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"Nunca estamos solos, nunca"

El cineasta argentino Alan Stivelman encuentra ‘sus’ respuestas a las preguntas esenciales de la existencia en un ‘viaje de sanación’ junto a Juan Pérez, un gaucho que ha vivido 40 años aislado, tras vivir lo que para él fue un fenómeno OVNI.

'Testigo de otro mundo'.

“A medida que envejezco estoy más convencido que nunca de que no estamos solos”. El genial astrofísico Stephen Hawking mantuvo durante decenios la convicción de que existía vida extraterrestre y, mucho más, de que él sabía “por dónde debía empezar a buscarla”. También dedicó muchas entrevistas y conferencias a advertir sobre las posibles intenciones que estos supuestos alienígenas podrían tener de colonizar nuestro planeta. Nadie pensó cuando lo dijo, ni lo piensa ahora, que el extraordinario científico estuviera loco.

La otra cara de la moneda es Juan Pérez, un gaucho de 52 años, que ha vivido apartado del mundo durante cuatro decenios, acompañado solo por la tortura de una angustia infinita. Vive aterrorizado pensando que los demás le tomen por loco y que la experiencia que vivió y le marcó a fuego esa vida de soledad haya sido “algo que solo le pasara a él”. Es el Testigo de otro mundo de la película documental de Alan Stivelman, un ejercicio de recuperación de un hombre arrastrado al sufrimiento tras ver, al menos eso interpretó él, una nave extraterrestre aterrizar en el campo.

Aquel niño se quebró

Tenía doce años y había salido de su casa con su caballo. Según su versión, se acercó a la nave y llegó a subir a ella, donde mantuvo un contacto con uno de los seres que vio dentro. Poco después, le presentaron ante decenas de medios de comunicación para que narrara lo ocurrido, pero aquel niño, asustado y todavía conmocionado, se quebró en un llanto incontenible. No pudo articular una sola palabra. Lo siguiente fue una huida voluntaria hacia la soledad en el campo, donde fue a buscarle Stivelman.

“Hice esta película para poner en crisis mis creencias y no sólo logré eso, sino que, en el camino, ayudamos a una persona en su proceso de búsqueda y sanación. Es una película que nos ha dejado muchas enseñanzas a todos, como la idea de que nunca estamos solos. Nunca”, asegura el cineasta, que realiza este recorrido acompañado del astrofísico Jacques Vallée, reconocido estudioso del fenómeno OVNI, discípulo del astrofísico y asesor científico en estudios ufológico J. Allen Hynek.

"¿De qué va todo esto?"

Testigo de otro mundo no es una película sobre el fenómeno OVNI, no es una historia de suspense alrededor de lo que le sucedió a Juan Pérez, no es una retahíla de testimonios científicos defendiendo o rebatiendo la existencia de vida extraterrestre… entonces, como el propio director se pregunta en su película, “¿de qué va todo esto?”

Va de encontrar tu comunidad, de reconocerte en los demás, de pelear, de sentir que los locos son ‘otros’ o, al menos, de que hay unos locos como tú con los que convivir, con los que compartir la vida. La fragilidad de Juan —hay emocionantes momentos de este hombre llorando por el recuerdo y el dolor— es mucho más importante que la duda de si seres de otros mundos han venido o no a visitarnos.
Y una de las sendas en ese “viaje hacia la sanación”, como lo denomina el director, la abre el propio Vallée. El científico, uno de los asesores de Steven Spielberg para Encuentros en la tercera fase y modelo en el que se inspiró el cineasta para construir el personaje de Claude Lacombe que interpretó François Truffaut, ya se refería en 1969 en el libro Pasaporte a Magonia a “otra dimensión”.

'Testigo de otro mundo'

'Testigo de otro mundo'

"La tierra está muy débil"

Armado de cierto tono literario, Vallée advirtió de que “el Universo de las hadas, los duendes y los OVNIS pertenecerían a otra dimensión y que estos irrumpirían nuestra realidad, dejando una huella en la consciencia de los testigos”. Y ahí es donde la película de Stivelman enlaza perfectamente con lo que el cineasta llama “la imagen arquetípica moderna de lo sagrado”, con sus preguntas existenciales y con la clave definitiva de la existencia de este solitario gaucho, que no es otra que la sabiduría ancestral del pueblo guaraní.

“La Tierra está muy débil”, sentencia Plutarco, el ‘karai’ (anciano sabio) de la comunidad Mbarigui que recibe al equipo de esta película. “Ustedes están distraídos”, dice el hombre a Alan Stivelman, “ya no hay animales que cuidar, no hay árboles, no hay monte, el hombre blanco ha quitado todo. Nosotros no podemos hacer otra cosa más que cuidar la Tierra porque ese fue el motivo por el cual nos creó Ñanderú (dios). Somos los que generan un equilibrio a nuestro planeta y nuestros rezos evitan que hayan mayores catástrofes naturales, pero ya la Tierra está muy débil”.

Los misterios de la tradición guaraní, las teorías científicas de Stephen Hawking, la convicción de los ‘testigos’ de fenómenos OVNI, la incredulidad de tantos… ¿Cuál es la opción correcta? En realidad, eso da igual. El viaje para Juan Pérez ha terminado, ha encontrado su ‘nicho natural’, ha perdido el miedo y ha encontrado ‘sus’ respuestas al lado del pueblo guaraní. Respuestas equivocadas para muchos otros que tendrán que seguir buscando su espacio, pero por el momento este ‘testigo de otro mundo’ puede decir, como decía R. P. McMurphy (impresionante Jack Nicholson) en Alguien voló sobre el nido del cuco: “Hay un poco de niebla, pero no me esconderé tras ella. No... nunca más...”

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