Público
Público
Radiografía del campo (1)

El agricultor deja paso al asalariado

Apenas quedan 300.000 agricultores independientes en España tras una década en la que el sector viene sufriendo una profunda transformación hacia la industrialización, la profesionalización y la concentración de la propiedad de la tierra.

Un trabajador recogiendo pimientos en una explotación en la localidad almeriense de Roquetas de Mar. AFP/Jorge Guerrero
Un trabajador recogiendo pimientos en una explotación en la localidad almeriense de Roquetas de Mar. AFP/Jorge Guerrero

¿Quién trabaja en el campo? ¿Qué es un agricultor? ¿Quién se está manifestando desde hace más de una semana para protestar por la crítica situación del agro? Ninguna de las tres preguntas tiene respuestas simples; mucho menos, cuando se trata de un sector económico en el que conviven el pequeño propietario y el terrateniente, la explotación familiar y la empresa participada por fondos de inversión, el cooperativista y el asalariado, el cultivador de técnicas ecológicas y el productor uberizado cuya actividad depende de una integradora con, en todo los casos, una presencia progresiva de las grandes sociedades y una mengua de los agricultores independientes mientras se imponen con claridad las tendencias a la concentración de la tierra, la industrialización y la profesionalización del ramo.

En números redondos, 800.000 ocupados, según los datos de la Media de Trimestres de la EPA del INE (Instituto Nacional de Estadística), que revelan varias particularidades sobre el empleo en este sector entre las que destaca la estabilidad de sus registros con independencia de qué fase económica esté atravesando el país.

El peso en el mercado laboral del sector primario, que incluye la agricultura, la ganadería, la pesca y actividades como la silvicultura o la caza, aunque más del 80% de la ocupación se concentra en la primera, se ha situado ligeramente por encima del 4%, con una ligera tendencia porcentual al alza en los años de mayor dureza de la crisis y mayor intensidad de la destrucción de empleo a la que no fue ajena.

De hecho, el campo perdió algo más de 50.000 ocupados (un 6,7%) entre 2009 y 2014 para recuperar algo más de 60.000 (un 8,2%) entre 2015 y el año pasado, unas etapas en las que el mercado laboral registro oscilaciones superiores al 16% tanto a la baja, primero, como al alza después. Es, de los cuatro sectores principales, el de menor tamaño (la construcción emplea a más de 1,2 millones) y también el de menores altibajos en términos cuantitativos.

¿Cultivan todos su propia tierra?

No, para nada: los agricultores independientes son cada vez menos mientras el volumen de asalariados no deja de crecer, hasta el punto de que en la última década se ha dado un proceso de sustitución, con 60.000 autónomos menos y casi 80.000 empleados más en un fenómeno en el que se combinan el abandono del campo por parte de pequeños propietarios ante la falta de rentabilidad de sus explotaciones, la mayor presencia de empresas y, paralelamente, una mayor profesionalización de los que van quedando, que en ocasiones optan por fundar sus propias sociedades y trabajar formalmente para ellas.

El sorpasso definitivo de los asalariados a los autónomos tuvo lugar en el verano de 2008, que fue la última vez la que los segundos superaron a los primeros, entonces por 402.600 a 392.500. Desde entonces, las tendencias de unos y otros han sido claramente ascendente, con las fluctuaciones que provoca la estacionalidad del sector, y descendente.

Los registros de la Seguridad Social acentúan esas diferencias al situar la cifra de autónomos que se dedican a actividades agrarias entre 265.061 y 266.852 en los últimos ocho años, tras una pérdida de 35.000 en los cuatro anteriores, y entre 843.871 y 901.464 la de trabajadores por cuenta ajena de ese mismo ramo.

¿Sigue habiendo explotaciones familiares?

Por supuesto. De hecho, el agricultor independiente que cultiva su propia explotación sin tener empleados es la figura más numerosa del ramo por detrás del asalariado. Lleva más de diez años sin bajar de los 220.000, a los que habría que sumar el grueso de los más de 50.000 que sí contratan mano de obra, habitualmente con un fuerte componente estacional ya sea para la cosecha o para labores previas como la siembra o, en su caso, la poda.

La tendencia descendente de los agricultores independientes y la ascendente de los empleadores suponen sendos indicios del cambio de modelo que se está dando en la agricultura hacia una mayor profesionalización o industrialización, a los que se les suman otros dos datos que ofrece la EPA: la pujanza del cooperativismo, que lleva camino de duplicar en poco más de una década sus efectivos al pasar de 2.900 a 5.375 entre 2009 y 2019, y el desplome de quienes ayudan en las explotaciones, cuyo volumen ha caído prácticamente a una tercera parte (de 38.000 a 13.350) en un decenio en un síntoma del retroceso del formato familiar en favor de otros más tecnificados y como consecuencia, también, del abandono del ramo tanto por agricultores mayores como por miembros de la familia que optan por otras actividades.

¿Por qué se abandona la tierra?

El motivo principal es la baja rentabilidad, especialmente en el caso de las pequeñas explotaciones, aunque también el envejecimiento del sector y la falta de relevo generacional también favorecen esas tendencias.

Los datos de la EPA muestran una enorme desproporción entre el tramo de mayor edad, con 59.000 agricultores de 60 a 64 años y otros 14.600 de más de 65, frente a solo 10.700 menores de veinte años.

Y ocurre lo mismo en la zona media de la pirámide, en la que quienes se encuentran en la década de los cincuenta (209.300) duplican con creces a los 97.200 veinteañeros. El grupo más numeroso es el de los cuarentones (230.200), netamente superior también al de los treintañeros (191.100) en una estructura en la que, visto el ritmo de crecimiento de los escalones a partir de los 40, no parece haber reemplazo para los 283.400 autónomos y asalariados del campo, más de un tercio del total, que superarán la edad de jubilación en poco más de quince años.

¿Qué ocurre con la tierra de quien se retira?

Los datos de la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas del INE apuntan a que buena parte de ellas cambian de manos, en un proceso de concentración de la tierra que indica cómo entre 2007 (último ejercicio con datos disponibles) cerraron en España casi 100.000 explotaciones agrícolas en un proceso que presenta mayor intensidad cuanto menor es la superficie (desaparecieron 95.000 de menos de veinte hectáreas) para frenarse entre las medianas, las de 30 a cien, y que, por el contrario, muestra un crecimiento notable para las fincas que superan esa extensión.

Un informe de la Fundación Mundubat y la revista Soberanía Alimentaria sostiene que el grado de concentración de la propiedad de la tierra en España, donde el modelo familiar pasó de explotar el 15% de la superficie agraria en 1999 a trabajar solo el 7% en 2009, es similar al de países como Sudáfrica o Colombia y resulta equiparable al de Brasil en comunidades como Extremadura como consecuencia del latifundismo.

En ese proceso compiten dos formatos: la implantación de grandes empresas, en ocasiones participadas por fondos de inversión y que cultivan fincas de cientos de hectáreas, y la ampliación de la superficie a la que se ven obligados los pequeños propietarios para intentar seguir haciendo rentables sus explotaciones.

¿En qué comunidades hay más agricultores?

Depende de qué dato se utilice como referencia. Según el Ministerio de Trabajo, las comunidades con mayor número de autónomos son Andalucía, con 47.175; Castilla y León, con 33.473; Galicia, con 28.168, y Castilla-La Mancha, con 21.029, mientras que la EPA señala como las que en 2018 contaban con mayor número de asalariados, por detrás de Andalucía (193.500), a Murcia (69.100), la Comunitat Valenciana (45.800), Extremadura (33.900) y Catalunya (31.200). Esa diferencia de registros da idea de la industrialización del sector en algunas de las segundas, especialmente en las del arco mediterráneo.

Por número de ocupados se sitúa de nuevo en la primera plaza Andalucía con 250.900, muy por delante de los 79.600 de Murcia, los 68.000 de Galicia y los 62.100 de Castilla y León. Murcia y Extremadura lideran la tabla con un 13,6% y 13,4% en cuanto al porcentaje de ocupados que se emplea en ese sector.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias de Economía