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España prueba la paciencia

La selección español rompe la barrera de Irak gracias a un solitario gol de Villa, que supera a Fernando Hierro, y se mete en semifinales (1-0)

JOSÉ MIGUÉLEZ

España ya duerme en semifinales, donde empezarán las sesiones más comprometidas. Hasta la fecha, la aventura en Suráfrica no le ha provocado ni un catarro. Tampoco el segundo asalto. Irak no fue la Nueva Zelanda de caramelo del estreno, pero tampoco le exigió demasiado. Sólo paciencia.

El plan de Irak lo avanzó en este periódico el día antes su experimentado seleccionador, el trotamundos Milutinovic. Nombró a Xavi y deslizó que no encajar muchos goles le podría llevar a las semifinales. No buscó más. No aspiró nunca a la victoria, sólo a minimizar daños. La confesión se concretó en el terreno con la vigilancia especial al azulgrana y un planteamiento ultradefensivo (un 5-4-1 con al menos diez de sus futbolistas siempre por detrás de la pelota).

Como gesto más atrevido, Irak se esmeró por alargar sus posesiones. Se prohibió los pelotazos, lugar común de los equipos pequeños, y trató de combinar. Eso sí, sin ninguna pretensión ofensiva, simplemente por ganarle segundos al reloj. Eran rondos en campo propio que obligaban a España a emplearse en la presión, y quizás encerraban carga de trampa al fondo. Pero si lo que buscaba Irak era atraer en masa a España para de pronto salir a la contra, no hubo ocasión de comprobarlo. España siempre recuperó el balón antes.

Luego, con tanto obstáculo humano entre el cuero y la portería, y tan poco espacio, a la selección española le costó vestir de ocasiones su dominio. Sólo lo logró a partir de algún centro templado y enroscado de Ramos por la derecha, que, a diferencia del día del estreno, fue por donde vació España su mayor peligro. Pero, en general, la selección se desgastó en el primer tiempo sin recompensa.

Del Bosque había modificado el once. Tal vez lo hizo por repartir cansancio o tal vez, porque esa fue la principal consecuencia, para encontrar un dibujo más ortodoxo y equilibrado. El 4-4-2, con dos bandas bien definidas, le arrebató a España la superioridad que el fútbol de toque le concede otros días en el centro del campo. Daba lo mismo. Del Bosque sospechaba, y acertó, que el encuentro no se iba a jugar ni decidir por la medular, sino más arriba, muy cerca del área rival. De ahí su intento de ensanchar el campo.

El goteo de ocasiones que arrancó el juego de España sorprendió en el instante final al mismo protagonista, Villa. El asturiano fue el que mejor se las apañó para inventarse espacios y claros donde físicamente no los había. Pero, al tiempo, apareció casi siempre con el punto de mira averiado.

Le costó ver puerta. Un zurdazo fuera, un derechazo a las nubes, un cabezazo blando. Los malpensados ya creían advertir en sus remates nuevos efectos nocivos de la incertidumbre de su futuro. Pero al fin, poco antes de la hora de juego, destapó el gol con un preciso y delicado cabezazo y se quitó de encima las incómodas sospechas.

La prueba de que Irak no aspiraba a la victoria, ni siquiera al empate, que simplemente buscaba un marcador poco lastimado, que jugaba con la mirada puesta en el posible empate final a puntos con Suráfrica por la segunda plaza, fue que no se movió tras ese tanto de Villa. Insistió en vivir la tarde acolchado sobre su área, con todos sus jugadores, menos el punta Alaa, por detrás de la pelota.

El caso es que a España le salió bien la fórmula de la paciencia. El rigor, la concentración y la sincronización con que los iraquíes siguieron el planteamiento inculcado por Milutinovic durante apenas 20 sesiones se fue diluyendo con el paso del tiempo. Su eficiencia defensiva no fue la misma ya en la segunda mitad, en la que a España se le acumularon ocasiones. Y no porque se le ocurrieran más soluciones, sino porque los agujeros enemigos empezaban a asomar.

Realmente, España no modificó su conducta en toda la reunión. No se desesperó frente a la sesión plomiza que le preparó el rival y se armó de paciencia. Jugó siempre a lo mismo, a tocar, a hurgar por las bandas y por el centro, a probar el disparo lejano desde la frontal, a fabricarse espacios en el área. La falta de éxito inmediato no le perturbó. Nada exigido en los asuntos defensivos, siguió y siguió. Y al final, la perseverancia le dio premio.

ESPAÑA: Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Marchena, Capdevilla; Cazorla (Silva, min.67), Xabi Alonso, Xavi (Busquets, min.82), Mata; Villa (Güiza, min.74) y Torres.

IRAK: Mohamed Kassid; Salam Shaker, Mohamed Ali Kareem, Fareed Majeed, Ali Hussein, Basem Abbas; Samer Saeed (Mahdi, min.60), Muayad Khalid, Hawar Mulaa Mohammed (Karrar Jasim, min.69), Nashat Akram, y Alaa Abdul Zahra (Younis, min.81).

GOL: 1-0, min.55. Villa.

ARBITRO: Matthew Breeze (AUS). Amonestó a Xabi Alonso (min.38) y Marchena (min.53), de España y a Basem Abbas (min.29), de Irak.

ESTADIO: Free State Stadium.

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