El Espanyol se aferró a la mínima renta para lograr tres puntos clave en la búsqueda de esa añorada tranquilidad en la clasificación. Un solitario gol de Luis García, que recuperó su puntería al inicio de la segunda parte, bastó para tumbar a un Athletic lento y escaso de recursos que se aleja de la zona europea. El conjunto blanquiazul iguala ahora a puntos a los bilbaínos (23) y se aproxima a los equipos de la zona tranquila.

Si algo siempre hace bien el conjunto de Caparrós es poblar el centro del campo. Fue el factor que más perjudicó en los inicios del partido al Espanyol, empecinado ayer también en mover todos sus balones verticalmente. Así, las ocasiones tardaron en llegar por ambos bandos, hasta que el conjunto blanquiazul encontró las bandas. Era una solución cantada a voces.

Fue ahí donde Pochettino comenzó a ver la luz: las ocasiones locales llegaron y los vascos quedaron sometidos a la desesperada contra. La culpa, en parte, también la tuvo la entrada de Susaeta por el lesionado Yeste. Osvaldo recibió balones, Callejón y Verdú encontraron esos olvidados espacios y Gorka, al que apenas le cuesta calentar motores, comenzó a sacar sus manos milagrosas. Él solo impidió que el primer gol en Cornellà-El Prat tuviera que hacerse esperar hasta la segunda parte.

Porque, tras la reanudación, Luis García no perdonó al aprovechar un despeje del portero vasco a disparo de Javi Márquez. Fue el mejor antídoto de los blanquiazules para que el Athletic abriera espacios. Era obvio: a los vascos no les quedó otra que buscar la portería de Cristian. Entraron Muniain y De Marcos para facilitarle la faena a un Llorente desaparecido entre la zaga blanquiazul. Los jóvenes leones aportaron algo de frescura, quizá menos de la que buscó Caparrós, pero el Espanyol ya había echado el cerrojo de rigor.