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Series Netflix, HBO, Amazon... y ahora Disney: una burbuja de oferta en los vídeos bajo demanda

Con la suma de las cuatro empresas mentadas junto a Apple y la británica Sky, hasta seis grandes firmas compiten en el nuevo panorama audiovisual. En el bolsillo de un ciudadano medio no hay espacio para costear todas estas suscripciones mensuales, pero todo parece indicar a que en el mercado tampoco lo hay para tantos contendientes.

Presentación de la plataforma Disney +, la última en llegar al panorama audiovisual. / Disney

Una suscripción en Amazon Prime Video para no perderse su serie original ambientada en el universo de El Señor de los Anillos: 3,99 euros mensuales (o 36 anuales). Pagar religiosamente HBO para repasar clásicos como Los Soprano, The Wire o Juego de Tronos: 8,99. Una cuenta ‘estándar’ con dos usuarios para acceder a todas las novedades de Netflix: 11,99. Acceso a los contenidos originales de la británica Sky: 6,99. Curiosear por las nuevas producciones de Apple TV+: 4,99. Un futuro abono en Disney + para los amantes de la animación y los superhéroes de Marvel: 6,99 (o 69,99 anuales).

En total, 43,94 euros mensuales. La factura se antoja desorbitada para el seriéfilo compulsivo que no está dispuesto a perderse nada. Más aún, cuando las progresivas subidas de Netflix invitan a esperar un incremento generalizado en el precio de estos servicios. “Cuando solo haya tres competidores en el mercado el precio dejará de ser una variable", cometa el especialista en economía del audiovisual José Vicente Santamaría, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y colaborador en Forbes.

Sin embargo, la explosión del vídeo bajo demanda no solo ha convertido a las producciones audiovisuales en un espectro inabarcable, por cuestiones de tiempo y dinero, para el consumidor, sino también en un ejercicio de dudosa rentabilidad para las empresas involucradas en su producción en el corto plazo.

No hay espacio para todos. Al menos eso es lo que invita a pensar un sector como el cultural, cuya tendencia a la concentración en manos de unos pocos contendientes ha quedado probada en el plano televisivo, radiofónico o editorial, entre otros. Nos encontramos, sin embargo, en una fase inicial en la que se atisban muchas tendencias y, de momento, pocas certezas.

En España, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia otorgaba en el segundo trimestre de 2018 dos millones de usuarios a Netflix, muy por encima de Amazon o HBO. Sin embargo, debido a las lagunas existentes para medir estas cifras –no se esclarece si el usuario es quien paga la cuenta o también quienes disfrutan de una ajena, por ejemplo– ni la propia institución da crédito a las mismas. De hecho, este es el último dato disponible, pues desde entonces ha dejado de publicarlas para mejorar su medición, según informa El Español.

“¿Quién no quiere ver un partido de fútbol, un debate político o un reality en directo? Todavía hay mucho recorrido para que la generalista siga estando presente”, José María Álvarez

Por lo tanto, aunque resulta evidente su penetración en el país, todavía se desconoce el alcance y magnitud de sus audiencias con respecto a las televisiones generalistas –Mediaset o Atresmedia–, sentenciadas de muerte desde hace años por muchos tras la llegada del streaming, pero todavía muy vivas gracias, en gran parte, a disponer de los programas en directo. “¿Quién no quiere ver un partido de fútbol, un debate político o un reality en directo? Todavía hay mucho recorrido para que la generalista siga estando presente”, asegura el investigador de la Universidad Rey Juan Carlos José María Álvarez.

Así pues, con el indicio de que no todos llegarán al final del camino, las diferentes empresas que compiten por este mercado guardan razones diversas para haberse adentrado en él y aún más particulares argumentos para quedarse.

Netflix, el ‘padre’ del nuevo paradigma

Naciendo como poco más que un videoclub físico a domicilio a principios de milenio, Netflix ha terminado siendo la empresa que ha sentado las bases del actual consumo audiovisual. Metida ya de lleno en la distribución por streaming desde hace más de dos décadas, ha fundamentado su crecimiento tres pilares básicos: la tecnología, centrada en facilitar la vida al espectador con pequeños gestos como la reproducción automática de capítulos –algo que posteriormente han imitado el resto de plataformas–; el marketing, capaz de convertir el sello de una empresa con alma ‘low cost’ en un sinónimo de calidad; y los contenidos, con uno de los catálogos más amplios que presume de títulos, ya sean prestados u originales, como Stranger Things, House of Cards, Narcos o Breaking Bad, entre otros.

Con esta estrategia, Netflix entró rompiendo el mercado, con precios asequibles durante años de crisis y, por ende, menores ingresos en los hogares españoles. Pese a haber sentado las nuevas reglas del juego y marcar el ritmo a seguir, Netflix tiene como principal desventaja el tener que recorrer este largo camino sola. La compañía de Reed Hastings es la única de las principales competidoras que no cuenta con un gran conglomerado empresarial detrás que financie la producción de sus contenidos y le sirva de salvavidas.

Netflix continúa produciendo a costa de aumentar su deuda, con la fe de seguir creciendo hasta el punto de ser rentable

En cambio, su estrategia ha pasado por endeudarse para seguir liderando en contenidos originales. Este pasado octubre sacó a la venta dos mil millones de dólares de deuda después de haber hecho lo propio en abril, solo unos meses antes. No obstante, publicaciones especializadas como Forbes aseguran que es una estrategia coherente con la idiosincrasia de Netflix y no necesariamente negativa, pues la máxima de la compañía se basa en continuar creciendo y expandiéndose internacionalmente hasta alcanzar el número de suscriptores que le permita sufragar estos gastos.

En el último resultado trimestral reportaron 6,8 millones nuevos usuarios, algo por debajo de los siete que esperaban en sus previsiones, pero que colocan la cifra global en unos notorios 158,3 millones de suscriptores en la actualidad. Si las cosas van mal para Hastings, esta cifra, como garantía de una fuente estable de ingresos mensuales, será la que fije el precio por el que su empresa esté a la venta si no consigue llegar a ese punto crítico de usuarios para alcanzar la rentabilidad. No obstante, Hastings ya se mostró, por el momento, reacio a vender en una reciente aproximación de Disney, según informa The Economist.

HBO y Sky, los ‘chicos del cable’

Aunque la exitosa serie española Las chicas del cable (Netflix) no forma parte de su catálogo, estas dos plataformas son las dueñas de dicha infraestructura. No de forma directa, sino a través de las dos grandes matrices a las que ambas pertenecen: AT&T y Comcast, dos conglomerados norteamericanos que controlan gran parte de la distribución de servicios de televisión por cable, internet y telefonía.

AT&T se hizo con Time Warner –posteriormente rebautizada como Warner Media– a cambio de 104 mil millones de dólares. Con ello, pasaba a controlar HBO, así como los contenidos de la productora Warner Bros o los superhéroes del catálogo de DC, entre otros. Además de su cambio de nombre, el conglomerado vive actualmente un proceso de reestructuración para adaptarse a los nuevos y globalizados tiempos en el audiovisual. Más allá de diversificar sus negocios, la operadora de cable alberga en este movimiento la esperanza de superar a Verizon como la mayor proveedora americana de redes móviles al ofrecer esta oferta audiovisual como un plus para atraer nuevos clientes.

Parte de esta transformación llega con el lanzamiento de una nueva y reunificada plataforma de streaming: HBO Max, un servicio que mantendrá precios similares a los actuales, ofrecerá 10.000 horas de contenidos y que aspira a alcanzar los 90 millones de suscriptores globales en 2025. Para José María Álvarez, se trata de un movimiento de “desintermediación”, pues HBO vendía tradicionalmente sus producciones a otras plataformas para su distribución. Por lo tanto, con la creación de una propia, intenta vender sus productos directamente sin “un intermediario que se lleve parte de la cadena de valor”.

Frente a la estrategia más cuantitativa de Netflix, HBO apuesta por generar menos contenidos, pero de mayor calidad

Lejos todavía de las cifras de Netflix, HBO es su gran competidor a nivel de contenidos. Con clásicos como The Wire o Los Soprano y series de gran éxito como Juego de Tronos o Big Little Lies en su haber, la plataforma ha optado por una estrategia diferente a la de Netflix, más centrada en generar contenidos de calidad y no tanto en la cantidad y la amplitud del abanico de su oferta. Dicha apuesta se refleja en la renuncia al binge watching –el consumo de series en cortos periodos de tiempo gracias a la disponibilidad de las temporadas completas– siendo una de las pocas plataformas que todavía aboga por ‘racionar’ sus estrenos lanzando un capítulo por semana.

En cuanto a Sky, se trata probablemente de la contendiente con el catálogo y el repertorio más limitado. Comcast la compró a cambio de 40 mil millones de dólares y actualmente también prepara un nuevo servicio de streaming para el arranque de 2020. Sin embargo, pese a que lo venderá como un servicio por separado, lo ofrecerá como un complemento a los servicios de televisión de pago por los que ya cuentan 52 millones de suscriptores en Estados Unidos y Europa, tal y como señala The Economist.

Apple y Amazon, los gigantes tecnológicos

Los tentáculos de las grandes empresas tecnológicas tocan prácticamente todos los sectores económicos al alza en la actualidad y, por ende, el audiovisual no iba a ser menos. Tras muchas vacilaciones a la hora de lanzar una plataforma de streaming propia por parte de ambas, parten como dos de las grandes favoritas a la subsistencia en el largo plazo.

Pese a su falta de especialización, cuentan con una gran ventaja con respecto al resto: unas arcas llenas de dinero y listas para gastar. Ya sea para financiar sus series y contenidos propios o para engullir a otro de los contendientes llegado el momento –si las autoridades de la competencia norteamericanas lo permiten–. La gran diferencia de poderío económico con respecto al resto de las plataformas se antoja determinante.

El catálogo de Apple y Amazon es todavía limitado, pero tienen dinero  de sobra para financiar nuevos contenidos

Pese a iniciativas atractivas como el desarrollo de la serie spin-off ambientada en el universo de El Señor de los Anillos de Amazon, el catálogo de ambas todavía es precario y está pendiente de desarrollo. Mientras, en Apple preparan varias producciones con estrellas de la dirección y la interpretación 'hollywoodiense' como Jason Momoa, Samuel L. Jackson o Steven Knight (creador de Peaky Blinders).

No obstante, las dos compañías no guardan excesivas urgencias en su éxito en el audiovisual, pues para ellas, más que un pilar estratégico en sus sistemas de negocio ya exitosos, su entrada en el streaming se trata de un cebo más con el fidelizar a los clientes de sus emporios globales. Por su parte, Apple ofrecería un año de servicio gratis de su plataforma, cuyo definitivo lanzamiento se espera para los primeros compases de 2020, como un plus a los usuarios que tengan sus móviles, tablets o, especialmente, televisores de su marca, mercado en el que está realizando una modesta incursión en la actualidad. Mientras, Amazon añade con películas y series de ficción exclusivas otro atractivo a sus servicios de mensajería premium.

Disney, el recién llegado

El último en lanzarse a la piscina del streaming ha sido Disney, ya operativo en Estados Unidos y países como Canadá, Holanda o Australia y cuya llegada España está prevista para marzo de 2020. La precaución guardada por la empresa es lógica, pues con este movimiento renuncia a los grandes ingresos que recibía por ceder sus productos a Netflix (este año percibió alrededor de mil millones de dólares por ello). Además, llevará sin pasar por las salas de cine directamente a los hogares películas que hasta ahora habían sido un éxito garantizado en taquilla.

El catálogo de Disney presume de los superhéroes de Marvel, Pixar o la saga Star Wars

Sin embargo, con la asistencia a los cines en declive y el streaming al alza, finalmente Disney ha dado el paso. Cuando sus licencias de cesión con Netflix se acaben, poseerá en exclusiva contenidos de gran atractivo como los superhéroes de Marvel, las películas de animación de Pixar o la saga Star Wars de Lucasfilm, entre otros. Con ello, además, estará por primera vez en contacto directo con sus fans, esperando poder emplear los datos de su consumo audiovisual para optimizar sus otros negocios como los parques temáticos o el merchandising. Además, su especialización en el contenido infantil puede ser una baza importante en estos primeros compases, durante los cuales todas las plataformas tienen difícil diferenciar sus productos de los de la competencia.

A la espera de matrimonios extraños

Con esta tesitura –siempre a la espera de posibles nuevas entradas de empresas como Microsoft, Google o Facebook– se da por completada una primera fase de tanteo. Ahora, las alianzas estratégicas entre competidores se antojan clave para la subsistencia. “Vamos a ver matrimonios muy raros. En España están trabajando juntos Telecinco y RTVE. Salvo que seas un enemigo a muerte, la colaboración va a existir”, asegura el analista José Vicente Santamaría.

El mejor ejemplo de esto es la unión entre Telefónica y Netflix, a priori competidores, que se cerró en España, por la cual Movistar –que desde hace un par de años destina 100 millones anuales a la producción de series de alto presupuesto como La peste de Alberto Rodríguez– ofrece en sus paquetes de televisión de pago los contenidos de la plataforma. En terreno nacional, para estas alianzas también pueden jugar un papel importante las televisiones generalistas, que pese a estar fuera del nuevo paradigma de consumo todavía juegan un papel importante dentro del panorama audiovisual.

La cuenta atrás para el próximo capítulo en la industria audiovisual ya ha comenzado. Lo mejor de esta nueva temporada está todavía por ver.

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