Público
Público

Elena Medel: "La izquierda padece una desconexión absoluta de la realidad"

La poeta y editora cordobesa Elena Medel.- GABRIELA CUZEPAN
La poeta y editora cordobesa Elena Medel.- GABRIELA CUZEPAN

La poeta y editora Elena Medel (Córdoba, 1985) acaba de publicar Las maravillas (Anagrama), una novela que empieza y termina el mismo día, un 8 de marzo de 2018. La epifanía feminista une y separa a dos mujeres de intereses y edades diferentes; María, una limpiadora cordobesa a punto de jubilarse, y Alicia, en sus treinta y curtida en el precariado. Dos mujeres y una historia sobre cuidados, clase social y dinero, o mejor dicho, sobre su falta y cómo esto condiciona nuestras vidas.

Hay mucha periferia en este libro, ¿cómo ha vivido las restricciones de movilidad?

La sensación que te queda, al menos desde donde yo vivo que es en la zona de Puerta Bonita, en Carabanchel, es de haber sido estigmatizados por la Comunidad de Madrid. Pero más allá de esto, me ha sorprendido la actitud de la izquierda... Tengo la sensación de que hablaban de zonas que no conocían, y es que hay gente de izquierdas que no sabe cómo es la vida en los barrios, que no se han metido ni en Google para saber dónde está cada barrio, y que obviamente nunca los han pisado. Manejan una idea preconcebida de lo que es la vida en ellos. Me preocupa esa desconexión absoluta de la realidad que padece la izquierda. La gente espera otra cosa y el problema es que hablamos de barrios que son pasto para...

Abascales y compañía...

Exacto. Es que si quienes deberían defenderme no lo hacen, quién se preocupa por mí. No sé si es falta de perspectiva o qué es... Quizá deberían preguntarse en qué momento se han desconectado tanto de esa gente de la que se supone que hablan, la impresión es de que les importa más bien poco. Hay mucha gente en esos barrios que necesita realmente una apuesta por lo público, por una sanidad o por un transporte en condiciones.

Hay quien dice que el covid no entiende de clases.

Eso me hacía mucha gracia, pensaba en la gente de mi bloque, en cómo sería guardar una cuarentena cuando uno de los convivientes hubiera estado en contacto con un positivo. Cómo te las arreglas en un piso con un sólo cuarto de baño, apenas dos habitaciones y muy pocos metros cuadrados.

El dinero y la clase impregnan 'Las maravillas' a través de algo tan íntimo como el olor de un bebé. ¿Cómo fue su descubrimiento?, ¿cuándo se percató de su condición de clase?

"Nunca fui consciente de ser de clase baja hasta que conocí a gente de otra clase"

Es curioso, yo nunca fui consciente de ser de clase baja hasta que conocí a gente de otra clase. Afortunadamente mis padres, que son gente muy humilde, quisieron potenciar mi interés por la lectura y la escritura, pero no era algo habitual. Lo que sucede es que cuando empiezo a publicar y hablo con gente del mundillo y me hablan de sus familias, ahí es cuando me doy cuenta de que no se parecen a la mía. Yo no podría pedirle a mis padres que me paguen el alquiler porque estoy creando, no tengo un piso heredado desde el que poder crear, mi vida es como un equilibrio constante entre trabajar mucho y decir que sí a todos los encargos y colaboraciones, para luego tener dos meses en los que poder dedicarme a la escritura en exclusiva. En ese sentido, hubo un tiempo en el que sentí que no pertenecía, como un bicho raro.

¿Le influye el origen socioeconómico del autor a la hora de leer?

Siento que hay varios niveles. Hay una primera lectura que es mucho más emocional; te gusta o no te gusta. Sin duda es importante leer al margen de quien escribe, pero muchas veces es interesante saber algo más. Las circunstancias de escritura permiten entender ciertos libros. Mira a Carmen Martín Gaite, por ejemplo, solía contar que mientras escribía Entre visillos, que para mí es una obra clave del siglo XX en España, esperaba con ansía que su marido, Sánchez Ferlosio, se fuera a la tertulia y la niña se durmiese. Y eso que era Martín Gaite, imagínate una escritora de clase baja.

Nos dijeron que la cultura iba a ser nuestro ascensor social. ¿Qué hay de eso?

El ascensor social para mí cada vez tiene más de entelequia. Vale que no trabajamos en la fábrica o en el campo, pero no hay tanta diferencia entre lo que ellos hacían y lo que nosotros hacemos. La situación de precariedad en la que estamos inmersos repercute, y de qué manera, en nuestros cuerpos. Yo por ejemplo siento que siempre estoy cansada, que nunca llego a tiempo, esa tensión es constante y es muy física. Si vienes de clase baja y te dedicas a un trabajo intelectual o artístico la precariedad está asegurada.

'Las maravillas' reivindica también la figura de las pioneras del feminismo, mujeres que marcaron el camino en un país y una época bastante complicado.

"Si vienes de clase baja y te dedicas a un trabajo creativo la precariedad está asegurada"

Para mí es fundamental la genealogía del feminismo, saber quién ha estado antes que nosotras en cada uno de los campos. Muchas veces el foco se sigue poniendo en mujeres que tuvieron más visibilidad porque ocupaban lugares centrales, porque venían de familias acomodadas. Conviene recordar a todas aquellas mujeres que hicieron un trabajo brutal en el tejido de las asociaciones de barrio, trabajando en las periferias de muchas ciudades. Son mujeres que no son anónimas, que tienen nombre y apellidos, por eso la manifestación feminista de 2018, que abre y cierra la novela, es tan importante, porque de algún modo les dio una visibilidad que merecían.

Es una cuestión de memoria y de inclusión...

Me preocupa que en determinadas campañas institucionales se incida en una imagen de feminista que es joven, guapa, sofisticada... Parecen fotos sacadas de un banco de imágenes. La realidad no es esa, y lo peor es que dejaríamos a un lado a toda una generación de mujeres que llevan décadas luchando. No es ese el feminismo que yo quiero, para mí el feminismo ha de ser inclusivo y ha de luchar por una igualdad que tiene que ver por supuesto con el género, pero también con la clase y la raza.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?