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"Unamuno fue el más libre de los escritores"

Al escritor le cuesta cerrar y olvidarse de los libros ya escritos. Amplía 17 años después ‘Las armas y las letras' con nuevos hallazgos

PEIO H. RIAÑO

Las armas y las letras es un libro hecho a encontronazos, casualidades y conversaciones, que van y vienen como la memoria, que no termina de cerrarse, que supura y late, que impide olvidarse de lo dicho porque la historia varía con el paso del tiempo. Andrés Trapiello (León, 1953) seguía recibiendo destellos de esa memoria de hace 70 años, como cabos que atar.

Y volvió a desmenuzar un libro descatalogado. A las antiguas páginas añadió una fotografía de Alberti, con una dedicatoria en la que frivoliza la guerra al describirla como 'la belle époque'; otra foto de Octavio Paz levantando el puño; una carta de Edgar Neville en la que escribe sobre el asesinato de Lorca, otra de Torrente Ballester, en la que ve la guerra como 'un deporte de hombres', y un manuscrito de Sánchez Mazas sobre su encarcelamiento.

¿Acabará de escribir alguna vez este libro?

Bueno, este es un libro muy poco académico, pero es bastante exhaustivo. Sigo yendo a los rastros, encontrando pistas del pasado, periódicos, libros, fotos Por eso es un trabajo colectivo y por tanto imposible de cerrar. Como la propia guerra civil, no es un libro que esté cerrado.

¿Por qué regreso a él?

El pasado agosto volví a leer el libro 17 años después y encontré que era un libro, modestia aparte, muy bueno. Merecía la pena corregirlo en dos meses, pero al final le he dedicado mucho más tiempo. Más incluso que cuando publiqué el original, que lo redacté en tres meses y lo corregí en otros tres.

¿Qué nuevos libros ha encontrado en estos años?

Esta parte aporta dos libros fundamentales: Los diarios de Morla Lynch, un testimonio de primer orden. Y el libro más importante sobre la guerra, el de Clara Campoamor, Historia de la revolución contada por una republicana.

¿Contra qué escribe el libro?

Este es un libro contra los lugares comunes, contra los prejuicios. Leamos los libros y digamos qué es bueno y qué es malo.

¿Hemos logrado romper con los viejos esquemas?

Las armas y las letras se concibe por una insatisfacción ante la historia de España tal y como nos la han contado. El esquema que heredé no me servía: dos Españas que entran en guerra y una vence sobre la otra. No es así, porque la mayoría de los escritores no pudieron elegir el campo en el que quisieron estar. La decisión de Ortega y Gasset de sumarse al fascismo estuvo condicionada por sus hijos que luchaban con Franco, la elección de Unamuno tampoco fue libre, siendo el más libre de todos.

¿Por qué Unamuno?

Fue libre para sumarse a la rebelión con una decisión impopular. Él, que se había enfrentado a Primo de Rivera y que lo mandó al exilio, no dudó al aliarse con Franco. Pero al mes se da cuenta del crimen que están cometiendo. Y se enfrenta, como todos sabemos, jugándose la vida. Las circunstancias les impidieron actuar como hubieran querido y eso lo sufrió la literatura, que obedecía a presupuestos de propaganda.

¿Todos los escritores están en la misma balanza?

La inmensa mayoría de ellos hubiera preferido un tercer bando. Con la República estuvieron Lorca, Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández. Sí pero es que en el otro bando también estaban Baroja, Azorín, Ortega y Gasset, Unamuno, Pla, etc. Todavía hay mucha gente que cree en este esquema y se privan de grandes escritores porque no estaban en su bando. Durante muchos años se prescindió de Azorín, Eugenio d'Ors o Foxá. A mí no me parece peor escritor Sánchez Mazas que Francisco Ayala, ni Pla que Chaves Nogales Es un error compararlos: si los pones en la misma balanza pesan lo mismo.

Sin embargo, hasta las letras fueron colocadas por bandos.

No todos los que estaban en la República acatan los principios de la ilustración y la democracia, ni todos los que están con los fascistas son fascistas, ni dejan de ser ilustrados por estar con ellos. El libro se propone explicar aquello que era demasiado sencillo de explicar. Los que ganaron la guerra perdieron los manuales de literatura y a muchos de los que la perdieron se les concedió el estatuto de grandes escritores.

¿Qué falta para curar la memoria?

Hablemos de mínimos: no puede haber muertos enterrados en las cunetas. El único modo de salir de la lógica de la venganza es pasar del 'tú más' al 'yo también'. Ninguna de las dos partes ha asumido las responsabilidades. Se recuerdan todo el rato los crímenes de los demás, no los propios, es una memoria selectiva. Hay que desmantelar los símbolos totalitarios, debemos sacar a José Antonio y Franco del Valle de los Caídos y convertirlo en un museo de la memoria colectiva.

¿Cómo encontró la carta de Edgar Neville en la que habla del asesinato de Lorca?

Me la pasó Carlos García Alix, que estaba en poder de su abuelo, Miguel Pérez Ferrero, un biógrafo excelente. Era una carta que tenía hace años. La foto de Alberti, que es probablemente uno de los documentos más importantes del libro, me llegó a través de un amigo. Todo es un poco por azar.

Pero usted busca y rebusca en el Rastro.

Es cierto, en el Rastro tú no encuentras si no aquello que vas buscando. Sigo encontrando cosas, porque la Historia no ha acabado. Es más, un amigo me acaba de mandar un texto que León Felipe escribió para un prólogo en 1958. Es alucinante. Esto debo incluirlo en la próxima edición, es increíble [y empieza a leer].

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