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Benzema, un clásico

El francés, suplente, sólo necesitó tres minutos sobre el campo para marcar el gol que clasifica al Madrid para cuartos. En el horizonte se vislumbra al Barça, que juega mañana en Pamplona con un 4-0 de ventaja

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

La varita de Benzema está llena de registros. Y pletórica. La magia del francés ha explotado durante esta temporada con tal fuerza que ha terminado por teñir sus botas de gol. Casi todo lo que toca acaba en la red. Ayer, renqueante tras el fuerte golpe que sufrió el sábado en Liga frente al Granada, el francés saltó desde el banquillo para desatascar el camino del Madrid hacia los cuartos de Copa. Lo hizo con la naturalidad de los genios. Con un feliz golpe de fortuna.

Mou planteó uno de esos encuentros de trazo grueso que dice echar de menos

A Karim le bastaron tres minutos sobre el césped –apareció en el 69 para suplir a Higuaín– para hacer añicos un 0-0 que se tornaba peliagudo cuanto más cerca estaba el final. Un gol clasificaba al Málaga. Hasta que en un contragolpe sereno, nada vertiginoso ni acelerado, se juntaron Özil, también suplente, y Benzema. Lo hicieron con la suficiencia de los sabios, al ritmo justo. El galo recibió el balón escorado a la izquierda, pisó el área y con esa pose que simula desgana pero es habilidad, disparó a puerta. El balón salió correcto, se volvió blando por la resistencia del aire y cuando Caballero se arrodilló para atraparlo, la jugada pareció finiquitada. Error. La pelota, siempre caprichosa, no se detuvo. Encontró el imperdonable túnel que dibujó el portero malaguista bajo su cuerpo y, mansamente, con acento francés, se deslizó sobre la hierba hacia el interior de la portería.

Antes de eso, la noche fue más emocionante que vistosa. Mourinho, de gesto melancólico en las últimas semanas, apeló a la nostalgia. Desempolvó los viejos y añorados –según propia confesión– libros de táctica que escribió en Inglaterra e Italia para plantear uno de esos encuentros de trazo grueso y firme que dice echar de menos. Arrancar con un gol de ventaja es el paraíso para una propuesta de control férreo como las que le gustan al portugués.

A Cristiano, de nuevo discreto, le cuesta marcar goles bajo presión

En lo básico, el Madrid logró su propósito. Para ello, no le importó sacrificar de nuevo a Xabi Alonso, emparedado entre Lass y Khedira. El trío cerró casi todos los caminos hacia Casillas, pero a la vez ralentizó cualquier atisbo de contragolpe. En el discurso de Mourinho, un cuasi perfecto corsé táctico. Sólo un latigazo de Eliseu a la escuadra derecha de Casillas, respondido de forma espectacular por Iker, cimbreó el entramado blanco.

La lesión de Khedira antes del descanso aflojó las ataduras lo suficiente. El Málaga siguió dominando sin excesiva profundidad, pero los visitantes comenzaron a asomarse. A ello contribuyó la ausencia de Kaká, que tras otra actuación gris fue sustituido en el descanso por Marcelo. El Madrid, más simétrico y osado, sacó las garras, aun sin arañar. Esperaba quizás la aparición de Benzema, cuya eficacia va más allá de la brillantez. Le sale a borbotones.

Málaga: Caballero; Sergio Sánchez, Demichelis, Mathijsen, Monreal; Cazorla, Toulalan; Seba (Rondón, m. 66), Isco (Bounanotte, m. 75), Eliseu (Maresca, m. 75); y Van Nistelrooy.

Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Pepe, Ramos, Coentrao; Lass, Xabi, Khedira (Özil, m. 43); Higuaín (Benzema, m 69), Cristiano y Kaká (Marcelo, m. 46).

Gol: 0-1. M. 72. Contragolpe del Madrid que culmina Benzema con un derechazo centrado que se cuela bajo el cuerpo de Caballero.

Árbitro: Pérez Lasa. Expulsó a Arbeloa por doble amarilla (m. 87). Amonestó a Lass, Demichelis, Rondón y Sergio Ramos.

La Rosaleda: 27.000 espectadores.

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