Trabajar menos: una propuesta más allá de la semana de cuatro días
Reducir la jornada laboral abriría una ventana de oportunidad para repartir de forma equitativa los cuidados, según un informe de CCOO
Emma Pons Valls
Reducir la jornada laboral se ha situado en la agenda mediática, con la reivindicación de la semana de cuatro días como una de las propuestas más llamativas. La precariedad, la falta de tiempo para los cuidados, y los límites del planeta son factores que pesan en una balanza que se decanta hacia ganar calidad de vida para los trabajadores.
Uno de los resultados de este debate ha sido el acuerdo suscrito por PSOE y Sumar de rebajar de 40 a 37,5 horas la jornada máxima semanal durante la legislatura que acaba de arrancar. Esto beneficiaría a cerca de 11 millones de trabajadores en todo el Estado que todavía trabajan la jornada máxima, situada en las 40 horas, según un cálculo de CCOO.
Pese a las críticas de poco ambiciosa (Sumar apuesta en su programa por la jornada de 32 horas), si esta reducción sale adelante trastocará un orden de las cosas establecido desde hace 40 años, los que hace que la jornada máxima está fijada en las 40 horas semanales.
Para que tenga un impacto visible en la vida de las personas deberíamos hablar de la jornada de 35 o 32 horas
Sandra Ezquerra, socióloga y directora de la Cátedra UNESCO Mujeres, Desarrollo y Culturas de la Universitat de Vic
Más allá de la ley
Hace un siglo que la jornada máxima diaria es de ocho horas. “Es un primer paso y bienvenido sea. Pero no es suficiente con la ley, hace falta acuerdo social y negociación colectiva”, apunta Marc Andreu, director de la Fundación Cipriano García y autor del informe de CCOO Trabajar menos, repartir los trabajos y vivir mejor.
Andreu señala el caso francés, donde, aunque la jornada semanal está establecida en 35 horas, esto no se ha traducido de forma eficiente a la realidad. “Si solo está fijado por ley no se garantiza que tenga éxito”, añade.
“Es mejor que nada, pero para que sea más tangible y tenga un impacto visible en la vida de las personas deberíamos hablar de las 35 horas o las 32 horas”, añade Sandra Ezquerra, socióloga y directora de la Cátedra UNESCO Mujeres, Desarrollo y Culturas de la Universitat de Vic.
Redirigir los beneficios hacia los trabajadores
El informe de CCOO pone el foco en la “corresponsabilidad” de las empresas y habla de redirigir los beneficios no sólo hacia el propio capital sino hacia el trabajo. “Ni el sistema, ni la vida ni el planeta necesitan que trabajemos tanto; esto solo funciona así para aumentar las plusvalías de quienes las tienen”, sostiene el texto.
La reducción propuesta por el sindicato, hasta las 32 horas, mantendría el salario intacto y significaría cierto retorno del incremento de la productividad hacia los propios trabajadores. La digitalización ha favorecido principalmente a los empresarios, ya que no ha implicado trabajar menos horas: “Los avances tecnológicos han beneficiado mayoritariamente al capital”, constata Andreu.
4 días vs. 6,5 horas al día
¿Pero cómo se repartiría esta jornada más corta? Para Andreu, reducir los tiempos de trabajo “es una reivindicación histórica que no se puede reducir al eslogan de una simple consigna u horario”, en referencia al vuelo de la propuesta de la semana de cuatro días.
Los dos expertos consultados expresan sus dudas sobre cómo se implementaría la reducción de la jornada, especialmente por la afectación a otros sectores como el ocio y la restauración. “Es una medida muy efectista, puede parecer muy racional pero cuando entras en el detalle de la complejidad del mundo del trabajo ves que no es una solución única”, afirma Andreu.
Además, no contribuiría a generar cambios más profundos, como en el reparto de las tareas del hogar, todavía marcadas por un fuerte sesgo hacia las mujeres. “Tener un día libre te genera un fin de semana más largo pero no altera lo que ocurre el resto de días de la semana”, sostiene Ezquerra.
Cuando entras en el detalle de la complejidad del mundo del trabajo ves que [la semana de cuatro días] no es una solución única
Marc Andreu, autor del informe de CCOO 'Trabajar menos, repartir los trabajos y vivir mejor"
Trabajar 6 o 6,5 horas diarias sí generaría “jornadas más viables y sostenibles” y provocaría cambios en la “cotidianidad” que la semana de cuatro días no permitiría.
Las 35 horas, un paso intermedio
El informe de CCOO marca como objetivo las 35 horas en el corto plazo y las 32 en el medio, aceptando las diferencias entre sectores que hacen que no se trate de una propuesta “universalizable”. Mientras que en el sector público ya hay más de un 80% de trabajadores que hacen 37,5 horas o menos, y eso favorece ir hacia una reducción más profunda, en el privado todavía prevalecen jornadas más largas
“Para algunos sectores llegar a las 35 horas es un hito, y ven posible hasta las 32; para otros las 37,5 son ya un gran logro”, reconoce Andreu. La “pluralidad y complejidad” del mercado de trabajo hace que no pueda hablarse de propuesta única, ni de jornada máxima ni tampoco de cómo repartirla.
Una oportunidad para la redistribución de los cuidados
Trabajar menos podría favorecer cierto “cambio cultural”, tanto en lo que se refiere a la organización social como a los usos de tiempo, por ejemplo. Por un lado, podría ser un avance hacia horarios más racionales en las comidas que también contribuirían a mejorar el derecho al descanso.
Por otra parte, podría ser una oportunidad para redistribuir los trabajos de cuidados entre hombres y mujeres. Ellos todavía dedican la mitad de tiempo al día a cuestiones como cocinar, lavar la ropa o cuidar de sus hijos, según datos de la Generalitat del 2020.
PublicidadLos hombres todavía dedican la mitad del tiempo que las mujeres a las tareas del hogar
“El documento insiste en la reivindicación de repartir los trabajos productivos y reproductivos, para que pueda trabajar todo el mundo y todo el mundo haga trabajos de cuidados”, sostiene Andreu.
En este sentido, reducir la jornada diaria tendría mayor efecto que imponer la semana de cuatro días. “Si reducimos la semana pero no la jornada, no equilibramos en beneficio de las mujeres”, remarca Andreu. Una percepción que Ezquerra comparte, aunque remarca que el reparto entre hombres y mujeres depende de más factores.
Lo que tiene claro es que ahora “la principal necesidad para proveer cuidados es el tiempo, y eso solo se soluciona con cambios en el mercado laboral”.
El relevo generacional provocará cambios que pueden impulsar estas dos propuestas. Para Andreu es positivo que los más jóvenes tengan una concepción distinta del trabajo que sus padres o abuelos. “Eso puede ayudar a la reducción, pero al mismo tiempo la reivindicación de trabajar menos pone en el centro que el trabajo va más allá de lo que nos ha vendido el sistema capitalista o de consumo”, dice.
Para Ezquerra es clave que el movimiento feminista reme conjuntamente después de años de disensos para avanzar hacia propuestas como la transformación de las jornadas laborales.
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