Este artículo se publicó hace 2 años.
La UE vuelve a fracasar en un acuerdo sobre el tope al gas y se emplaza dividida a otro encuentro
Los ministros de Energía fracasan en su nuevo intento para desatascar el paquete de medidas energéticas. El Gobierno español insiste en que la propuesta de Bruselas es "una broma de mal gusto".
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Para unos, como Alemania, Países Bajos o Dinamarca, va demasiado lejos. Para otros, como España, Grecia o Italia, es una broma. A los primeros les molesta el mero hecho de que exista una propuesta. Los segundos se congratulan de que al menos haya un documento claro sobre una medida que llevan semanas demandando. Así, la nueva propuesta de la Comisión para fijar un tope sobre el precio del gas divide a las capitales europeas. Los 27 ministros de Energía han concluido su décimo Consejo en lo que va de año sin acuerdo y se emplazan a otra cita que tendrá lugar el 13 de diciembre, dos días antes de la cumbre de líderes europeos, la última del año.
La UE da otra patada hacia adelante y fracasa en su nuevo intento para desatascar el paquete de medidas energéticas que permitan contener la espiral inflacionista de cara a unos inviernos que se avistan fríos, inciertos y caros. Este escenario se produce cuando desde hace meses se repite en la capital comunitaria que ante el general invierno y sus consecuencias sobre los bolsillos de los ciudadanos "no hay tiempo que perder".
Bruselas propone un tope de 275 euros por megawatio/hora, con condiciones muy estrictas para su activación
A comienzos de esta semana, la Comisión Europea intentó calmar los nervios de muchas capitales poniendo sobre la mesa su primera propuesta para limitar el precio del gas. Una propuesta que en esencia nacía herida de muerte. Con un tope fijado en 275 euros el megawatio/hora y con condiciones para su activación estrictísimas, la mitad de los países de las capitales han reaccionado con furia a este documento de Bruselas. Bajo estas condiciones, el bautizado como mecanismo de corrección no se habría activado ni este verano, cuando el gas superaba el umbral de los 300 euros mW/h. "Antes teníamos un problema porque la Comisión se oponía a presentar una propuesta. Ahora tenemos otro precisamente porque lo ha hecho", ha resumido Josef Síkea, el responsable de Energía checo, en nombre de la Presidencia del Consejo.
La cita ya se aventuraba emocional y divisoria. España había advertido de que se opondría de forma frontal a la propuesta del Ejecutivo comunitario. Y no estaba sola. Otros 14 países (Bélgica, Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal y Rumanía) enviaron una carta firme hace unas semanas pidiendo a la Comisión celeridad y valentía para limitar el coste del gas. En el otro lado, Alemania, Países Bajos o Dinamarca continúan sin ceder en su oposición a esta medida alegando que generaría riesgo de desabastecimiento energético.
Grandes expectativas para finales de año
En medio se encontraba la Comisión, que no compartía el sentido de urgencia del sur y el este. En buena parte porque Bruselas nunca ha visto con buenos ojos esta medida por temores a que distorsione el mercado interior. Así, más por presión que por convicción, la Comisión ha presentado un tope al precio de gas que muchos han calificado como "insuficiente", "una tomadura de pelo" o un "no tope". "Para hacer esto que no haga nada", reaccionó Teresa Ribera, vicepresidenta española a cargo de Transición Ecológica, que a su llegada al edificio del Consejo Europeo se refirió al documento como "una broma de mal gusto" que "nunca podría llevarse a cabo".
La ministra española llegó a la cita con la intención de plantar batalla. El Ejecutivo español ve la propuesta del Ejecutivo comunitario como mala y peligrosa. Ribera ha explicado que yerra en los tres puntos clave: en el diseño, en las condiciones y en el precio.
Sin acuerdo político sobre el gas, España se ha opuesto a dar el visto bueno a los otros dos paquetes pendientes de aprobación: el de solidaridad y compra conjuntas de gas y el de energías renovables. En las últimas horas, Madrid había diseñado esta estrategia junto a los países afines en esta línea. Así, se aseguran una carta que no ha sido muy bien acogida por otros como Alemania, uno de los más interesados en impulsar la transición ecológica debido a su dependencia energética con el gas ruso. El paquete de las tres iniciativas va ya indivisible, aunque solo falta negociar la del gas.
¿Qué pasa ahora? Tras esta toma de temperatura, los equipos técnicos trabajarán a contrarreloj para presentar un nuevo texto que pueda conseguir el aval de los Veintisiete en un nuevo Consejo extraordinario previsto para el 13 de diciembre.
Dos días después, los 27 líderes europeos se dan cita en su última cumbre europea del año. La sensación es que la UE no puede irse de vacaciones de Navidad sin este debate cerrado y aprobado. "Soy optimista", ha asegurado la ministra Ribera en rueda de prensa, que ha mostrado confianza en que los 27 ministros cierren un acuerdo en las próximas dos semanas. "No hemos abierto el champagne todavía, pero hemos metido la botella en la nevera", ha coincidido Síkela.
La ministra española ha afirmado que la medida definitiva podría materializarse en un tope flexible y dinámico, que fluctuaría en consonancia con las variaciones de mercados internacionales. Esta es la preferencia de Madrid, que teme que la propuesta de la Comisión Europea tal y como está concebida derive en todo lo contrario: un precios más alto del gas por dar la sensación de que los europeos están dispuestos a pagar estos 275 euros por megawatio/hora diseñados por Bruselas.
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