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¿Pero de verdad alguien ha crucificado a Del Bosque?

ANTONIO AVENDAÑO

Se llena estos días la prensa española de artículos y columnas lamentando que se esté crucificando al entrenador Vicente del Bosque por el partido insuficientemente brillante de la selección española ante Croacia, cuya derrota por 0-1 ha colocado a España en cuartos de final de la Eurocopa 2012. Todos vimos el partido y, en fin, es opinable. Y además, opinable gratuitamente. Lo bueno del fútbol es que es de mentira, por eso son tan poco recomendables tipos como el expresidente del Barcelona Joan Laporta, empeñado durante su mandato en mezclar a toda costa el fútbol, que es de mentira, con la política, que es de verdad. ¿Fue un mal partido el de España ante Croacia? Bueno, vale, pudo ser mejor. Pero pudo serlo en un cierto sentido, porque en otro sentido, en el referido al resultado y sus consecuencias, no pudo ser mejor, dado que España ganó y se clasificó. Pero, en fin, todo esto es menor y en todo caso opinable.

Lo llamativo de las lamentaciones por la crucifixión de Del Bosque es que tal crucifixión... no ha existido. Por eso resultan tan sugestivos tales artículos, que además han sido muchos, como han sido muchas las opiniones escuchadas en la radio y en la televisión a los periodistas deportivos defendiendo a Del Bosque de unos ataques... que no había recibido. O que apenas había recibido. Es como si el tópico sobre nosotros mismos (somos un país cainita, aquí se machaca a cualquiera que sobresale, la envidia es el pecado nacional...) se hubiera impuesto sobre la realidad a la hora de evaluar nuestra conducta efectiva, a la cual parece haberse superpuesto una reprobable conducta imaginaria que en verdad nunca tuvo lugar.

Nadie significativo periodísticamente ha puesto a Del Bosque al pie de los caballosPuesto que el tópico dice que se tendría que haber desencadenado una campaña nacional contra Del Bosque por haberle ganado de forma sólo mediocre a Croacia o no haber sacado un delantero nato en el primer partido, mucha gente ha reaccionado como si, en efecto, tal campaña se hubiera producido, pero lo cierto es que no se ha producido tal cosa en absoluto. Algunos reproches aquí y allá. Algunos disparates en las redes sociales. Algún que otro sarcasmo aislado. Pero nada más. Literalmente, NADA MÁS. Nadie significativo periodísticamente ha puesto a Del Bosque al pie de los caballos. Nadie significativo deportivamente lo ha descalificado como entrenador. Nadie significativo socialmente lo ha perseguido. Nadie relevante institucionalmente lo ha crucificado.

Lo interesante es que ha habido una réplica generalizada a unos ataques que en realidad nunca han tenido lugar. O al menos no en tal proporción e intensidad como para justificar el aluvión de gente que ha salido en defensa del entrenador. En esa extraña situación parece haber un retrato inesperadamente ilustrativo del propio país. Es como si necesitáramos meternos con alguien a toda costa incluso cuando no hay motivo para meterse con alguien.

No es que hayamos visto y oído que machacaban a Del Bosque, sino que hemos dado por hecho que necesariamente lo han machacado, puesto que si no lo hubieran hecho no estaríamos ante el país que conocemos desde siempre, estaríamos ante otro país más prudente y más sereno, más ecuánime y más normal, lo cual a su vez no encaja con la idea que tenemos de nosotros mismos como país. ¿Una España que no machaca al entrenador nacional cuando sólo gana por 1-0, estando como estábamos convencidos que lo haría al menos por 2 o 3? ¿Cómo es eso? ¿Pero adónde vamos a ir a parar? ¡Esto no es serio, señores, no es serio! Se empieza por no crucificar al entrenador nacional y se acaba aceptando que el pobre Zapatero tampoco tenía la culpa de todo o que el agobiado Rajoy hace todo lo que puede, pero lo que puede hacer tampoco es mucho.

Por cierto, yo mismo arranco esta reflexión diciendo 'Se llena la prensa española de artículos de fondo...'. Bueno, tal vez no se haya llenado tanto, puede ser. La verdad es que no he contado los artículos y comentarios que dicen lo que digo que dicen. Vale. Aceptado. Pero es que si uno no exagera un poco y no se mete con alguien, maldita sea, es que, como diría Cela, ni es español ni es nada, coño.

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