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Erasmus orgasmus

Cada año más universitarios utilizan las becas de movilidad de la UE para aprender un idioma y, a la vez, disfrutar de la libertad

PAULA DÍAZ

Cada vez más universitarios españoles aprovechan la oportunidad que les ofrece el programa Erasmus para disfrutar de otro país europeo mientras cursan parte de su carrera. De hecho, la comisaria europea de Educación, Androulla Vassiliou, presentó esta semana un informe en el que se ratificaba a España como el primer país exportador y receptor de estudiantes en el curso 2009-2010.

El objetivo de la beca que conceden la Unión Europea (UE) y el Ministerio de Educación, con ayuda de desiguales aportaciones de las comunidades autónomas, es que los estudiantes aprendan un nuevo idioma y disfruten del intercambio cultural mientras dure su estancia en el extranjero (entre tres y nueve meses).

El curso pasado, 31.158 universitarios españoles se beneficiaron de los 254 euros mensuales que, según la UE, recibieron de media los becados. Además, en el presente curso 2010-2011, a punto de finalizar, se estima que el número de estudiantes de facultades españolas que se encuentran estudiando en algún país de Europa aumentó hasta 35.318, según las previsiones iniciales del Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos (OAPEE).

La dureza del curso varía mucho en función del país al que se viaje

La mayoría de los beneficiarios de la beca suelen tomarse al pie de la letra eso del 'intercambio cultural' y, después de acudir a clase y cumplir con sus obligaciones, no dudan en irse de fiesta para conocer a sus nuevos compañeros. Después, la música, las copas, el cachondeo y la libertad de estar donde nadie les conoce son algunas de las causas que provocan que muchos terminen la noche acompañados.

'Salíamos todos los días', recuerdan Sara Cuesta, Álvaro Corral, Patricia Israel y Anabel Pérez. Los cuatro son estu-diantes que han vivido la experiencia Erasmus en Lieja (Bélgica), Glasgow (Escocia), Bari (Italia) y Tampere (Finlandia), respectivamente.

'Yo incluso llegué a asustarme de lo que estaba viviendo', reconoce Sara. 'Llegamos a Bélgica en septiembre y, de unas cien personas que llegué a conocer con pareja, en Navidad ya sólo quedábamos 20 en esa situación', expli-ca. Lo mismo opina Patricia: 'La gente se libera muchísimo cuando está fuera'.

Pero a diferencia de las similitudes en los niveles de juerga, la dureza del curso no es igual en todos los lugares de la UE. Y de los 32 estados donde se puede elegir, Italia es el destino preferido de los españoles, muy por encima de Francia y Reino Unido.

En el curso 2009-2010, más de 7.000 universitarios eligieron alimentarse durante el curso a base de pizza, pasta, capuccinos y helados. Tal vez estas cifras se justifiquen con la fama que, gracias al boca a boca, ha conseguido Italia en lo que a estudiantes Erasmus se refiere.

España es el primer país exportador y receptor de estudiantes

Patricia, estudiante de Derecho que cursó su último año de carrera en la localidad italiana de Bari, asegura que estudiar allí es 'un cachondeo, no hay ni que ir a clase'. '¡Lo que aquí me cuesta estudiar un mes, allí lo aprobaba en una semana!', exclama. Sara, sin embargo, tiene una sensación diferente. En Bélgica, donde cursó tercero de Periodismo, lo tuvo difícil. 'Tenías que ir a clase porque había prácticas todos los días', explica.

La experiencia de Álvaro, que fue a Glasgow a terminar una ingeniería, se encuentra en un término medio entre la de Sara y Patricia. 'Yo tenía que hacer trabajos todo el año, pero el nivel en Escocia es bastante bajo y no me resultó nada difícil', reconoce. En cuanto al despiporre fiestero, él, que apenas tuvo oportunidad de disfrutar del ligoteo, lo considera exagerado. 'Yo creo que eso es un mito', bromea.

Anabel, por su parte, se ha enamorado de Finlandia. Estu-dia Ingeniería de Telecomunicaciones y, 'para alguien de telecos, qué mejor que el país del Nokia', afirma. Además, 'en los night club del centro de Tampere siempre hay alguna fiesta organizada', explica.

En cuanto al estudio, Anabel asegura que no todo es fiesta. 'Tienes que entregar trabajos todas las semanas y todo cuenta para nota'. A pesar del esfuerzo, ella ha decidido quedarse en Finlandia para terminar su proyecto de fin de carrera. Luego, probablemente, probará suerte en otros países.

Para los becados, el estudio no está reñido con el cachondeo

En Alemania, por ejemplo, las universidades 'son muy exigentes. Hay que luchar mucho para que te reconozcan por tu trabajo', asegura Aída Prados, futura periodista que está a punto de acabar el curso allí. 'Se preocupan para que aprendas y dan cursos gratuitos de alemán antes de empezar las clases para que no tengas problemas', explica.

Por muy divertidas que sean las experiencias en otros países, los europeos reconocen que, para fiestas, España es el lugar ideal. Tal vez por eso es el país más elegido como destino por los Erasmus extranjeros.

Giada Rapisarda, siciliana, cursó su Erasmus en Málaga porque quería tener playa, al tiempo que aprendía y mejoraba su español. 'Fue una experiencia dura, porque tuve que cursar más créditos que en Italia, pero conocer a tanta gente diferente me hizo crecer y ahora [que vive en Madrid] estoy deseando quedarme aquí a trabajar', explica.

Orianne Berthier, francesa, cursó un año de su máster de Márketing en Zaragoza y vive ahora en Madrid. El estudio le resultó 'complicado'. Según explica, el español que sabía no se parecía en nada al que se encontró cuando llegó. Pero, al igual que Giada, también quiere quedarse. 'Aquí es más fácil relacionarse con la gente y, además, me siento libre', concluye.

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