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Iniesta saca brillo a un Barça gris

El Barça vence en San Mamés por 0-1 gracias a un solitario gol del camerunés y se coloca en la estela del Real Madrid y Barcelona

ENRIQUE MARÍN

Más por deméritos propios que por méritos de un rival habitualmente meritorio, al Barça le costó más de lo esperado llevarse los tres puntos de San Mamés. En un partido espeso, trompicado, oscuro, con el único brillo que le puso el mago Iniesta, bastó un soberbio golazo de Etoo para que el equipo de Guardiola encadenara su quinta victoria consecutiva. El raquítico triunfo de Bilbao afianza a los azulgrana en lo alto de la tabla, mientras el técnico gana tiempo para dosificar esfuerzos y pulir detalles, que todavía, pese a que los resultados puedan indicar lo contrario, los hay por pulir.

El Athletic mantuvo el tipo y hasta el gol de Etoo tuvo motivos para aspirar a empatar. Pero, a pesar del flojo partido del Barça, los rojiblancos nunca se hicieron acreedores de una victoria en la que tampoco creyeron. Hace tiempo que San Mamés dejó de ser ese campo temible, además de mítico, en el que la derrota se vendía cara. Sin ir más lejos, la victoria que el Barça logró ayer a precio de saldo. Pocas veces con tan poco se gana tanto, algo que en una competición tan larga y exigente como la Liga también debe servir de referencia a los barcelonistas.

Movido o no por la ausencia de Xavi, Guardiola apostó por un centro del campo más físico de lo que en él es habitual. En previsión de que Caparrós plantearía un partido basado en el empuje, la recuperación ansiosa del balón y el juego en largo, Pep decidió alinear de inicio a Keita, Touré y el canterano Víctor Sánchez, quien tuvo un discreto debut. Aunque precisamente por ello, por ser su estreno oficial, está excusado y a buen seguro que mejorará en sucesivas apariciones.

Fiel a su manual de demagogia, Joaquín Caparrós anunció que ante el Barça triplicarían sus esfuerzos. Al Athletic, liderado por un irreconocible Yeste desde el doble pivote con Orbaiz, le bastaba con mantener la posición para impedir que el Barça maniobrara como acostumbra.

Con Iniesta en banda derecha, ausente hasta bien avanzado el partido y desconectado del juego, el equipo de Guardiola tenía el balón pero no le sacaba ningún rendimiento a la posesión. Al contrario, sus indecisiones eran tales que facilitaban primero y beneficiaban después, el disciplinado juego del Athletic. David López y Yeste, futbolistas ambos con talento para sacar rendimiento a lo que les rodea, pusieron a prueba la agilidad de Valdés en dos saques de falta directa. De hecho, cada balón aéreo que sobrevolaba las inmediaciones del meta azulgrana aparentaba llevar peligro. Pero la realidad era otra, y de hecho el principal referente para sacar petróleo del primario juego del Athletic, el riojano Fernando Llorente, no tuvo ninguna opción de cantar gol. Más claro, agua.

La lesión de Keita obligó a Guardiola a mover el banquillo. Entró Sergio Busquets, que a la postre mejoraría a su equipo. El repliegue del Athletic surtía efecto e impedía que el Barça tejiera jugadas en su campo. Además, bastaba que los rojiblancos lanzaran una contra para que inquietaran las espaldas de Márquez y Piqué.

Sólo las pinceladas de Iniesta, huérfano más que nadie de Xavi, hacían pensar en la victoria del Barça. Sobre todo cuando en un arrebato de mimetismo, el Athletic intentó discutirle la posesión al Barça y los rojiblancos se pusieron a tocar en el centro del campo. Mientras a Caparrós la filosofía de cantera le viene impuesta por el club en el que entrena, lo de Guardiola es pura convicción. El convencimiento de que al talento no hay que mirarle la procedencia. Sobre todo sin como sucede en el caso del Barça el estilo de juego se mama desde las categorías inferiores. En eso, y como tantos y tantos equipos, el Athletic hace tiempo que perdió la identidad. Por más que Caparrós haga populismo apelando a la concentración, el esfuerzo, el desparpajo, el salir a competir... actitudes, más que aptitudes. Muchos son los tópicos que engrandecen la figura de Caparrós. Pero hay uno que molesta especialmente en el vestuario del Athletic: el de la motivación.

Superada la hora del partido, y cuando menos parecía que podía suceder algo llamativo, una arrancada de Henry desde el centro del campo rompió el engranaje del Athletic. El francés vio el desmarque de Etoo, y el camerunés, tras controlar y rebañarle el balón a Amorebieta, lo empalmó con la zurda a gol ante la inútil salida de Iraizoz.

El tanto del Barça debía plantear un nuevo decorado, pues al Athletic ya no le valía su propuesta de esperar a encontrar la oportunidad. La situación le obligaba a buscarla. Etoo tuvo el 0-2 en otro gran pase de Iniesta, pero esta vez el africano erró.

Mientras Puyol tuvo que entrar por la lesión de Márquez, Guardiola se permitió reservar a Messi y dio entrada a Hleb. Con Iniesta crecido, dándole la pausa necesaria, el Barça controló el partido con relativa comodidad y el Athletic demostró por qué está donde está. Igualado a puntos con el Recre, equipo que marca los límites del descenso. Es lo que tiene apelar tanto a la concentración, el esfuerzo, el desparpajo... El equipo de Caparrós tuvo enfrente a un Barça mediocre, pero fue incapaz de imponerse por juego.

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