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Reabre el último cabaret ibérico

Zaragoza y Bigas Luna recuperan El Plata, mítico café-cantante 

SUSANA HIDALGO

Una calle estrecha en la zona zaragozana de El Tubo, una puerta naranja que se abre  de vez en cuando y de la que salen obreros, decenas de curiosos en la calle que aprovechan y meten la cabeza para husmear. En Zaragoza, estos días la expectación es máxima. El Plata, el último café-cantante de España que apagó sus luces hace 16 años, vuelve a encender las luces. Un emblema para la ciudad aragonesa, para sus habitantes o “para cualquiera que haya hecho estudiado o hecho la mili en Zaragoza”, recuerda el arquitecto que está rehabilitando el inmueble, José Manuel Pérez Latorre.  

En El Plata, que antes se llamó La Conga, al mediodía y en una extraña sesión de cigarro y cabaret, las vedettes cantaban La Pulga y cosas así. Las cabareteras y cabareteros tenían nombres evocadores como Mary de Lis, Conchita Lucero o el Negro Tonsón y actuaban a 25 céntimos la pieza.  Era un lugar de encuentro para la gente de provincias.

 “La entrada a la hora de comer era un mar de boinas”, recuerda el arquitecto Pérez Latorre. Y es que esa sesión tempranera se llamaba precisamente “la de la boina”. Luego había otras tardías y nocturnas y algo más sofisticadas pero siempre dentro de los parámetros del baile y la diversión.  Para Carmelo Bosque, gerente del área de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza (PSOE) la repartura del café-cantante significa sin duda “una recuperación afectiva, una seña de identidad del municipio”.  La recuperación del último cabaret ibérico.

El Plata se reinaugura practicamente a la vez que la Expo de Zaragoza. Pero al contrario que el evento internacional dedicado al agua, el café-cantante ha estado unido a la vida de la capital aragonesa desde la década de los años 20. Al frente de la dirección artística de la recuperación del local está el director de cine Bigas Luna, que se encargará de la programación de los espectáculos, que pretenden ser muy fieles al modelo original. Es decir, picantes.

Además de la programación, la arquitectura y la decoración también se mantendrán añejas. El suelo es de mármol, hay espejitos y columnas, las mesas son de formica. “Hemos estado limpiando, pero hay restos de nicotina de hace años que nada, que no se van...”, explican los responsables del proyecto. No importa. El Plata es contramoderno y, a la vez, más moderno que los modernos. Precisamente se quiere recuperar “El Plata auténtico”, como dice su arquitecto. Con sus manchas de tabaco, sus cortinas negras y sus terciopelos. 

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