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El BCE eleva la presión sobre familias y empresas con otra subida de tipos que beneficia a la banca

El Banco Central Europeo ha dado este jueves otro apretón al precio del dinero, que escala hasta el 1,25% tras una década de congelación, en una decisión que dispara las dudas sobre si la medida servirá para frenar el alza de los precios o si, por el contrario, tendrá sobre la economía comunitaria un efecto de gripado que la dirija a una recesión.

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, firma el billete de veinte euros.
La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, firma el billete de veinte euros. Ralph Orlowski / Reuters

El Comité de Dirección del BCE (Banco Central Europeo) se ha decidido finalmente por añadir otro 0,75% al 0,5% que ya aplicó al precio del dinero a partir de agosto, en lo que fue la primera subida de los tipos de interés desde el inicio de la ‘gran recesión’ posterior al estallido de la burbuja inmobiliaria, y de la crisis de la deuda de la pasada década, y en una medida que, como ocurrió hace unas semanas aunque ahora con mayor intensidad al tratarse de la mayor subida de los apenas 22 años de existencia del euro, dispara de nuevo las dudas acerca de sus eventuales efectos: ¿servirá para contener la generalizada escalada de los precios en toda Europa? ¿provocará un gripado de la actividad que aboque a la economía de la eurozona a la recesión? ¿ambas combinadas? ¿ninguna de ellas?

En España, donde la inflación se mantiene en registros desconocidos desde hace tres décadas, la anticipación de la subida de los tipos de interés por parte de su sector financiero lleva desde principios de año poniendo sobre la mesa las principales consecuencias de esa medida monetaria: un aumento de los ingresos para la banca, cuya expectativa de negocio con los créditos y las hipotecas se había disparado en mil millones de euros anuales antes ya de la subida de los tipos, y una intensificación de la presión financiera sobre las empresas, que llevan más de un año trasladando a los precios los aumentos de costes, y sobre las familias, que sufren una pérdida generalizada de poder adquisitivo al combinarse la inflación con una etapa de contención salarial por parte de los empleadores.

Y nada apunta a que esas tendencias a los mayores beneficios para la banca y a las estrecheces para familias y empresas vayan a cambiar con esta nueva subida de los tipos de interés sino que, más bien al contrario, existe el evidente riesgo de que puedan intensificarse.

"La inflación no tiene que ver con ninguna cuestión relacionada con la existencia de dinero, sino con los cuellos de botella de las cadenas de suministro que ya afloraron con la pandemia y con los precios de la energía y las materias primas", señala el economista Carlos Sánchez Mato, que pronostica que "actuando de esta forma va a ser muy probable que haya una crisis y una recesión. Y mientras tanto, las familias y las empresas trasladarán una parte de sus rentas al sistema financiero, que ya estaba obteniendo importantes beneficios antes de las subidas de los tipos de interés".

Las empresas anticipan la contratación de créditos para eludir la subida

En cualquier caso, tanto los hogares como el tejido productivo han comenzado a tomar medidas para intentar evitar que las decisiones del BCE les penalicen más de lo soportable tras haber atisbado los nubarrones hace meses: el segundo, disparando la demanda de crédito antes de la primera subida de tipos hasta situar el ritmo medio de endeudamiento por encima de los 32.000 millones mensuales entre marzo y julio, en una cadencia netamente superior a la de menos de 25.000 del año pasado y a la de casi 30.000 de 2020, esta última 'dopada' de estímulos públicos, según los datos del Banco de España; y las primeras, centrando la contratación de hipotecas en las de tipo fijo.

Pese a esos movimientos, la media de en torno a 30.000 millones mensuales en créditos que venían contratando antes de la pandemia las empresas españolas supondría a partir de ahora un rendimiento de 4.500 millones anuales para los bancos si sus intereses suben el 1,25% que acaba de aprobar el BCE, mientras que los más de 400.000 millones en hipotecas vivas de tipo variable, el 80% del medio billón largo que contabiliza el Banco de España en ese segmento del negocio financiero, rendirían prácticamente otros 7.000 al cabo del año tras sus respectivas revisiones con el Euribor en el 1,74%.

"Si tenemos en cuenta que hasta el mes de marzo teníamos tipos en negativo, las subidas mínimas anuales para hipotecas que se revisen de forma inminente ya superan holgadamente los 1.300 euros de media" (para un préstamo tipo de 100.000 euros a 25 años), advirtió este jueves la organización de consumidores Asufín (Asociación de Usuarios Financieros), que pronostica una escalada del euríbor hasta el 2,2% antes de fin de año que elevaría ese recargo hasta los 1.500.

"No debería haber un gran impacto si suben los sueldos y se mantiene el empleo"

Por su parte, Miguel Cardoso, economista jefe de BBVA Research, considera "probable que estas subidas de tipos no tengan un gran impacto, ya que la presión financiera que van a provocar sobre las familias es similar al aumento de sus rentas", que alcanza una media del 1,7% anual en el caso de los salarios.

"No deberían tener un impacto importante sobre la demanda interna si los sueldos aumentan y el empleo se mantiene en los niveles actuales", añade el economista, que apunta que "no van a ser los tipos de interés sino una conjunción de factores, lo que va a hacer que familias y empresas reduzcan su gasto. Los tipos están todavía en niveles atractivos como para que haya un gran impacto, aunque impactos habrá".

De hecho, las previsiones de BBVA Research apuntan a un enfriamiento de la actividad económica, que retrocedería dos décimas en el tercer trimestre de este año, mientras dejan en el aire las expectativas de negocio de la banca con la subida de los tipos.

"Habrá que ver cómo evoluciona, si se comienza a pagar por los depósitos para atraer a clientes o se mejoran las ofertas con los fondos de renta fija, por ejemplo", señala, mientras apunta a que las decisiones del BCE "anticipan parte de la subida que vendrá y deja claro que va a actuar si el IPC continua subiendo, y eso envía mensajes a las empresas y a los trabajadores en el sentido de la contención de los precios y los salarios".

"La subida de tipos siempre afecta negativamente a la inversión"

Hay coincidencia en que la decisión del BCE, que desliza en su comunicado oficial cómo "espera incrementar los tipos de interés en las próximas reuniones para moderar la demanda y proteger frente al riesgo de un aumento persistente de las perspectivas de inflación", tendrá impactos en las economías domésticas, aunque no tanto sobre su magnitud, y en la intensidad de la actividad productiva y comercial.

En este sentido, Julio Rodríguez López, expresidente del Banco Hipotecario y miembro de Economistas Frente a la Crisis, explica que "la subida de los tipos afecta siempre negativamente a la inversión, no solo porque los créditos sean más caros sino porque descienden las expectativas de ingresos y de rentabilidad para las empresas. El financiero no es tanto un coste que luego trasladen a los precios".

Y también hay pocas discrepancias acerca de que el negocio de las entidades financieras mejorará. "Donde más clara es la ganancia es en la revisión de los créditos hipotecarios de interés variable, en los que, además, los bancos no necesitan acudir al mercado para sacarlos", apunta Rodríguez, que llama la atención sobre cómo "están siendo más prudentes con las subidas de los préstamos a las empresas que con las hipotecas". Su pronóstico apunta a un 3% para las hipotecas fijas y un 2% más el diferencial para las variables a fin de año.

Paralelamente, añade, "la subida está siendo más rápida en los tipos de interés pasivo que en los activos"; es decir, que la banca grava sus préstamos con más intensidad de la que remunera los depósitos que maneja, en los que las ofertas de rendimiento se limitan prácticamente a los plazos fijos de larga duración.

Se desacelera el gasto en alojamiento, ocio y restauración

El economista, que considera que "el BCE ha tardado en tomar medidas" y que su presidenta, Christine Lagarde, "ha actuado más como empresaria que como banquera", resalta cómo "ahora puede empezar a preocupar que la combinación de los tipos elevados y la energía cara pueda dar lugar a una recesión".

Coincide con Sánchez Mato, que pronostica como consecuencias inmediatas del movimiento del Banco Central Europeo "una aportación adicional al margen de las entidades financieras que mermará la capacidad adquisitiva de las familias y que reducirá los márgenes de las empresas, con el riesgo de que intenten recuperarse a través de los precios".

Y todo, añade este último, en un escenario en el que "el dopaje que suponían los tipos bajos y la compra de activos del BCE es lo que ha permitido mantener el crecimiento. Por eso esta actuación, que llega sin que antes la UE haya tomado medidas contundentes con los precios de la energía, se parece mucho a un intento de tratar una enfermedad matando al enfermo".

Lo cierto es que comienza a haber síntomas de un enfriamiento de la actividad como la menor creación de empleo y, también, el menor gasto de los hogares, según indica en este caso el análisis de los movimientos con tarjetas de créditos que realiza BBVA Research con las de los clientes del banco.

"Se nota cierta desaceleración, sobre todo en el sector servicios, en el que se ha desacelerado el gasto en alojamiento, ocio y restauración", explica Cardoso, que destaca también "una contracción en el gasto en combustible" que achaca a "un uso más eficiente de los vehículos" ante la escalada de precios de los hidrocarburos.

Los riesgos de aplicar recetas ortodoxas a cuestiones heterodoxas

Los resultados que las subidas de tipos han tenido en otros escenarios occidentales abonan las dudas sobre su efectividad: la Reserva Federal de EEUU inició las subidas de tipos en marzo con un 0,25% que a finales de julio se había convertido en un 2,25%, un periodo en el que la inflación del país regresó al 8,5% inicial tras haber oscilado entre el 8,3% y el 9,1%; y el Banco de Inglaterra pasaba entre finales de diciembre y primeros de agosto del 0,1% al 1,75% mientras el IPC (Índice de Precios de Consumo) del Reino Unido, en lugar de aplacarse, se disparaba en casi cinco puntos para escalar al 10,1%.

Y, en la propia eurozona, que es el área que forman los 19 estados que utilizan el euro como moneda oficial, la inflación creció dos puntos en el primer mes de aplicación del aumento de medio punto de los tipos para situarse, con los extremos en el 25,2% de Estonia y el 6,5% de Francia, en el 9,1% interanual.

Las primeras experiencias de la aplicación de una medida antiinflacionista ortodoxa como la subida de tipos para hacer frente a una inflación 'tradicional' y provocada desde la demanda, cuando en este caso los encarecimientos tienen un heterodoxo a inusual origen en la oferta, apuntan a una contención entre ligera y nula de los precios que, en todo caso, se mantienen en niveles bastante alejados del 2% en el que las autoridades monetarias colocan el listón de lo asumible por las economías europeas.

La depreciación del euro ante la pujanza del dólar estadounidense y el rublo ruso se presenta como nuevo factor inflacionista, al tirar al alza de los precios de la energía que venden las empresas de esos países, mientras se abre una inquietante fase de espera para observar qué efectos secundarios acaba teniendo la receta de los tipos sobre la deuda pública de países como España, el interés de cuyo bono a diez años ya se ha multiplicado casi por cinco (de 0,59% a 2,81%) en lo que va de 2022.

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