Público
Público

Los inventores del cerrojo se quedan fuera

Los anfitriones lloran su derrota. Se marchan de su torneo a los cinco días de comenzar

LADISLAO JAVIER MOÑINO

La imagen del central Senderos con las manos en la cabeza y cara de incredulidad tras ver marcar a Turquía en el minuto 92 es el icono de la Suiza derrotada. “A Suiza sólo le ha durado la Eurocopa cinco días”, titulaba La Liberté. “Estamos destrozados, sobre todo por todos los espectadores y todo el país que creía en nosotros. Esto es una Eurocopa y los errores se pagan”, se lamentaba el propio Senderos. “En el vestuario, había un silencio de muertos”, contaba el lateral izquierdo Magnin.

Suiza llora la derrota de su selección. El país estaba ilusionado con la posibilidad de llegar lejos. El cuadro del torneo, diseñado para que los coorganizadores, suizos y austriacos, no tuvieran que cruzarse en cuartos con los del grupo de la muerte ni con España, había acrecentado las esperanzas. Pese a su tradición futbolística, Suiza no acaba de recuperar el prestigio del que gozó desde los años treinta hasta mediados de los cincuenta. Esta vez, tenía una gran oportunidad.

En esos años, Suiza estuvo dirigida por el austríaco Karl Rappan, el inventor del verrou (el cerrojo). Una revolución que contrarrestó la hegemonía de la WM de Chapman, el legendario entrenador del Arsenal de los años veinte. Suiza esperaba al equipo contrario en la línea del centro del campo y le cedía del balón. La crítica se le echó encima y le calificó de asesino del espectáculo, pero con esa táctica Suiza eliminó a la poderosa Alemania en la primera ronda del Mundial de 1938.

El ‘catenaccio’ de Rappan

Rappan fue el inspirador del catenaccio italiano de Nereo Rocco, que todavía tiene una presencia importante en Italia. Desde aquella época gloriosa, en la que llegó a organizar el Mundial de 1954, Suiza apenas ha levantado cabeza. Esta Eurocopa era su gran oportunidad y la ha tirado en menos tiempo del que se esperaba. Suiza ha desperdiciado la ocasión de romper con su cliché de ser el país campeón en burocracia deportiva. Algo que sólo Federer y los esquiadores logran a menudo. Sede de la UEFA, de la FIFA , del COI y del TAS, el fútbol y el deporte suizos

necesitaban ese impulso.

El desencanto no sólo ha venido por la vía de los goles, también la economía le ha dado un ligero palo. Un estudio del banco Credite Suisse ha advertido de que el torneo sólo no tendrá un impacto directo en la economía local, salvo en el turismo, la publicidad y la logística. Así que, ni goles ni pasta.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?