Este artículo se publicó hace 16 años.
Los relatos más personales de la catástrofe
El accidente aéreo de Spanair dejó destrozadas a muchas familias, provocó situaciones estremecedores y en algunos casos supuso un milagro
Detrás de la catástrofe aérea de Barajas asoman las historias personales de las víctimas de un accidente que ha acabado de golpe con familias enteras, ha destrozado otras y ha pasado rozando a los más afortunados.
Los pasajeros del trágico vuelo de Spanair protagonizan relatos, desgarradores en la mayoría de los casos, narrados en los aeropuertos de Madrid y Gran Canaria, en los hospitales que atienden a los heridos, en la morgue que se instaló ayer en IFEMA o en el hotel en el que se alojan los familiares de las víctimas.
"Lo he perdido todo", se lamentaba Antonio Domínguez, residente en la localidad grancanaria de Agüimes. Entre los fallecidos se encuentran sus dos hijas, de 14 y 19 años -ésta última embarazada-, y un nieto, según decía anoche desolado en IFEMA.
Poco más de veinte años contaba una joven pareja que viajaba en el avión con su bebé de tres meses para bautizarlo este fin de semana en Las Palmas, tras haber pasado unos días de vacaciones en la localidad leonesa de Calzada del Coto, de la que eran originarios.
Seis familias destrozadasEntre los 153 fallecidos del accidente se encuentran los cuatro miembros de una familia de Almagro (Ciudad Real), un matrimonio y sus hijas de 15 y 19 años, que ayer viajaban en avión por primera vez para disfrutar de unas vacaciones en Canarias.
La tragedia ha llevado el luto a otra localidad de esta provincia, Viso del Marqués, de donde procedían un matrimonio y sus dos hijos, de 19 y 16 años, residentes en Madrid. El accidente acabó con otra familia compuesta por una pareja de Aranjuez (Madrid) y una niña de siete años, hija de la mujer.
Tampoco hubo supervivientes en la familia compuesta por un malagueño de 38 años residente en Las Palmas, su esposa y sus tres hijos, de doce, diez y cuatro años. Una de las fallecidas de la tragedia consiguió salvar la vida de su hija de once años, María, al entregársela a un bombero durante las operaciones de rescate. La mujer murió junto con otra hija, de catorce años. Su marido y María evolucionan favorablemente en el Hospital de La Paz, centro que ha visitado hoy el bombero que auxilió a la pequeña.
En el hospital del Niño Jesús está ingresado un niño de ocho años residente en la localidad ciudadrealeña de Torralba de Calatrava que en el siniestro perdió a su padre, de nacionalidad colombiana. Su madre se encuentra en estado grave en el Ramón y Cajal.
Milagros y fatalidadesEn este mismo hospital, una mujer de Monforte (Lugo) pregunta por su hija, con la que viajaba en el avión, y que murió en la catástrofe. "Amor, se me averió el avión". Este fue el mensaje de móvil que recibió a las 12.30 horas de ayer la mujer de una de las víctimas. La viuda de este pasajero ha relatado hoy que su marido quiso bajar del avión al ver que el aparato podría tener problemas durante el vuelo, pero que los miembros de la tripulación no se lo permitieron.
Más afortunada fue la pareja canaria que perdió el trágico vuelo por sólo tres minutos. La pareja tenía billete para regresar a Gran Canaria tras sus vacaciones, pero cuando llegaron al mostrador de facturación le dijeron que el vuelo se había cerrado tres minutos antes.
Otra pareja canaria evitó la tragedia por haberse quedado un día más en Madrid para ver el espectáculo "La Bella y la Bestia". La pareja volvía de sus vacaciones en Turquía y debía hacer escala en Madrid antes de regresar a Gran Canaria en el vuelo siniestrado. Como el teatro Coliseum de la Gran Vía madrileña no ofrece el musical de Disney los martes, día en que la pareja estaba en Madrid, ésta decidió prorrogar un día más su estancia y ver el espectáculo ayer, miércoles.
Hay quien en vez de azar o fortuna prefiere hablar de milagros. Es el caso de la mujer de uno de los supervivientes, que asegura que su marido "volvió a nacer ayer". "Ha sido un milagro, apenas tiene quemaduras", afirmaba exultante. Pero su testimonio era una excepción entre tantos relatos desolados.
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