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Piscinas de aguas turbias, oscuras y manchadas de sangre

Ir a la piscina puede no ser el mejor plan en verano, el cine lo ha advertido muchas veces con películas sumergidas en aguas turbias, saturadas de celos, traiciones, asesinatos, perversiones, desilusiones y deseo. Desde 'El nadador' hasta 'Piraña', un remojón de cine.

'La piscina', de François Ozon.
'La piscina', de François Ozon. François Ozon

John Cheever, uno de los cuentistas americanos más lúcidos y literariamente exquisitos del pasado siglo, arrancó su célebre relato El nadador definiendo el ocio tóxico de la clase alta. "Era uno de esos domingos de verano... todos se sientan y dicen: Bebí demasiado". Ned Merrill decide volver a su casa atravesando las piscinas privadas de sus vecinos en un desolador descenso hacia el infierno. La adaptación al cine que firmó Frank Perry —aunque la finalizó Sydney Pollack—, con un poderosísimo Burt Lancaster, revelaba que a veces una piscina puede no ser el mejor plan del verano.

Joe Gillis pensó que para él sí era un gran plan no solo de verano, también de futuro. Pero ahora flota bocabajo en la piscina de la mansión de Norman Desmond. "Bueno, aquí es donde entraste. De vuelta en esa piscina otra vez, la que siempre quise. Ahora amanece, y me deben haber fotografiado mil veces. Luego consiguieron un par de podaderas del jardín y me sacaron, muy suavemente. Es curioso lo amable que es la gente contigo una vez que estás muerto". Era la voz del propio Gillis muerto, narrando los seis meses que le llevaron ahí. Antes, otra voz, había aclarado que era el cuerpo de un guionista que "siempre quiso una piscina. Bueno, al final consiguió una. Solo que el precio resultó ser un poco alto".

Joe Gillis flota bocabajo en la piscina de la mansión de Norman Desmond, en 'El crepúsculo de los dioses'.
Joe Gillis flota bocabajo en la piscina de la mansión de Norman Desmond, en 'El crepúsculo de los dioses'.

Billy Wilder retrató la perversión de Hollywood, las ilusiones y los egos siderales de sus estrellas en El crepúsculo de los dioses (1950), una obra maestra indiscutible, con William Holden, Gloria Swanson y Erich von Stroheim, imponentes, sobrecogedores. Aquellos personajes y su mundo desbordaban cinismo y oscuridad descendiendo por aquella "escalera del palacio".

Aguas turbias

Lodo y falsedad destilaban Alain Delon, Romy Schneider, Maurice Roney y Jane Birkin en La piscina (1969), película en la que Jacques Deray trazaba los senderos más turbios del deseo. Una perturbadora escena en la piscina de la casa de la Costa Azul donde todo sucedía abría la puerta a un relato, con elemento policiaco incluido, en el que se desataba la competición entre los dos hombres y el cineasta exploraba la perversión del sentimiento de posesión en las relaciones. Los actores rodaron en francés y otra versión en inglés y ambas fueron un éxito. En 2015, Luca Guadagnino firmó su propia versión libre de esta historia en Cegados por el sol, con Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts y Dakota Johnson.

Una secuencia de 'Cegados por el sol'.
Una secuencia de 'Cegados por el sol'.

Y más, François Ozon en 2003 hizo su propia película titulada La piscina, con Charlotte Rampling y Ludivine Sagnier, en la que la primera, una escritora de libros de misterio ha viajado desde Londres al sur de Francia, para pasar unos días en casa de su editor, descansar y reunir ideas para una nueva novela. No esperaba encontrarse allí a la hija de su anfitrión. La mujer se queda absolutamente fascinada de la chica, una joven depredadora. Rampling ganó merecidamente el Premio del Cine Europeo a la Mejor Actriz ese año.

Gente guapa portándose mal

Mucha gente guapa y rica portándose no especialmente bien o encarándose con ellos mismos es la que habita estas piscinas del cine. A esa agua clorada, pero infectada de celos, turbiedad, amoralidad y pérfidas inclinaciones, podríamos tirar también a los personajes de Somewhere (2010), película con la que Sofia Coppola conquistó, esta vez inmerecidamente, nada menos que el León de Oro en Venecia.

Retrato de una estrella de Hollywood que vive en un hotel, Johnny Marco (Stephen Dorff), y que se da cuenta de que no tiene en realidad nada valioso en su vida personal. El sentido a su existencia llegaba con la aparición de su hija de once años, Cleo (Elle Fanning). La película, rodada con cierta intención, no iba ni venía de ningún lado, pero tenía una agradable escena de encuentro padre-hija sumergiéndose en el agua de la piscina del hotel al ritmo de la canción de Julia Casablancas, I´ll try anything Once. "Siéntame / cállame / me calmaré / y me las arreglaré contigo".

Talento a raudales en el cine

Donde sí se veía talento a raudales era en la película Boogie Nights (1997), de Paul Thomas Anderson, que se marcaba un portentoso plano secuencia en una piscina. Las estrellas y trabajadores de la industria del porno de finales de los 70 disfrutando del agua y de la fiesta en la casa del director Jack Horner, interpretado por Burt Reynolds en uno de los mejores trabajos que hizo en su vida.

Secuencia de 'Boogie Nights', de Paul Thomas Anderson.
Secuencia de 'Boogie Nights', de Paul Thomas Anderson.

Quentin Tarantino le puso una piscina estupenda a Leonardo DiCaprio en su mansión de Los Ángeles, al lado de la de Roman Polanski y Sharon Tate, en Érase una vez en…Hollywood. Allí estaba Rick Dalton flotando sobre una tumbona de plástico, con una copa en la mano, cuando caía al agua Brandy, miembro de la familia Manson, y él se lanzaba en busca de un lanzallamas para quemarla viva. Se desataba un infierno glorioso, divertidísimo y con el inconfundible sello del cineasta.

En una colchoneta sobre el agua estaba también Benjamin, Dustin Hoffman en El graduado (Mike Nichols, 1967), mientras sonaba Sounds of Silence, de Simon & Garfunkel, y él pensaba en el jaleo emocional en el que se había hundido. Y música y agua rodeaban a Esther Williams mientras ensayaba coreografías en la piscina en Escuela de sirenas (George Sidney, 1944).

Dustin Hoffman, en 'El graduado'.
Dustin Hoffman, en 'El graduado'.

Y para corroborar eso de que la piscina puede no ser el mejor plan del verano, los litros de sangre y el récord de cuerpos devorados y despedazados por las insaciables pirañas de la ópera prima en solitario de Joe Dante. Piraña (1978), con guion nada menos que de John Sayles, teñía de rojo y de horror una sesión veraniega en la piscina. Rodada prácticamente toda en el parque temático Aquarena Springs de San Marcos, en Texas, la escena era un broche de oro para aquel festival gore.

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