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El mundo de Joaquín Sabina sin Sabina

JESÚS MIGUEL MARCOS

Lista de planes familiares para el fin de semana: pasear por el centro comercial, una obra de teatro infantil, una ruta en bici, ir al circo, el parque de atracciones, un musical... Ojito con el musical, porque el de Sabina es como montarse en las barquitas del parque del Retiro y que de repente te sorprenda un maremoto. Más de 100 mentiras, preestrenado el miércoles en Madrid, no esquiva el típico enredo amoroso dulzón, pero lo integra en una historia de gesto sórdido con delincuentes, engaños, fantasmas, tiros, traiciones y sexo sucio. ¿Y las drogas? Aparecen de forma subliminal, pero empecemos por la pregunta que le quita el sueño a los sabineros: ¿cómo le sienta el traje de un musical al repertorio del maestro?

La respuesta es que, como mínimo, sobrevive, y en muchos casos hasta abre nuevos ángulos gracias a una trama consistente que se va desplegando con habilidad y consigue enganchar al espectador. Más de 100 mentiras cuenta la historia de El Tuli (Álex Barahona), que sale de la cárcel después de haber participado, tres años atrás, en un atraco junto a Juan (Juan Pablo Di Pace), que ahora regenta el bar Darlings, y Samuel (Víctor Massán), que murió durante el robo.

El personaje de Samuel es uno de los hallazgos del musical: un espectro que habita en la conciencia culpable de Juan y le empuja a vengar su muerte con el plan que El Tuli está preparando. El toque humorístico lo pone Manitas (Diego Paris), un exboxeador bonachón que servirá de gancho para timar al tío de Juan, al que el grupo de amigos responsabiliza de la muerte de Samuel.

Como era de esperar en una producción musical de tres millones de euros de presupuesto y que tiene intención de viajar por el mundo (e incluso convertirse en película), el guión está bien masticado para que nadie se desoriente, lo que no significa que sea obvio: hay giros sorprendentes y alguna vertiginosa escena de acción.

El clímax del musical también huye de las convenciones. La interpretación de Calle melancolía, Y sin embargo y Contigo le da una vuelta de tuerca al concepto de medley: las canciones se superponen entre ellas, sonando a la vez y logrando un extraño efecto.

Del resto de canciones, destaca la confesión de la infidelidad de Y sin embargo, muy creíble en la voz del protagonista, Juan Pablo Di Pace, que canta bien, pero no tan bien como para redondear el tono de unas canciones que piden borrones y manchas. Álex Barahona, que encarna al otro personaje principal, también aprueba tirando de fuerza y sobriedad: su interpretación de El pirata cojo levantó la mayor ovación de la velada, junto a una desordenada y vitalista 19 días y 500 noches.

El sexo, claro, es omnipresente en la trama (el Darlings es un bar frecuentado por prostitutas, conviene aclarar), con un ejército de bailarinas con poca ropa (el vestuario es sobresaliente) dándose el lote con sus 'clientes' y haciendo la calle, pero desde el escenario. La cocaína, también esencial, pasa más desapercibida, pero si uno se fija bien encontrará algún guiño en el personaje de Rossana. Y no, no es que estuviera resfriada...

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