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Los sótanos de los monstruos

Catorce escritores se adentran en Frankenstein y Drácula para mostrar las pesadillas más humanas.

PAULA CORROTO

Un rostro cuadrado con tornillos sobre los hombros de un cuerpo de más de dos metros es una imagen cinematográfica que nos remite invariablemente a Frankenstein, el terrorífico personaje creado por la británica Mary Shelley en 1818. Asimismo, si vemos una cara pálida y con unos colmillos algo más largos de lo normal, no dudamos en encontrarnos ante el retrato de Drácula, la criatura que imaginó el irlandés Bram Stoker en 1897. Y, de acuerdo, los dos son monstruos. Seres terroríficos. Iconos de nuestras pesadillas. Sin embargo, ¿son solamente una muestra del terror? ¿Qué ocultan estos seres defectuosos?

Precisamente, esta fue la cuestión que se planteó Javier Azpeitia, de 451 Editores, para poner en marcha una nueva colección de remakes sobre obras clásicas tras la experiencia de versionar a escritores como Shakespeare o Bécquer. Y así convocó a 14 escritores, más el ilustrador Santiago Sequeiros, para que dieran su propia interpretación tanto de Drácula como de Frankenstein. Con una peculiaridad: al gigante de los tornillos sólo tendrían acceso escritoras, en homenaje a Shelley.

Y si hay algo que caracterice a este monstruo es la creación. Frankenstein es la figura que creó el hombre, con lo que la proyección hacia el universo femenino es inevitable, algo que han utilizado buena parte de las autoras, entre ellas, Pilar Adón, Irene Gracia y Lola Beccaría. Eso sí, todas dándoles su propio condimento.

'Yo he pretendido vengarme de la vida y la muerte, precisamente, a través de esa creación. De hecho, creo que el suicidio -Frankenstein acaba arrojándose a una pira de fuego- es la mayor venganza hacia el padre que puede existir', señala Irene Gracia (Madrid, 1956). Por su parte, Pilar Adón (Madrid, 1971) se centra en el dolor y angustia que Mary Shelley arrastró toda su vida por la muerte de su madre tras su nacimiento, y también las de sus hijos.

Un entretenido debate que despiertan los monstruos es el que tiene que ver con su ética. ¿Saben que hacen daño?¿Lo hacen a propósito? Para Gustavo Martín Garzo, que ha escrito un relato sobre Drácula, es evidente que no. Y para explicarlo se apoya en la película de Francis Ford Coppola: 'Ahí se ve un Drácula enamorado que no se va con la chica porque sabe que la hará daño'. Santiago Sequeiros (Buenos Aires, 1971) da una opinión totalmente diferente: 'Drácula, aparte de la sublimación del poder, es un psicópata. Y lo de Coppola será muy bonito, pero me parece una mariconada, porque Drácula no es amor, sino sexo. El vampirismo no tiene nada que ver con la inocencia'.

Con Frankenstein surgen menos discusiones. 'Era un desdichado', afirma Pilar Adón. 'Un niño en busca de cariño porque se ha quedado solo', finaliza Siqueiros.

1. La infancia

Los monstruos  representan lo que se encuentra en nuestro corazón, nuestros deseos y anhelos,  y por ende , lo que remite  a nuestra infancia.

2. La soledad

Un monstruo siempre está solo y siempre se siente así porque es diferente al resto. Por tal razón, su mayor interés es acercarse al ser humano. Es la búsqueda de un cariño al que no tiene acceso.

3. El miedo

Pero no el que aterroriza, sino el que angustia, el que te impide hacer las cosas. Ese también es un símbolo de estos monstruos literarios.

4. El daño

Los monstruos son personajes ‘defectuosos’. Nacen dañados, como muchas personas que llegan al mundo en las peores de las circunstancias.

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