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De la iglesia a rey Midas de la NBA

Anthony Davis metió sus primeras canastas en la maltrecha y agujereada pista de una iglesia cercana a su instituto. Hoy tiene el mejor contrato de la historia de la NBA y muchos le ven como próximo número uno indiscutible

Anthony Davis, durante un partido con Nueva Orleans. REUTERS

Como los pandilleros y traficantes de droga hacían suyos los vecindarios y parques cercanos al South Side de Chicago en el que creció, el padre carpintero de Anthony Davis halló la solución para que su hijo y las dos hermanas de éste jugaran al baloncesto libres de amenazas. Levantó una amplia cancha de baloncesto en el patio trasero de la casa familiar. Y esa no fue la primera vez que Davis se las tuvo que arreglar para tirar canastas. El instituto al que acudió, el Perspectives Charter School, tiene un programa de matemáticas y ciencias con fama en EEUU, pero todo lo contrario en deportes. Sin gimnasio en el que practicar, jugaban en la maltrecha y agujereada pista de una iglesia cercana.

Hoy, Anthony Davis (Chicago, 1993) ha cambiado aquellas canchas improvisadas por los mega pabellones de lujo de la NBA. Y una vida sencilla por un futuro sin problemas. Los 145 millones -como mínimo- que cobrará durante cinco temporadas a partir del verano de 2016 le invitan a un porvenir dedicado a la contemplación cuando se retire dentro de una década. El contrato que ha firmado con Nueva Orleans es el mayor de la historia de la NBA y uno de los más altos de todos los tiempos en el deporte. Y es fruto del nuevo contrato televisivo que entrará en vigor la campaña 2016-17, gracias al cual los equipos tienen un mayor tope salarial. Pasarán de los 67 millones de esta temporada a los 90, mientras que en la 2017-18 se situará en 108. De ahí que todos los jugadores (sobre todo grandes estrellas como LeBron James) se froten las manos ante la de millones de dólares que les van a llover.

Adoptado en la ciudad del Katrina

Aquella época como aprendiz de all-star en el instituto guarda un momento de duda en el que pudo cambiar su brillante presente y futuro. Tras una primera prueba en el conocido programa de baloncesto MeanStreets, se dirigió a su padre en el coche, con el ceño fruncido para decirle que no quería continuar. “¿De qué estás hablando? Tienes todo el talento y la habilidad. Confía en nosotros: puedes hacerlo", trato de convencerle uno de los técnicos de aquel programa. Confió y los seguidores de Davis todavía hoy le enseñan asombrados los vídeos en YouTube de esos partidos con MeanStreets en los que se salió.

En 2012, meses antes de dar el salto a la NBA ganó el campeonato universitario con Kentucky tras promediar 14,2 puntos, 10,4 rebotes y 4,7 tapones y ser elegido MVP. Por entonces, su característico unicejo ya era toda una sensación. Los aficionados crearon todo tipo de merchandising con él y Davis decidió registrar las marcas Fear The Brow and Raise The Brow por una estrambótica razón: “No quiero que nadie se deje crecer un unicejo por mí e intenten ganar dinero con ello”. Sin duda, esos pelos de más entre sus cejas son hoy su gran imagen.

Como todos aguardaban, fue escogido número uno del draft por Nueva Orleans, ciudad que le ha acogido y a la que él ya reconoce como suya. Un sentimiento que reconocen en una urbe necesitada de héroes tras el devastador huracán Katrina. Cuenta Paul Flannery en un inmenso reportaje en SB Nation que uno de los directivos de los Nueva Orleans Pelicans interrogó a Davis sobre si había algún aspecto de la ciudad que no le gustara. Éste le respondió: “Tenemos que arreglar nuestras calles”. Y el directivo le dijo con felicidad a Flannery: “No contestó ‘arreglar vuestras calles’, sino ‘nuestras calles’. Ese es el lamento de cada ciudadano de aquí”. Un liviano ejemplo que muestra el lazo del espigado jugador con la urbe.

Davis, durante un partido con EEUU en el Mundial. Al Bello/AFP

Espigado como adjetivo quizás se queda corto. Mide 2,08 metros, pero su envergadura no le resta ni mucho menos agilidad. Tiene una impresionante habilidad con los pies pese a su físico y una zancada espectacular. Domina los dos aros y posee un gran tiro exterior, que ha mantenido por sus inicios en esta posición. De hecho, en el instituto le conocían como "El pequeño que lanza triples desde la esquina". La temporada que ha finalizado le sitúa como uno de los mejores anotadores con 24,4 puntos de media, el mejor taponador con 2,94 y en el top 8 de rebotes con 10,2.

En los playoffs en los que los Pelicans fueron barridos por Golden State (ganadores del anillo a la postre), La Ceja salió del último partido con la cabeza gacha pero con un récord bajo el brazo a sus 22 años. Igualó a los históricos Chamberlain, Abdul-Jabbar y McAdoo al lograr una media de 30 puntos y 10 rebotes en sus primeros cuatro choques de playoff.

Ha logrado un oro olímpico, un Mundial, ha recibido elogios de toda la liga -desde LeBron al mítico Karl Malone -, hay quien le compara con Hakeem Olajuwon y muchos le ven como el futuro número uno indiscutible y dominador de la NBA. No así Óscar Quintana, entrenador y comentarista, quien considera que Davis está para ser top, pero no cree que llegue al nivel de Durant, LeBron o Curry. “Debe mejorar su rango de tiro y a su equipo con su producción en el juego”.

Con 22 años, La Ceja parece tener suficiente margen, sin embargo, y así lo consideran analistas en EEUU, para robar la corona del jugador de los Cavaliers. “Puede lograrlo porque es un currante, pero debe dar un salto de calidad. Durant también parecía que iba a ocupar el lugar de LeBron y desde que se fue Harden…”, valora Quintana. Opina, asimismo, que ese estrellato indiscutible pasa por ser capaz de liderar una franquicia que sea candidata al anillo, algo que a corto plazo no ve posible. “No lo veo ni siendo finalista, salvo que su equipo haga magia y le traiga dos acompañantes muy buenos”.

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