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"Esta película quiere respetar la imaginación de los espectadores"

Entrevista a Apichatpong Weerasethakul, director tailandés galardonado con la Palma de Oro en Cannes por la película 'Uncle Boonmee'

GONZALO DE PEDRO AMATRIA

Bangkok se consumía bajo las llamas y los disparos mientras Apichatpong Weerasethakul conducía rumbo al aeropuerto, hace apenas tres días, para tomar uno de los últimos vuelos que saldrían del país.

Tras días con el pasaporte retenido, y gracias a las gestiones de las embajadas de España, Francia e Italia, el joven tailandés (Bangkok, 1970), consiguió llegar a Cannes para presentar Uncle Boonmee who can recall his past lives, coproducida por el español Luis Miñarro, y por la que sido galardonado con la Palma de Oro.

Weerasethakul ya había recibido el primer premio de la sección Un certain regard en 2002, por su película Blissfully yours, y el premio del jurado de la sección oficial en 2004, por Tropical Malady.  

No suele usted contar historias lineales en sus películas.

Depende del proyecto. En Uncle Boonmee who can recall his past lives contar una historia está en el corazón de la propia obra, que tiene mucho de homenaje a las viejos filmes y programas de televisión tailandeses. En otros casos, como en Syndromes and a Century (2006), narrar una historia no era tan importante. Depende del tema y del tipo de filme. Aunque la idea es siempre construir un cuento en el que el espectador pueda entrar, combinar lo abstracto y lo concreto, hacer algo atractivo y no demasiado intelectual.

Usted acostumbra a trabajar con actores no profesionales

Es difícil trabajar con actores no profesionales y explicarles con precisión lo que quiero contar porque hasta el mismo equipo de rodaje muchas veces no entiende nada de lo que hago. Esta película está dividida en seis partes, que corresponden a los seis rollos de celuloide en los que se proyecta. Y cada rollo tiene un estilo narrativo diferente, un estilo visual diferente, un estilo actoral diferente, un modo de filmar diferente. Explicar y conseguir esto, no es fácil. Razonarle a los actores, por ejemplo, que tienen que ser naturales sin ser naturales, como hacían muchos actores tailandeses antiguos.

¿Les enseñó usted películas de otras épocas para que lo entendieran mejor?

No, no, lo que hago es hablar mucho con ellos, preguntarles qué es lo que recuerdan de aquellas películas. Trabajamos como una familia, en la que todos participamos de los proyectos, que van cambiando sobre la marcha. Muchas veces modificamos por la noche las escenas que vamos a rodar al día siguiente, porque a alguien se le ocurrió una idea más interesante. Algo que tiene que ver con mantener cierta fluidez, con una manera de incorporar la vida al rodaje. Por ejemplo, algo que ocurre al final, cuando los personajes se desdoblan, es una idea de última hora, algo que decidimos sobre la marcha.

¿Qué le diría a un hipotético espectador de su filme?

¡Que se relajen! Que abran la mente. Pero es imposible saber cómo reaccionará el público. Habrá personas que entren, y otros que se sentirán expulsados, que no entenderán nada, algo que a mí me ocurre a menudo con el cine comercial.

¿Qué tiene de especial el norte de Tailandia que aparece en su obra?

Es la zona del país en la que crecí, una zona empobrecida, casi salvaje, con un clima poco agradecido, y que ha visto como gran parte de su población emigraba a Bangkok a trabajar. Una zona que ha permanecido casi oculta y olvidada, y que sigue estando poco representada. En ese sentido, esta película es única, y si la enseñamos en Bangkok, muy poca gente la entenderá, porque los personajes hablan un dialecto muy concreto de esa región. Gracias al proyecto Primitive tuve la oportunidad de recorrer todo el río Mekong, y conocer mejor esta región.

¿Sus padres eran campesinos, de la zona?

No, no, eran médicos, que se trasladaron allí a vivir.

¿Por qué lo hicieron?

Eran bastante idealistas. Cuando te gradúas como doctor, puedes elegir dónde quieres trabajar, y ellos optaron por esta región tan loca. Sólo había un hospital, un templo y toda una selva impenetrable.

¿Había cines?

Los cines llegaron más tarde.

¿Cuál diría que es el tema del filme?

La idea era representar la creencia de la transmigración de las almas, entre humanos, animales y plantas. El guión tenía una voz en off, que iba explicando todo, de una manera mucho más explícita. Pero la idea fue cambiando hacia algo más abstracto, para respetar la imaginación de los espectadores.

¿Investigó sobre el tema antes de rodar?

Si, viajé mucho, me encontré muchos casos de reencarnación. Mujeres que podían volver a ver sus vidas pasadas, por ejemplo. Es como una revelación, aunque para mí es solo una posibilidad, no estoy seguro de creerlo del todo, no sé si es verdad o no. En realidad, no sabemos demasiado sobre cómo funciona el cerebro, en un sentido químico y espiritual, no conocemos del todo de lo que es capaz. Pero sí creo en el poder de la meditación, creo que es una ciencia. Aunque mi nivel sobre este tema es el de un niño de 3 años: necesitaríamos a David Lynch para explicarlo.

¿Es usted budista?

No, no realmente. Mi visión tiene más que ver con una curiosidad por la vida que con una creencia. Lo que me interesa del budismo es que no te obliga a creer, no te impone ninguna creencia, ningún dogma. Hay un dicho que dice: 'No creas en algo solo porque te digan que tienes que hacerlo, no creas en algo solo porque tus padres lo creen, no creas en algo porque así te lo enseñaron en el colegio'. Tienes que experimentar por ti mismo. Eso es algo que me fascina.

Su país está atravesando un momento político delicado.

Es una guerra de clases, compleja, porque no es tan sencillo como una revuelta de los pobres contra los ricos, también tiene que ver con el poder. Me resulta duro hablar de ello porque lo que está pasando demuestra hasta qué punto hemos sido manipulados durante años por los políticos y los medios de comunicación, y nos obliga a repensar nuestras creencias, nuestras ideas, nuestra moral, incluso.

¿Cuál será su próximo proyecto?

Quiero rodar una historia de ciencia ficción. He terminado de escribir el borrador de un proyecto llamado Utopia, que transcurre en un paisaje nevado, en un tiempo indefinido, con la nave espacial de Star Treck abandonada en ese paraje olvidado. Me gustaría poder trabajar con antiguas actrices de ciencia ficción, como Brigitte Bardot.

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