
Los chicos de oro ya tienen a su alcance luchar por el metal olímpico que llevan en su apodo desde que nacieron como generación. Con mucho sufrimiento, ciertas dosis de suspense, derrotaron a Lituania (91-86) y se clasificaron para disputar la segunda final olímpica en la historia de la selección española.
El primer asalto, muy igualado (21-19), fue una toma de contacto, una primera refriega en la que cada equipo expuso sus argumentos, Gasol marcó su terreno y Jasikevicius manejó a los lituanos con la suficiente destreza como para que los de Aíto tuvieran que fajarse de lo lindo en defensa. El acoso de Javtokas no intimidó a Pau, que se zafó con destreza, mientras que Garbajosa mantenía a raya a Siskauskas, uno de los vértices del triángulo mágico de Lituania, también cojo por el lado de Kleiza.
Pero Aíto movió piezas, sacó la segunda línea de ataque, con Felipe, Marc, y Ricky al mando, y a Lituania, desconcertada, le costó encontrarle el punto al partido, apretada por la buena defensa española. Hasta que Jasaitis (tres) y Lavrinovic (2) encadenaron cinco triples consecutivos, sin que España encontrase la manera de taponar esa vía de agua. Y aún así, lograron los de Aíto mantenerse a rebufo (40-42, al descanso), gracias a la picardía de Ricky, que le sacó una falta a Jasikevicius con el reloj ya a cero.
A la selección le costaba anotar. No estaba Rudy en su mejor día, Navarro en el banquillo, y, en la pintura, ante la piña lituana, apelotonados todos para asfixiar a los pívots españoles, los fallos se sucedían. Los porcentajes de los de Aíto no superaban el 40%, una constante en casi todos los partidos. Pero Felipe fue pescando rebotes en una y otra zona y dejando algún puntito, los suficientes para que los lituanos no lograran escaparse (62-66).
Jasaitis seguía siendo un problema. La defensa española no funcionaba y anotar un punto costaba sangre, sudor y lágrimas. Felipe parecía el único capaz. Hasta que Ricky y Pau se marcaron un alley-oop, y después Rudy culminó un contraataque y el ex escolta de la Penya se fue animando, circunstancia que agradeció España. Mientras Lituania se cargaba de faltas -Lavrinovic se fue al banco a seis minutos del final-, los de Aíto recuperaban el mando del marcador (79-74). Sin Calderón, lesionado, y con cierto sufrimiento, lo mantuvieron hasta el final.
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