona vacías. Parecía imposible imaginarse la avenida más popular de la ciudad sin la aglomeración de turistas, terrazas de bares, estatuas humanas y tiendas de ropa abarrotadas. Pero también parece imposible imaginarse que fue, entre julio de 1936 y mayo de 1937, un punto de ebullición de la revolución social y obrera que tomó las riendas de la ciudad.
Quedamos con el historiador británico Andy Durgan (1952) al final de la Rambla de Santa Mónica, junto a la estatua de Colón, para dar un paseo por la avenida -prácticamente vacía- hasta plaza Catalunya, y conocer la historia revolucionaria que se esconde detrás de algunos edificios, sobre todo aquella relacionada con el Partit Obrer d'Unificació Marxista, el POUM.
Iniciamos el recorrido ante las Drassanes. La madrugada del 19 de julio de 1936, los militares sublevados iniciaron el golpe de Estado contra la República en Barcelona y salieron a las calles para intentar ocupar los puntos estratégicos de la ciudad. En poco más de 24 horas, la Guardia de Asalto, controlada por el Gobierno de la Generalitat, y las milicias de la CNT, junto con militantes del POUM y del PSU e incluso la Guardia Civil, que se puso del lado republicano , acabaron con la rebelión militar. "La última batalla fue el asalto al cuartel de Atarazanas. Los militares fueron derrotados el 20 de julio y el edificio fue ocupado por los anarquistas de la CNT. Detrás de la Aduana todavía se pueden ver impactos de bala", señala Durgan. En este asalto murió asesinado el dirigente de la CNT Francisco Ascaso, considerado uno de los primeros mártires del anarquismo durante la Guerra Civil.
Desde julio del 36, en Barcelona estalló la revolución y la ciudad quedó prácticamente en manos de las milicias obreras de la CNT, el POUM y el PSUC, que ocuparon los principales edificios de la Rambla. "La avenida estaba llena de banderas rojas y negras, la música revolucionaria sonaba todo el día por los altavoces, las radios emitían discursos de líderes del movimiento obrero y republicano, subían y bajaban coches con carteles de las organizaciones políticas... Había un ambiente impresionante, que ha descrito George Orwell en el libro Homenaje a Cataluña", apunta.
"Allí, Andreu Nin le dijo a Durruti que la revolución española en un día había ido mucho más lejos que la revolución rusa"
El historiador hace dos paradas en dos edificios ocupados por el POUM en 1936, Rambla abajo. La primera es en el Teatro Principal. "Se convirtió en el comité local del partido, y también era el centro de reclutamiento de las milicias que se preparaban para ir al frente", explica, mientras enseña una foto de la entrada del teatro de la época. El edificio se utilizaba también para hacer actos políticos multitudinarios y como espacio de almacén y oficinas. También había una cantina muy popular entre los milicianos. "Allí, Andreu Nin le dijo a Durruti que la revolución española en un día había ido mucho más lejos que la revolución rusa", detalla.
Hacemos una segunda parada en el antiguo Hotel Falcón, donde ahora está la Biblioteca Gòtic-Andreu Nin. En 1936, el edificio fue utilizado como residencia de los milicianos extranjeros del POUM que venían a luchar en el frente de Aragón, y fue uno de los principales locales sociales de la organización. "Después de los hechos de mayo del 37, el hotel se convirtió en una prisión semiprivada de la República para extranjeros de la CNT y el POUM", recuerda Durgan. Los hechos de mayo del 37 hacen referencia a cinco días de enfrentamientos armados entre las fuerzas de la Generalitat, liderada por ERC, con el apoyo de las milicias del PSUC y la UGT contra milicianos de la CNT, la FAI y el POUM, que tuvo como resultado más de quinientos muertos, la ilegalización y persecución del POUM y el fin del período revolucionario en Barcelona.
El asesinato de Nin en la Virreina
En el recorrido por la Rambla revolucionaria, el Palau de la Virreina es una parada obligatoria. "Se convirtió en el Instituto Maurín, en homenaje al fundador del POUM, Joaquín Maurín. Era un centro cultural de la organización y fue utilizado como biblioteca y universidad, donde se hacían todo tipo de cursos, y también tenía la sede la editorial marxista del POUM ", relata.
Fue a la Virreina donde, después de los hechos de mayo de 1937, se trasladó el Comité Ejecutivo de la organización trotskista para hacer la última reunión, el 16 de junio, antes de ser ilegalizada, y sus dirigentes, perseguidos y encarcelados. A la salida de la reunión, Andreu Nin fue secuestrado en medio de la Rambla. "Se lo llevaron en un coche enviado por la policía desde Madrid, y lo llevaron a Valencia y luego a la prisión de Alcalá de Henares, donde fue torturado y asesinado por agentes de la policía soviética estalinista. Su cuerpo debe estar enterrado en alguna carretera entre Alcalá de Henares y Perales de Tajuña, pero nunca se ha encontrado", lamenta el historiador. Dos placas conmemoran la figura de Nin en las Ramblas: la primera la puso el Ayuntamiento de Barcelona en 1983 en la pared de la antigua sede del Comité Ejecutivo del POUM, en la Rambla de los Estudios número 10, el actual Hotel Rivoli. La segunda la colocaron las organizaciones de la izquierda radical en la entrada de la Biblioteca Gòtic-Andreu Nin en 1987. "La segunda placa se puso un 1 de mayo como protesta. Cuando se destapó la primera placa cuatro años antes, ponía que Nin había sido "víctima de la incomprensión", en lugar de "víctima del estalinismo". Se generó un escándalo enorme en la inauguración. Se puso esto para no molestar al PSUC. En los años 90, la Fundació Andreu Nin logró que se cambiara", narra Durgan ante la primera placa.
Al lado, sobre el Café Moka, destaca que allí estaban los antiguos estudios de Radio Barcelona, que durante la revolución pasó a ser Radio POUM. "Tenía emisiones especiales en varios idiomas. En ese momento la radio era un instrumento de propaganda muy novedoso", narra.
Acabamos la ruta en plaza Catalunya, con el episodio que da pie a la explosión de violencia de los hechos de mayo del 37: el intento de asalto al edificio de la Telefónica. "Durante el 1936, el 80% de la industria y los servicios fueron colectivizados por los sindicatos de la CNT y también de la UGT, y estaban controlados por los trabajadores. Pero durante la primavera de 1937, hay un proceso para quitar poder a la revolución, y por ello la guardia de asalto de la Generalitat intenta ocupar la sede de Telefónica, que había sido colectivizada por la CNT un año antes. Hay resistencia armada y no lo consiguen, pero cuando corre la noticia, los comités de barrio anarquistas de toda la ciudad salieron a las calles a poner barricadas y hubo cinco días de luchas en la calle. Simbólicamente, es el fin de la revolución y el triunfo de las fuerzas reformistas de la República", apunta el historiador. "Es una pena que no quede mucho rastro de la memoria histórica de este año en las calles", concluye.
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