El FMI redobla su apuesta por España como motor de las potencias industrializadas
Las previsiones del Fondo para la economía española mantienen un crecimiento para este año del 2,5%, y rebaja levemente el de 2024, al 1,7%. El escenario que dibuja el organismo internacional, que celebra su asamblea anual en Marruecos, viene teñido de pe
Madrid-Actualizado a
"Navegando sobre Divergencias Globales". Es la primera lectura que el informe de previsiones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el World Economic Outlook (WEO), quiere destacar de su diagnóstico otoñal, en el que "la impredecible escalada de los tipos de interés para combatir una inflación desatada y desconocida en décadas" ha generado una "cojera muy visible" a la economía mundial.
La cumbre de otoño que celebra el FMI esta semana en Marrakech no descarta un aterrizaje brusco del PIB global. Sobre todo, si la economía estadounidense entra en barrena y los signos de caída de los precios y de las compraventas inmobiliarias por la subida de tipos y la caída del empleo por la moderación de los márgenes empresariales, pese a la contención salarial, empiezan a tener visos de realidad.
El FMI, en cualquier caso, observa más vigor en la actividad americana que en la europea y en la del resto de las potencias industrializadas. Aunque, en este contexto, sitúa al PIB español como el motor con mayor cilindrada. Los expertos del WEO conservan su predicción de crecimiento a España del 2,5% este año (un punto más de su pronóstico de primavera y en línea con su revisión de julio) y lo rebaja, como al resto de las naciones de rentas altas, tres décimas, hasta el 1,7%, para 2024.
De la Eurozona corrobora los números rojos alemanes, de medio punto en el conjunto del ejercicio en curso, aunque le otorgue un despegue leve, de nueve décimas, en 2024. Con Francia a medio gas (con un alza del 1% este año y del 1,3% el siguiente) e Italia estancada en un repunte de siete décimas este bienio. Y Reino Unido todavía por debajo del ritmo de la tercera economía del euro.
Solo Japón parece consolidar su inesperado vuelo a propulsión, que le ha llevado a un primer trimestre con un registro del 2,7% en términos interanuales y a un segundo con un alza del 6%. Al FMI le gusta la Kishidanomics, la agenda de "reencarnación del capitalismo a la usanza japonesa" puesta en liza por el primer ministro japonés, Fumio Kishida hace un par de años que ha sacado de la UVI al enfermo económico mundial de los últimos tres decenios.
A España, el FMI le augura una inflación del 3,5% y del 3,9% este año y el siguiente (unas décimas por encima del promedio de las principales economías del euro) con descensos en el desempleo hasta el 11,8% de la población activa en 2023 y al 11,3% en 2024.
La economía global "avanza al ralentí, lentamente, pero sin estar estancada", dice Pierre-Olivier Gourinchas, consejero económico del FMI, y con un ritmo "incierto" y sometido a "divergencias profundas" de crecimiento y en su capacidad de generación de riqueza. Actúa, explica, como si llevara muletas, para tratar su "cojera", lo que le ha impedido "esprintar después de tocar fondo a finales del pasado ejercicio", instante en el que los índices de inflación -general y subyacente- empezaron a remitir.
Sin embargo, la plena recuperación de la actividad hasta retomar los niveles productivos previos a la Gran Pandemia "está fuera de la visión y del alcance" de la práctica totalidad de naciones y bloques comerciales; sobre todo, de los mercados emergentes y los países en desarrollo.
El Fondo apuesta por un aterrizaje suave de la economía americana sin descartar un desplome brusco
De hecho, en este apartado solo menciona a EEUU, cuyo PIB superó este año el tamaño previo a la crisis sanitaria, con la zona del euro aún a 2,2 puntos, porque "su gran exposición a la guerra de Ucrania" truncó su trayectoria, y China a 4,2, debido a que su "poder de resiliencia" se acabó viendo mermado por la crisis de su sector inmobiliario y su política de Covid-cero de 2022.
España también ha restablecido oficialmente el nivel que registraba su PIB en 2019. El INE acaba de elevar en 1,3 puntos su valoración inicial, con una mejoría de nueve décimas en 2021 (desde el 5,5% al 6,4%) y de tres décimas en 2022 -del 5,5% al 5,8%, el dato que constata el FMI- además de relajar una décima, hasta el 11,2% el agujero contractivo de 2020. La esperada revisión al alza (descontada por los economistas que, incluso, apostaban por un mayor aumento productivo) se ha asentado sobre la construcción y el consumo.
Aun así, el FMI manda un recado puramente económico a EEUU. Al margen del deterioro que le puede reportar el elevado voltaje geopolítico, conectado ahora con el ataque de Hamás a Israel y la impredecible reacción de TelAviv, que ha declarado el estado de guerra en su territorio, y el incierto transcurso de la contraofensiva ucrania. A Gourinchas le "preocupa" el deterioro fiscal americano, que califica de "substancial", aunque insta a la Casa Blanca a no acometer reducción de impuestos para "no alimentar el círculo vicioso de la inflación".
El PIB global crecerá un 3% este año, medio punto por debajo del ritmo de 2022 y una décima por encima de la previsión para 2024. Un impulso inferior a su promedio histórico. Con una tasa de inflación que pasará del 9,2% en 2022, al 5,9% este año y al 4,8% en 2024 y un IPC subyacente, el que excluye energía y alimentos, en descenso pero que terminará el próximo ejercicio todavía en el 4,5%.
El aterrizaje aún puede ser suave, pese a las presiones inflacionistas, anticipa el responsable del WEO. Si bien aparecerán en el monitor y en el cuadro de mando "divergencias palpables en los niveles de prosperidad global". Aún poco visibles por la capacidad de resiliencia del consumo y la inversión en EEUU, o el consolidado peso de las exportaciones y de la demanda interna de varios mercados emergentes. Con China como excepción. O el repunte de servicios como el que se asocia a la industria turística, donde países como Francia o España o aquellos con mano de obra intensiva. Sin embargo, "la actividad del sector servicios se ha debilitado, al igual que está pasando con la persistente contracción de las manufacturas".
Este panorama será el que, por un lado, corrija algo la inflación. Pero, por otro, y debido al rally alcista de los tipos de interés para frenar la propagación del encarecimiento de los precios, será el que también reste dinamismo a las economías y restrinja los mercados laborales en todo el mundo. Precisamente el precio del dinero (y el endurecimiento de las condiciones crediticias) se dejará sentir en los sectores inmobiliarios y en las carteras de inversión de las empresas, con un repunte de las bancarrotas del sector privado y de los impagos de hipotecas en las familias, dado sus deteriorados ahorros.
Estos dos elementos ya fueron, junto a la espiral inflacionista, los mayores tensores del valor de las materias primas en 2022, aunque gran parte de los mercados laborales han amortiguado sus efectos por las evidentes moderaciones salariales. Las retribuciones reales de los trabajadores se encuentras por debajo de los niveles previos a la Covid-19, admite el FMI.
Lista de riesgos y agenda de reformas
Algunos riesgos, como la inestabilidad bancaria primaveral en EEUU, han perdido fuelle. Aunque irrumpen otros, entre los que el WEO menciona los desplomes inmobiliarios que podrían dañar los balances y activos de las entidades financieras y reducir la capacidad de gasto de las familias, el peligro de un nuevo ascenso de los precios energéticos -el petróleo ha aumentado un 25% su cotización desde junio- por el recorte productivo de la OPEP + o la amenaza de fragmentación de la globalización. Todos ellos reducen las opciones de contención de la inflación global, con la industria alimenticia en alerta máxima por el veto de Moscú a prorrogar el acuerdo internacional para la salida de cereales por el Mar Negro.
Y lo que es peor. La agitación de geopolítica, económica y financiera perjudicará la coyuntura de manera fulminante (a corto plazo) y obstruiría la trayectoria de 18 meses de los bancos centrales para revertir la inflación, cuyos indicadores, en general, llevan escasos meses desde que tocaron techo. Por si fuera poco, el Fiscal Monitor alerta de que los estímulos fiscales se han erosionado en los presupuestos nacionales que, por el contrario, han elevado sus cotas de deuda, así como los fondos destinados a sufragar industrias y relocalizaciones de empresas. Mientras el Informe de Estabilidad Financiera incide en los riesgos de un exceso de capitalización de activos, en el vigor del dólar y en las fugas de capital de mercados con amenaza de tensiones cambiarias.
La persistencia de la inflación prolongará la subida de tipos y elevará la deuda corporativa en 5,5 billones de dólares en 2024
A medio plazo, se ha instalado la predicción entre los analistas del Fondo de una paralización en la convergencia hacia estándares de vida próximos a los de las potencias de rentas altas. Motivo por el que el FMI reclama reformas estructurales que palíen el tridente de bajo crecimiento, alto precio del dinero y escaso margen fiscal para instaurar nuevas ayudas.
En especial, en el ámbito mundial, con nuevas regulaciones sobre gobernanza para avanzar en la neutralidad energética y las inversiones tecnológicas; sobre comercio, que implique una revisión de las reglas de juego y las funciones de la OMC para espolear unos flujos de mercancías que apenas despuntarán un 0,9% este año y garantizar los corredores logísticos y el suministro de minerales y manufacturas claves en la transición hacia las emisiones netas cero y, en el orden multilateral, para restaurar la globalización y las cadenas de valor transnacionales.
Tobias Adrian, director del Departamento de Mercados de Capital, insiste en este último peligro latente con una aseveración de lo más elocuente: la inflación significa que los bancos centrales mantendrán más tiempo los tipos al alza (después de que hayan subido, de media, cuatro puntos el precio del dinero en el espacio industrializado y 6,5 puntos entre los mercados emergentes desde finales de 2021) en un momento en el que las empresas en general y las pymes muy en particular empiezan a mostrar dificultades de financiación, debilidad en sus flujos de caja y una propensión a los impagos. Para Adrian, en 2024, la deuda corporativa podría incrementarse en 5,5 billones de dólares, tanto como la suma de las economías de India y España.
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