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Un jeque en la corte de Sarkozy

Los tentáculos del expresidente francés se extienden aceleradamente por el club de sus amores, el PSG, al tiempo que usa el fútbol para hacer negocios con Qatar y sus petrodólares

EDUARDO ORTEGA

Su tranquilo y alejado de los medios retiro tras la estrepitosa derrota en las elecciones de mayo de 2012 ante François Hollande incluye conferencias, cenas con ilustres, paseos con la familia o visitas al despacho de trabajo del que disfruta como expresidente. 

Pero también el fútbol. De hecho, en Francia se considera a Nicolas Sarkozy el hombre número 12 del Paris Saint-Germain, club de sus amores desde su adolescencia, y al que se enfrenta el Barcelona esta noche. Según los medios galos, la influencia y posición del marido de Carla Bruni va más allá de su habitual presencia en el palco del Parque de los Príncipes. Tanta que ayer, día de los inocentes en el país vecino, se bromeaba con que sería el próximo presidente del club.

No tanto, al menos de momento. Sin embargo, los tentáculos del expresidente galo parecen extenderse por 'su' equipo a marchas aceleradas. Si en 2011 se le achacó buena parte de la culpa de la llegada de Javier Pastore -el primero de una larga lista de fichajes multimillonarios-, estos días, ingleses y franceses especulan con las negociaciones personales de Sarko para llevar al actual entrenador del Arsenal, Arsene Wenger, al banquillo del PSG. Es sólo una muestra de las actuales dedicaciones del expresidente galo.

Entre medias, una oscura historia aún sin esclarecer que le incluyen a él, al actual presidente de la UEFA, Michel Platini, y a los jeques de Qatar que compraron el club en 2011. La prestigiosa revista France Football aseguraba el pasado mes de enero en un extenso reportaje que Sarkozy fue la pieza clave para comprar el Mundial de 2022 y llevarlo de manera sorprendente al emirato.

El diario galo dio lugar y fecha: el Palacio del Elíseo, el 23 de noviembre de 2010. Las tres partes en una reunión secreta para amañar la elección del Mundial a cambio de la entrada de los petrodólares de Qatar en el fútbol francés y en el PSG. Una recapitalización -a través del Qatar Investment Autorithy, el Fondo Soberano de Inversión del país- de un club endeudado hasta las cejas y que hoy disfruta de jugadores como Ibrahimovic, Thiago Silva o Lucas Moura tras una inversión de más de 250 millones de euros en apenas dos años. Nada mejor para pinchar la burbuja del fútbol.

En la silla de la presidencia del club galo, a escasos metros de la Torre Eiffel y del Museo del Louvre, aterrizó un tal Nasser Al-Khelaifi, conocido previamente por su condición de exjugador de tenis y de director de deportes de la cadena de televisión Al Jazeera. Es, de hecho, el primer presidente no galo en los 43 años de historia del club.

Pese a su condición, públicamente no se le conoce por su excentricidad o por mostrar mucho su opulencia por la capital de Francia. Tiene un inglés mejorable, lo que le causa cierto nerviosismo en público, donde ofrece una imagen de tranquilidad y amabilidad, según contaron a la agencia DPA personas cercanas a él. En privado, eso sí, es tan ambicioso como cualquier multimillonario.

Al-Khelaifi, en realidad, no es más que una marioneta en París del jeque qatarí Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani, príncipe heredero del rico emirato. Al Thani ha encontrado en el PSG un rincón más donde relacionarse en el palco -como ocurre y ha ocurrido en el Santiago Bernabéu con lo más granado de la política y el empresariado patrio- y hacer tratos de altura. Aunque el verdadero negocio es el de Sarkozy, quien sopesa estos días encabezar un nuevo millonario fondo de inversión de la familia real de Qatar, según han publicado Mediapart y el diario Financial Times. El fútbol hace tiempo que tiene más de negocio que de amor; si no, que se lo digan al expresidente francés.

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