Sam Deurinck.

1. ¿Ha pedido perdón la Iglesia belga?

No. Las palabras del señor Léonard [el presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica] no son especialmente significativas y siguen la estrategia habitual, ya utilizada en otros países en los que salieron a la luz casos graves como estos. La Iglesia vuelve a hablar de retrasar las medidas concretas, de ganar tiempo... Necesitamos decisiones hoy, y no mañana, pero la Iglesia conoce hechos de esta naturaleza desde hace muchos años y nunca ha hecho gran cosa.

2. ¿Debería la Iglesia investigar más a fondo?

Somos un Estado civil con instituciones preparadas para investigar. No es el papel de la Iglesia establecer comisiones de investigación, entre otras cosas, porque la Iglesia no puede investigarse a sí misma. En su lugar, debe desterrar la impunidad y denunciar los casos que conozca. Pero sobre todo, lo que la Iglesia le debe a las víctimas es una muestra efectiva de perdón.

3. El presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica ha reconocido 'errores del pasado'.

No pertenecen al pasado, ya que estas denuncias llevan años produciéndose por distintos canales. Nuestra asociación, sin ir más lejos, trató de que varios obispos recibieran a las víctimas que acudieron a nosotros en busca de ayuda. Nos dieron con la puerta en las narices. Y la estrategia es siempre la misma: trasladar al sacerdote dentro de la diócesis y restar importancia a casos que ellos consideran 'aislados'. No lo son: demuestran un mal estructural que debe ser corregido. Por eso, lo que ahora necesitamos no son más palabras, sino actos.

4. Fue la Iglesia la que conformó una comisión de investigación que ahora ha permitido que salgan a la luz los abusos.

Eso es verdad, y la comisión ha sido útil en ese sentido. Gracias a ella las víctimas tienen hoy visibilidad, pero siguen sufriendo sin que la actitud de la Iglesia haya cambiado.