Público
Público

Ha nacido (un) Benjamín

El nacimiento del hijo de Agüero y nieto de Maradona ya genera debates sobre si será futbolista cuando crezca

ELÍAS ISRAEL

Me gustaría que le conociesen como Benjamín, el hijo de Agüero, no como el nieto de Maradona', susurró la estrella del Atlético a un buen amigo hace un par de meses, cuando los padres aún guardaban celosamente el nombre de su futuro retoño. Un niño marcado desde el vientre materno, donde interesaba saber si las pataditas las pegaba con el interior o con el exterior.

'Bendito seas tú', es el gráfico titular con el que ha recibido su nacimiento el diario Olé en Argentina. Desde hace dos días, es el socio 94.805 de Independiente de Avellaneda, el club donde se forjó su padre, no sea que el abuelo tuviese la tentación de hacerle socio de Boca Juniors.

El nieto del Diego, el hijo del Kun. Con esos genes, ¿puede no ser futbolista? ¿Será zurdo como el abuelo o diestro como el padre? ¿Marcará también goles con la mano izquierda? ¿Con guante en la Liga o sin guante en un Mundial? ¿Alguien se imagina que decidiese no dedicarse al mundo del fútbol? Pesó 3,6 kilos, el equivalente a ocho balones. Seguro que, con apenas tres días en este mundo, ya le han regalado alguno. Dentro de poco aparecerá el reportaje del hombre que le regaló su primera pelota a Benjamín Agüero Maradona.

Nació en Majadahonda, lejos de los potreros donde se aprende el fútbol de verdad, donde dos piedras son una portería, donde ensayas regates imposibles, controles majestuosos y pases impensados, pero también donde se regatean patadas en el pecho, donde te enseñan a marcar el territorio, donde no hay sitio para los que se arrugan. Maradona fue el número uno porque preservó lo mejor de la calle en Buenos Aires, en Barcelona, en Nápoles o cuando jugaba partidos decisivos en fases finales de Mundiales. También preservó lo peor, pero ésa es otra historia.

Agüero está hecho de la misma pasta. A veces cuenta cómo se escuchaban las balas desde su casa, cómo temía por sus hermanos cuando salían por la puerta y, en el fútbol, jornadas de sol a sol jugando a la pelota, ganándose las primeras monedas a gol re-gañado o cómo tuvo que aprender a regatear a las sombras de sus rivales, cuando venían a cazarle por detrás, jugando con los reflejos del sol.

Se da la circunstancia de que, al haber nacido en España, Benjamín podría elegir nacionalidad. No hay dudas de qué selección nacional sera la suya, la misma de su padre y su abuelo. El amor por la albiceleste se transmite hasta sentirla como una segunda piel y la Selección siempre fue un elemento vertebrador y de profunda identificación en Argentina.

Si no fuera hijo de quien es, habría que decirle que Buenos Aires es mejor sitio que Madrid para nacer futbolista. En España se cuidan las canteras, pero las promesas no alcanzan la élite por la falta de oportunidades, por los miedos de los entrenadores y por los lamentables intereses de dirigentes y agentes de jugadores. Nos cansamos de repetir la coletilla: 'Tenemos las mejores selecciones inferiores, pero los chicos no llegan'.

En Argentina es al revés. Hacen de la necesidad una virtud. Como no paran de exportar, están obligados a sacar futbolistas jóvenes. La máxima categoría está plagada de jugadores que rondan los 18 años. El caso del madridista Gonzalo Higuaín es paradigmático. Llego al Madrid con esa edad. Al Getafe se lo tasaron en cinco millones de euros. El Madrid pagó, seis meses después, doce. La diferencia viene porque cuando se lo ofrecieron a Ángel Torres aún no había debutado en Primera. En medio año, su precio se incrementó en siete millones de euros.

Hace muy pocas horas que ha visto la luz y va a tener que empezar regateando focos. De momento, ha nacido Benjamín. Igual deberíamos respetar si dentro de diez años no quiere ser alevín.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?