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Vacaciones imperiales, de la Roma fantasmal y las soleadas costas francesas a un Marte abrasador
Para los que empiezan ahora sus vacaciones y para los que las tienen que pasar en la ciudad, los destinos más y menos recomendables que ha sugerido el cine. Desde la tórrida y fantasmal Roma en ferragosto, pasando por las soleadas costas francesas, hasta
Madrid-Actualizado a
En el año 18 antes de Cristo, el emperador Augusto instituyó las vacaciones de Ferragosto, que enlazaban con una tradición mucho más antigua, las celebraciones del fin de las labores agrícolas. Los italianos hoy, muchos siglos después, siguen saliendo en masa de vacaciones el 15 de agosto y los días siguientes. Con una inflación del 10’2% y la consecuente pérdida de poder adquisitivo, aquí todos no pueden huir de la rutina de sus vidas… pero las vacaciones también se pueden vivir en casa.
Nanni Moretti dedicó el ferragosto de 1993 a pasear con su Vespa por una Roma casi desierta. Era el primer capítulo de los tres que componían Caro Diario, una película que le valió el Premio a la Mejor Dirección en Cannes, entre otros reconocimientos. Travelling tras travelling, el cineasta escribe en imágenes su diario, un auténtico regalo cinematográfico que termina con una visita especial. "No sé por qué nunca he estado en el sitio en el que mataron a Pasolini". Y enfila con su moto, con el Concierto de Köln de Keith Jarret de fondo, hacia el campo de fútbol donde mataron al cineasta. Solo ahí Nanni Moretti se baja de la Vespa, para contemplar la escultura en honor a Pasolini que allí queda. Puro amor por el cine y admiración por uno de los maestros italianos.
No tiene tanto tiempo libre Gianni cuando acepta la oferta de su casero Luigi, en pleno ferragosto. Se quedará en esa Roma tórrida y fantasmal con su madre, con la que vive, y con la madre y la tía de su arrendador, mientras éste se marcha de vacaciones. Se sumaba una cuarta anciana, madre de un amigo médico que tenía que hacer una guardia. Gianni Di Gregorio, un guionista colaborador de Matteo Garrone, debutó en la dirección con esta película, donde, contra todo pronóstico, eran esas mujeres ya viejas –actrices naturales de entre 85 y 93 años- las que llenaban sus días de vitalidad y frescura.
Vacaciones de ferragosto (2008) Premio Venezia Opera Prima Luigi De Laurentiis en el 65 Festival de Venecia, estaba inspirada en experiencias propias. "Si hubieran sido cuatro señores, hubiera sido terrible y tristísimo, para llorar. Los hombres siempre estamos tristes y nos quejamos, sin embargo, con ellas es todo alegría", aseguró el cineasta en una visita a Madrid durante el estreno.
Y Roma, por supuesto, era la romántica ciudad en la que vivían sus mejores vacaciones la princesa Ana y el periodista americano Joe Bradley. Irresistibles Audrey Hepburn y Gregory Peck en este clásico de William Wyler, de 1953, que nació de una historia de Dalton Trumbo y en la que, como años después haría Moretti, recorrían las calles en una Vespa. Audrey Hepburn ganó el Oscar por Vacaciones en Roma y Peck, que lo auguró nada más ver la primera copia de la película, propuso al productor que pusiera el nombre de la actriz en el cartel sobre el título. "¡Roma! Por supuesto, Roma. Atesoraré mi visita aquí en la memoria mientras viva".
Y para los que empiezan ahora sus vacaciones de verano, el cine tiene unas cuantas sugerencias muy apetecibles, como la de partirse de risa con monsieur Hulot, o sea, el portentoso Jacques Tati, en un balneario de la costa atlántica. El mismo año que la princesa Ana y Joe Bradley vivían aquel romántico amor, el señor Hulot llegaba con su viejo cacharro a este destino vacacional para poner la vida de todos patas arriba en Las vacaciones del señor Hulot.
Mucho menos organizadas, de hecho, nada organizadas estaban las vacaciones de Delphine (Marie Rivière) en El rayo verde, uno de los milagros de Éric Rohmer. La joven, tras una ruptura sentimental y después de que la abandonara una amiga con la que iba a viajar a Grecia, intentaba varios planes para no quedarse en verano sola en París. Su aventura estival terminaba en San Juan de Luz donde veía ese último y especialísimo rayo de luz. Fenómeno conocido popularmente por la novela de Julio Verne, dice la leyenda que cuando alguien lo ve, conocerá de verdad sus emociones y si lo ve con compañía, se enamorarán para siempre.
Y de amor, o más de bien, de desamor, de despecho, de fingimientos y oscuros y criminales planes iban las vacaciones de Rose y Georges –Marilyn Monroe y Joseph Cotten-, en unas cabañas en la parte canadiense de las cataratas del Niágara. El lugar, impresionante, las vacaciones, sin duda, demasiado negras en el torrente de emociones que era Niágara (Henry Hathaway, 1953), una de las películas más taquilleras de ese año.
El paisaje también era espectacular y los sentimientos, agitados y turbulentos en La noche de la iguana (John Huston, 1964), donde hubiéramos encontrado a un guía turístico no muy apropiado para unas felices y tranquilas vacaciones, nada menos que a Lawrence Shannon –memorable Richard Burton-, un ex sacerdote anglicano alcoholizado retirado en México después de ser acusado de abusar sexualmente de una menor. Mucha mejor compañía eran los dos jóvenes mexicanos que acompañaban a la espectacular Ava Gardner en su baño nocturno.
Empezamos en Roma, pasamos por la costa atlántica francesa y el Sur de ese país, para llegar a América. Y desde allí, vacaciones a Marte, destino poco recomendable, por cierto, digan lo que digan en la empresa Memory Call, dedicada a las vacaciones virtuales, pero en realidad especialista en implantar en la memoria falsos recuerdos. Y si no que se lo pregunten a Douglas Quaid (Arnold Schwarzenegger), que vivió un infierno en el planeta rojo en Desafío total (Paul Verhoeven, 1990). Eso sí, tuvo acción y sorpresas de sobra gracias al relato sustancioso relato de Philip K. Dick.
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