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La sexualidad femenina a través de las canciones de Rocío Jurado

Algunas de las letras cantadas por la artista chipionera rompieron tabúes en la España de los años setenta y ochenta.

Foto de diciembre de 2001 de la cantante Rocío Jurado durante su actuación en un programa de televisión
Foto de diciembre de 2001 de la cantante Rocío Jurado durante su actuación en un programa de televisión. AFP

Propuesta de viaje temporal: es martes por la noche, 3 de octubre de 1978, y un matrimonio enciende el televisor en un hogar cualquiera de un rincón cualquiera de aquella España. Es, como no podía ser de otra manera, un matrimonio formado por un hombre y una mujer. En concreto, un matrimonio de esos en los que el hombre no se ha planteado jamás de los jamases, ni por un instante, si su esposa disfruta las relaciones sexuales que mantienen o mantuvieron. Un matrimonio de esos en los que la mujer nunca ha pronunciado en voz alta la palabra orgasmo, de hecho, el concepto lo aprendió hace relativamente poco y ni siquiera está segura de haberlo experimentado en sus propias carnes alguna vez.

Pues ese matrimonio ha encendido el televisor y en el primero de los dos únicos canales disponibles aparece de pronto una artista imponente, de 34 años recién cumplidos, que canta mientras pasea por diversos escenarios exteriores. Su rostro se acerca y se aleja por obra y gracia del realizador Valerio Lazarov. Esa artista es Rocío Jurado —al hombre que ve la televisión le sonará, aunque sea, porque es la esposa del boxeador Pedro Carrasco—, y al alcanzar el estribillo mira fijamente a cámara y canta: "Hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo". También asegura que ya no se excita y que está cansada de fingir.

Eso que hace Jurado se llama derribar tabúes. Aparece en TVE, en el programa Aquí Radio Sardina, pero dos años después lo repetirá en una gala de Horas doradas. Nadie hablaba así entonces ante una audiencia tan amplia. La mujer que ve la tele en su casa ha sentido el ahora famoso verso como un rayo que la atraviesa y quizás traga saliva, quizás mira de reojo a su marido, quizás pensará en la canción cuando cierre los ojos antes de dormir a su vera o quizás lo comentará todo mañana con su amiga. Ese es uno de los principales poderes del arte: la disposición para hacerte despertar.

La temática indisimuladamente sexual de la letra no supuso ninguna anomalía en la extensa discografía de Jurado. En connivencia con los autores—en especial el trío formado por Manuel Alejandro, su hermano David Beigbeder y su señora, que firmaba con el seudónimo de Ana Magdalena—, la cantante ponía su arrebatadora imagen y su voz impetuosa al servicio de unos versos que hacían levantar la ceja a los oyentes más mojigatos.

En su caso, el viraje fue particularmente llamativo a ojos del gran público que la había conocido gracias al flamenco o la copla, géneros que a menudo se asociaban —de forma errónea, en muchos casos— con la parafernalia de la dictadura. Es cierto que ella nunca dejó de lado sus enriquecedores orígenes, pero pronto introdujo en su obra temáticas y enfoques renovadores muy alejados del nacionalismo rancio y la exaltación de los valores tradicionales.

Jurado introdujo obras temáticas y enfoques renovadores muy alejados del nacionalismo rancio

En la ya referida Lo siento, mi amor aparece el tema de la infidelidad, algo profusamente tratado antes y después de Jurado, pero que ella encaró en varias canciones distanciándose de los estereotipos negativos de la mujer traidora o traicionada: es el caso de Si llega él, Cuéntale o Fiel, por mencionar algunas, además de la celebérrima Señora.

Quizás la aproximación más llamativa al adulterio se encuentre en Se va a reír de ti. Publicada en 1985, Jurado contaba 41 años cuando la interpretó por primera vez: no es que la mujer de la canción reproche a un hombre que le sea infiel —"Ya lo encuentro natural", se resignaba—, sino que lo sea con alguien mucho más joven. Así, según la letra, la amante se burlará de la virilidad del susodicho "Cuando compruebe que en tus noches no hay tal fuego (...) Cuando, después de amar, te pida amar de nuevo".

Aunque lo verdaderamente inusual para una cantante de esa época y con semejante proyección pública fue su tratamiento de la sexualidad femenina. Ya en una canción de 1971 se adivinaba una metáfora erótica cuando reiteraba que "El clavel, al verte, cariño mío, se ha puesto tan encendido que está quemando mi piel". Era una insinuación sutil, quizás porque aún era casi una debutante. Años más tarde volvió a cultivar la alegoría, aunque algo menos velada, en Tú me has resucitado¸ cuya letra comenzaba así:

Mi cuerpo estaba intacto
sobre el tuyo zurcido.
Me hilvanaste un buen rato
y me hice un nudo en tu ovillo.
Me empujaste despacio,
como el que empuja un niño,
para no hacerme daño.

Si bien la alusión infantil puede resultar algo turbadora, parece claro que no está refiriéndose a ponerse a tejer con su pareja. Los dos ejemplos anteriores confiaban en la imaginación del oyente, pero en otros temas Jurado se anduvo con menos rodeos. Es el caso del deseo sexual. Esta sed que tengo arranca así: "Estas ansias locas que yo estoy sintiendo de ser tuya, muy tuya, de encontrarte a solas para que me beses con locura, esta prisa urgente de entregarme toda y perderme entre tus brazos".

En 'Paloma brava' pide no ser confundida con el ave del título porque ella no se conforma con miguitas de pan de año en año

Aunque ninguna mejor que Paloma brava para retratar la libido femenina. La mujer de la letra, escrita en 1985, pide no ser confundida con el ave del título porque ella no se conforma con miguitas de pan de año en año. En el estribillo ya apunta que "Para saciar mi sed, toda la lluvia no basta", pero luego se desmarca con una reivindicación mucho menos retórica:

Tú crees que soy feliz con casi nada
y estás equivocado por completo.
Me tienes que atender como dios manda,
que aún hay mucha mujer en este cuerpo.

La paloma también le sirve para otro símil presente en una canción de aquel mismo disco titulada Vibro¸ cuyo texto rememora un encuentro sexual. La protagonista asegura que vibra "Cuando despiertan tus besos mis dos palomas dormidas", en lo que parece una alusión a sus pechos.

Reproducidas en el orden correcto, las canciones de Jurado permiten ir subiendo el tono de forma paulatina. Así, en una composición de 1978 se escuchan de su boca estas palabras: "Si amanece y ves que estoy desnuda, cúbreme, cúbreme, cúbreme, cierra la ventana si no hay luna y cúbreme, cúbreme, cúbreme". La clara referencia a practicar sexo nada más despertar —el proverbial polvo mañanero— se subrayaba en los siguientes versos con una exhortación a su pareja no solo para que repitiese, sino para que mantuviese el listón: "Si amanece y ves que estoy despierta porque de tu amor aún no estoy llena, ámame otra vez, ámame otra vez con las mismas fuerzas de la primera vez".

Eso de dar instrucciones al amante también aparece de manera omnipresente en Quieto, donde la forma verbal que más se conjuga es, en efecto, el imperativo. En la primera mitad de la canción, las indicaciones tienen como principal objetivo mejorar el encuentro propiamente dicho:

Quieto, relájate del todo.
Quieto, intenta no pensar.
Deja que yo quiera mi modo.
Deja, no trates de mandar.
Quieto, refrena tus impulsos.
Quieto, mejor con suavidad.
Deja que yo controle todo.
Deja, no hay prisas en llegar.

En la segunda parte de la letra ella vuelve a tomar el mando. Autoridad desde el principio hasta el final del acto. Esta vez es quien decide hasta cuáles son los pasos para comentar la jugada y relajarse:

Quieto, enciéndeme un cigarro.
Quieto, charlemos otra vez.
Deja, has estado perfecto.
Deja, me hiciste más mujer.
Quieto, bebamos una copa.

La mejor manera de cerrar este recorrido por la sexualidad femenina a través de las canciones de Rocío Jurado es, qué duda cabe, Amores a solas. Es una composición publicada —resulta relevante recordar las fechas— en el año 1979. Extractar alguna estrofa que destaque sobre el resto se antoja complicado, por lo que bastará resumir que la canción entera versa sobre una mujer masturbándose en la playa.

'Amores a solas' tiene una letra de aceptación física y de poesía lujuriosa

La letra lo tiene todo, desde la aceptación física personal —"Qué bello mi cuerpo", llega a decir— hasta quizás el mayor ejemplo de poesía lujuriosa cantada por la artista natural de Chipiona, con ese tan juguetón "Mis labios salados recuerdan sabores de noches lejanas" aprovechando que la acción se sitúa en el mar.

En estos aspectos, Jurado fue una adelantada a su tiempo que ya se mostraba irreverente antes de que nacieran artistas que hoy se refugian tras la etiqueta de provocativos. Además, últimamente han hecho fortuna en las redes sociales varios fragmentos de entrevistas televisivas donde contestaba con salidas ingeniosas y con su desparpajo habitual. Quizás la difusión que alcanza hoy el rescate de esos vídeos se explique porque sus respuestas difieren de los convencionalismos de la época vistos desde el presente, y también —por qué no decirlo— chocan con lo que mucha gente espera que dijera una folclórica.

Eran palabras ante inoportunas preguntas sobre la anatomía femenina, palabras que corregían en público a su segundo marido —"A mí tanto machismo me apabulla"—, palabras solidarias con las víctimas de la violencia de género y, de paso, palabras de apoyo a los homosexuales, como aquel día que en el programa Lo + Plus aseguró "yo soy pro gay".

Todas esas declaraciones coinciden en el tiempo, la década de los noventa. Por entonces Jurado ya debía sentirse una mujer con la madurez y la soltura suficiente para decir públicamente lo que le viniera en gana. Pero si algo indica el repaso a las letras que fue cantando durante toda su carrera es que antes, cuando era más joven, tampoco tuvo miedo a salirse del camino marcado. Y encima no se limitó a hacerlo desde la comodidad de una mesa de entrevistas, sino donde una artista se juega las papas: arriba del escenario, allí donde se ganó el sobrenombre de la más grande.

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