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Mas eleva el tono soberanista de una CDC cohesionada

Explicita el compromiso 'para que Catalunya sea una nación libre y soberana' 

FERRAN CASAS

Artur Mas fue ayer reelegido como líder de CDC en un congreso planteado para ilusionar al electorado pero que trasladó poco más que una imagen de paz interna. Seguirá ocupando la secretaría general después de un cónclave donde no faltó ni la autocrítica obligada después de cinco años en la oposición ni el reforzamiento de los planteamientos nacionalistas del partido, que sale escorado a posiciones soberanistas. En un marco de afirmación interna y debate ideológico hubo avisos a José Luis Rodríguez Zapatero, para quien el tradicional socio catalán (que suele ganar enteros en contextos de crisis) se pone aún más caro.

El informe de gestión de Mas, que consiguió el 98% de síes pero entusiasmó menos que Jordi Pujol el día antes, fue detallado y pese a intercalar videos e intervenciones de los seis vicesecretarios generales que CDC tenía hasta ayer se hizo largo. El dirigente nacionalista, que optará por tercera vez a presidir la Generalitat como candidato de CiU, abrió las puertas de su discurso a la autocrítica reconociendo que, pese a haber ganado las elecciones catalanas en 2003 y 2006, “no se ha conseguido el objetivo de gobernar”. Asumió el fiasco porque, dijo, los líderes “deben compartir méritos y asumir solos los fracasos”. El otro puntal de su discurso, ya con la mirada al frente, fueron los pactos en Madrid.

CDC ha impuesto dentro del grupo de CiU en el Congreso una postura expectante mientras repite el soniquete de que difícilmente cerrarán acuerdos con el PSOE mientras sean oposición en Catalunya. Ayer, Mas se reafirmó con el argumento de que ellos, que han pagado caras las alianzas, no deben nada “ni al PSOE ni al PP”. Admitió que reciben presión “fuerte” para dar estabilidad al Gobierno en el contexto de crisis. Pero se quejó del trato recibido puesto que después del pacto del Estatut el PSOE no forzó, según él, lo suficiente al PSC para que respetara a la lista más votada y no reeditara el tripartito. Por eso Mas afirmó que si el PSOE “no cumple con Catalunya” no le facilitará las cosas. “No tenemos ninguna obligación legal, moral o programática”, zanjó.

El secretario general, que hoy cerrará el congreso, insistió en la Casa Grande del catalanismo, su gran aportación ideológica. En torno a ella ha montado CDC el congreso. El proyecto se concibió para atraer electorado catalanista del PSC y ERC pero las bases convergentes acabaron por convertirlo en una OPA en toda regla a los republicanos clarificando (y endureciendo) el discurso nacionalista. La dirección aceptó enmiendas de las juventudes y los sectores soberanistas.

En ellas no se abrazaba de forma explícita el independentismo pidiendo un Estado pero se está cerca de hacerlo, un horizonte que Pujol o Duran nunca han defendido. El ponente Francesc Homs, dirigente de la confianza de Mas, quitó hierro al asunto y no lo consideró novedad pero el texto, que sumó el 90% de apoyos, explicita que el “derecho a decidir” que se asume implica renovar el compromiso “para que Catalunya sea una nación libre y soberana en la Europa del siglo XXI” y que no se renuncia “a ningún escenario” a partir de ratificar “el derecho al ejercicio efectivo al derecho de autodeterminación”. Para CDC la soberanía catalana no debe tener “más límite que la voluntad democrática”.

En la vuelta de tuerca nacionalista quizás tenga todo o mucho que ver que el sabor de boca por el Estatut no sea el mejor. En su intervención matutina previa a que las comisiones se pusieran a debatir las ponencias, Mas cargó contra el Tribunal Constitucional y pronosticó que el debate de los recursos “acabará mal”. “Si el Estatut no cabe en la Constitución, queda claro el agotamiento de la vía estatutaria”, remachó después de avecinar un choque de legitimidades.

La jornada acabó con la votación de los once cargos unipersonales de la dirección, que Mas ha diseñado como una suerte de encaje de bolillos para contentar a todos. Lo ha conseguido, en mayor o menor grado, gracias a disponer de sesenta asientos.

A la hora de cerrar esta edición aún se contaban las papeletas, pero nada hacía prever sorpresas más allá de un voto de castigo testimonial a dirigentes como David Madí o el inquieto alcalde de Sant Cugat Lluís Recoder, del ala menos soberanista del partido.

1. Un paso más en la senda del soberanismo // La dirección no tenía interés en explicitar horizontes nacionales. Pero el temor a un revolcón de las bases si la ambigüedad se perpetuaba obligó a ceder.

2. Se buscará mejorar la convivencia con Unió // Había enmiendas de una corriente organizada para romper con Unió. El 80% de delegados votaron en contra. La idea es fortalecer la federación, propuesta a la que es reticente Duran. No habrá cisma, pero donde no haya entente local irán por separado y no como CiU.

3. Mas dejará en 2012 la Secretaría General // Mas no ha dejado a casi nadie fuera. Ha reforzado a Homs y Madí situándolos en una de las cuatro secretarías ejecutivas y ha puesto las otras dos en manos de fieles a Felip Puig, el secretario general adjunto. Mas recordó que no optará a la Secretaría General en 2012 porque los estatutos de CDC no contemplan otro mandato.

4. Serio aviso al PSOE sobre la disposición a pactos // Mas evidenció que Zapatero se tendrá que emplear a fondo si quiere el apoyo de una CDC que lleva muy mal estar en la oposición. El sentido de Estado (español) era cosa de Pujol.

5. Poca autocrítica pese al trance de la oposición // Mas tuvo un destello de autocrítica pero pese al continuado declive electoral no analizó su incapacidad para llegar a acuerdos con el PSC o ERC y presidir la Generalitat.

6. Compromiso catalán para el voto inmigrante // Después de proponer el contrato de los inmigrantes, ahora CDC plantea que para votar en las municipales acrediten cinco años de residencia legal y un “compromiso” de arraigo comprometiéndose a conocerel catalán y el castellano.

7. Referendos internos que no serán vinculantes // CDC celebrará referendos internos entre sus bases siempre y cuando se trate de reformas institucionales de calado. Pero el resultado no será vinculante.

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