Este artículo se publicó hace 14 años.
Orgullosos de ser 'Bafana'
El casi milagro de la clasificación de Sudáfrica, vivido en un township de Johannesburgo
Con el descodificador temblando en imposible equilibrio sobre una mesa, una silla, una viga de madera y dos piedras para proyectar el partido sobre una sábana colgada en la pared, el milagro se sintió en Westbury, uno de los townships más depauperados y peligrosos de Johannesburgo y en cuyas calles aprendió a jugar al fútbol Steven Pienaar, el compás de los Bafana Bafana. "Hoy estamos orgullosos". Apretujados en un vestíbulo donde los más pequeños lloran buscando a sus hermanas mayores, niños y adultos no pudieron esconder su alegría tras la victoria de los Bafana Bafana ante Francia pese a que no les dio la clasificación.
Empezó diez minutos tarde la retransmisión. Problemas para encaramar el aparato en su improvisado trípode. Pero allí estaban los niños con banderas estampadas en la cara. La más popular hoy, España, no por nada sino porque ganaron el último partido. Con un desafiante House of FIFA 2010' en la entrada, la coloreada casa de Sureya Fortuin se destaca entre las cuadrículas de viviendas de una planta propias de cualquier township. Sus paredes se alegran con banderas de las selecciones participantes, la alineación de los Bafana y la mascota oficial Zakumi'.
En sus calles, rodeadas de pobreza, aprendió a jugar al fútbol PienaarSureya vive en las calles de Westbury desde que la dejaron abandonada al nacer y fue recogida por su familia de adopción. Soltera y musulmana, adoptó tres hijos y decidió que su casa se convirtiera en lugar de cita del Mundial, donde todos pudieran sentir el orgullo de ser Bafana. "Steven Pienaar es mi jugador favorito y el otro día lo vi en el parque", dice con un moco colgando Alquedo, que apenas levanta dos palmos del suelo y lleva horas jugando en la calle antes del partido decisivo de los Bafana.
Los niños surafricanos tienen un mes de vacaciones por el Mundial y la casa de Sureya se ha convertido en el lugar donde disfrutarlo. Las entradas son demasiado caras y los Fan Fest oficiales, esos lugares pergeñados en Alemania para los aficionados sin boleto, quedan en barrios que parecen de otro planeta como Sandton, donde se concentra la población más pudiente de toda la ciudad. Ni la FIFA ni los organizadores pensaron en abrir locales de este tipo en Westbury, así que la gente se los tuvo que inventar.
Con 1.200 viviendas de una planta y unos 800 apartamentos estatales, Westbury vive a la sombra de otros barrios ilustres, como Soweto o Alexandra. La mayoría de su población es mestiza o coloured y está en paro. Conseguir cualquier tipo de droga es cuestión de minutos y muchas veces los niños son los correos. Las mujeres de cuarenta parece que tienen setenta y, en cuanto el día empieza a morir, las pandillas van ocupando sus esquinas. "Desde que llegó la democracia en 1994 ha habido mejoras en algunas zonas pero en otras no tanto. Quizás en los próximos años podremos ver una diferencia", espera Sureya.
El milagro de los cuartos se sintió en Westbury, un 'township'
El cemento de la mayoría de las viviendas levantadas en Westbury durante el apartheid para acoger' a los no blancos, o lo que era lo mismo, a las no personas', sigue desnudo. Sin embargo, no hay plaza donde un grupo de chavales no dé patadas al balón, esperando correr la misma suerte que Pienaar. Tras la eliminación de los muchachos de Parreira casi todos apuestan por Brasil porque, dicen, los "coloured también somos mestizos".
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