'Scrapper', la vida de la clase obrera británica vista con los ojos de una niña de doce años
La ópera prima de Charlotte Regan se alzó con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance. Historia de una niña en un suburbio londinense, la película recorre la acción con humor, energía y sentido de comunidad.
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"He visto películas sobre la vida de la clase trabajadora donde los personajes sólo experimentan un minuto de felicidad en toda la película, en las que nadie es divertido y todos son desgraciados. Pero mi vida no ha sido así". Charlotte Regan, 29 años, es una recién llegada al cine británico a la que nadie esperaba. Formada en la calle, en Islington, un suburbio del norte de Londres, donde hacía vídeos para sus amigos raperos, ha sorprendido a todos con su ópera prima, Scrapper, Gran Premio del Jurado en Sundance. Con ella, la clase obrera se ha infiltrado en el cine.
Criada junto a su abuela en una torre de ese barrio, Regan nunca quiso ser cineasta. Con quince años quería ser rapera, como sus amigos, pero no sabía rapear, así que se dedicó a seguirles con una cámara y a hacer vídeos musicales. Hizo más de doscientos, hasta que el productor Theo Barrowclough, que buscaba jóvenes talentos, la conoció. Enganchada al ritmo de los videoclips y con la "capacidad de concentración de un niño", rodó unos cuantos cortometrajes que la llevaron a Berlín, Toronto y Sundance y con los que llamó mucho la atención.
"El duelo es algo que todos tenemos que aprender, de todas formas, lo haremos en algún momento"
Y llegó la pandemia. Regan quería debutar en el largo con una película de acción, "del estilo de las de 007", pero la alcanzó la vida. Su abuela y su padre murieron y decidió escribir una historia sobre el duelo infantil. "Yo estaba de duelo en ese justo momento, entonces leí mucho sobre este tema. Culturalmente luchamos contra ello, contra el duelo, no nos comunicamos, pero yo descubrí que en otras culturas es algo que enseñan a sus hijos. El duelo es algo que todos tenemos que aprender, de todas formas, lo haremos en algún momento. En el Reino Unido no hablamos de ello hasta que sucede. Pero leyendo libros japoneses para niños supe que allí los padres enseñan a sus hijos sobre el lenguaje del dolor para que cuando ellos lo experimenten sepan cómo procesar sus emociones".
Scrapper es la historia de Georgie, una niña de doce años de un suburbio londinense que, desde la muerte de su madre, se apaña para vivir sola engañando a los servicios sociales. Es divertida y listísima, se ocupa de la casa como lo haría una adulta y sobrevive como puede. Un día aparece su padre, un hombre muy joven al que no ha conocido nunca.
La tragedia de esta historia se intuye, pero no se sufre, Charlotte Regan la esquiva y la reemplaza por luz y humor, por sentido de la comunidad y vida de barrio. "Crecí en un edificio municipal con mi abuela y el barrio era un sitio de ese tipo, del mundo en el que amas a tus hijos, donde tienes tus propias tiendas, tus escuelas… una zona de clase trabajadora con un sentido de comunidad mucho más fuerte que otras áreas en Londres. Allí todo el mundo se cuida unos a otros, todos se conocen, hablan entre sí… Ese es el tipo de ambiente que queríamos atrapar para la película".
Un humor oscuro
"Mi tipo de comedia o humor favorito siempre surge de la oscuridad"
Con su inseparable amigo Ali, sacando dinero de la calle, con la complicidad de algún vecino, Georgie pasa día a día tachando en una lista que ha copiado de algún sitio de Internet las fases del duelo. "Mi tipo de comedia o humor favorito siempre surge de la oscuridad, me encantan las películas irlandesas -dice Regan-. Supongo que así es como me crio mi abuela. Era como si algo terrible estuviera sucediendo y entonces la única manera de superarlo fuera reírse. Fue algo que intentamos captar en la película, pero, para ser honesta, muchas veces la realidad es realmente así".
La realidad y Lola Campbell, la niña protagonista de la película. "Tiene un sentido del humor increíblemente oscuro. Yo pensaba que el mío era oscuro, pero al ver el de ella me he dado cuenta de que es diez veces mayor que el mío. Cuando la conocí, supe que también lo llevaría al rodaje, aunque fue difícil hacerlo bien, no queríamos tomar a la ligera el dolor porque el dolor infantil en particular tiene un impacto enorme".
Asumir riesgos
Transmitir cómo se sentía Georgie fue la gran preocupación de Charlotte Regan y de su amiga Molly Manning Walker, directora de fotografía de la película que acaba de estrenar también su ópera prima, How to Have Sex, otro gran descubrimiento del cine británico. Las dos habían llegado al cine desde el mundo del vídeo musical y a las dos les obsesionaba contar la historia "de una manera diferente".
"Las dos nos aburrimos bastante rápido con la narrativa tradicional y siempre pensamos cómo podemos hacer algo para que sea emocionante, para que nuestro día sea apasionante. Queríamos hacer una película que asumiera riesgos, incluso si estos significaban que iba a haber momentos defectuosos… y hay muchos de ellos en la película. Pero preferíamos eso a una película tradicional. Probablemente este enfoque se deba a los vídeos musicales y al deseo de contar historias visualmente en lugar de con palabras todo el tiempo".
Mujer joven de clase obrera
Así se rodó la historia de Georgie, inspirada en la propia infancia y adolescencia de su creadora en un suburbio y con referentes que no tienen nada que ver con el cine. "Los creadores que amo incluso ahora son personas que cuentan historias en un medio diferente, que no tienen miedo a no ser amables, a jugar con el tono… Seguramente consumo demasiado TikTok, sobre todo con mis primos pequeños".
"Estamos en un momento increíble del cine porque hay diferentes voces y diferentes historias. Y eso solo puede ser algo bueno"
"Quería una película alegre y divertida", afirma Charlotte Regan, una joven mujer cineasta que ha llegado al cine con una mirada nueva y que necesita el cine mundial, con la perspectiva de los artistas criados en barrios obreros. "Y creo que este año en particular ha sido diferente por la diversidad de voces que se están recibiendo en el cine. Estábamos en un mundo donde se permitía hacer alguna película a alguna mujer y a alguien de clase trabajadora, pero se permitía una por año. Después ya no te dejaban hacer más. Así ha sido hasta ahora. Lo sigo notando a veces cuando voy a festivales, incluso entre mis amigas directoras. Pero ahora, lo vi en Sundance, estamos en un momento increíble del cine porque hay diferentes voces y diferentes historias. Y eso solo puede ser algo bueno".
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