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LeBron frente a los infinitos Spurs

La estrella de los Heat perdió en 2007 su primer anillo ante Duncan. Miami juega desde esta noche ante San Antonio la final de la NBA

EDUARDO ORTEGA

Tenía apenas 23 años. Joven pero ya un veterano en Cleveland. Y recibió toda una lección de un tipo curtido, maestro en esto del baloncesto. 'La liga va a ser tuya dentro de poco, te agradezco que nos la dieras este año', le espetó con cierta sorna Tim Duncan a LeBron James, que llamó por primera vez entonces, en 2007, a las puertas del anillo de la NBA.

Hoy aquel LeBron que acabó arrollado por los Spurs (4-0) en las finales es ya todo un experto, con un anillo y cuatro MVP en su poder. Es el Rey y nadie lo discute. Es el alma de Miami. Él solito ha llevado a los Heat a la final que comienza esta madrugada ante los Spurs por tercera vez consecutiva con una última actuación portentosa para acabar con los inesperadamente aguerridos Pacers.

Indiana hizo sufrir a Miami mucho más de lo imaginado, forzando un séptimo partido para unos Heat que hasta entonces habían fulminado a Milwaukee y Chicago. Eso y el decepcionante papel de hombres como Bosh son las pocas sombras y dudas que se pueden poner sobre un equipo que ha logrado este año la segunda mejor racha de victorias de la historia. Eran los favoritos desde el comienzo y lo siguen siendo hoy.

'Soy 20, 40, 50 veces mejor de lo que lo era en la final del 2007', ha afirmado estos días LeBron, como queriendo reivindicar algo que en realidad a pocos les parece necesario. A esa evidente experiencia y al totem de Ohio se agarra Miami para evitar la campanada texana.

Y mientras tanto Duncan sigue siendo aquel maestro de hace seis años. Los años no pasan por él, pese a que hace ya 14 de su primer anillo con San Antonio. Desde esta noche lucha por llevarse el quinto con la pandilla de siempre: Ginobilli y Parker. Pese a sus 37, 35 y 31 años respectivamente, lideran con un estado físico endiablado a unos Spurs en una forma impresionante.

Sin apenas cambios importantes en el equipo en la última década, los infinitos Spurs vuelven a colarse en una final de la NBA tras aplastar a los Lakers y a Memphis gracias especialmente a su veterano trío y a su gran juego en equipo, diametralmente distinto al de Miami. Un grupo engrasado que juega de memoria.

Si los texanos quieren tener posibilidades de volver a llevarse el anillo tendrán que imponer su juego estático y su ventaja de altura. Ni que decir tiene que el viejo Popovich habrá aprovechado los días que su equipo lleva descansando para idear la manera de neutralizar a Lebron James y de plantar mil y una trampas con las que embaucar a los de Florida. Duncan quiere dar una segunda, y puede que última, lección.

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