Público
Público

Zapatero, el último en abandonar el barco

Crónica de la debacle socialista desde la sede del PSOE en Ferraz

HENRIQUE MARIÑO

El titular alternativo al de las portadas de los periódicos lo tecleó de viva voz una periodista que esperaba, inquieta, a que José Luis Rodríguez Zapatero compareciese en el salón de actos de la sede del PSOE.

'Está el tema tan mal que tiene que salir el jefe', comentó, mientras otros plumillas tomaban aire después del carrerón, cuesta abajo, desde la sala de prensa de la primera planta del cuartel general socialista, donde aguardaban la anunciada intervención del vicesecretario general del partido, José Blanco.

La demora se estiró como un chicle en la boca de un nene y muchos esperaban el primer flash desde el pasillo para entender que la rueda de prensa estaba a punto de comenzar. Alineados de espaldas al micrófono, apuntando a la puerta, un pelotón de fusilamiento formado por fotógrafos comenzó a sentir el peso de las mirillas. La sala, más amplia, multiplicó el número de periodistas: un dilatado espacio para transmitir una inmensa derrota. 'Transversal', estaba a punto de decir el líder del PSOE. Eso significa de Ferrol a Antequera.

Si buscan aquí una crónica de color, no la van a encontrar: sólo el rojo de la rosa socialista y el negro del pozo por el que se han precipitado presidentes autonómicos, alcaldes y alcaldables tras un anárquico baile de siglas. Porque si Génova se bañaba en un mar azul, Ferraz era una marea roja. ¿Pieza de ambiente? Caldeado, antes de la nonata intervención de Blanco; hirviente, en la cocina de Ferraz, que se afanaba en salpimentar un plato que difería de la receta: espárragos fritos deconstruidos; fuera, frío, como el que sufre el indignado de Siberia, no tanto en el termómetro como en el corazón de la parroquia adepta, ausente. Lo dijo otra colega: 'No esperaban tal hostia'.

Parecía que una entidad socialista había poseído las lenguas de los reporteros y hablaba por ellos, como el muñeco de un ventrílocuo. Sintetizada en estas dos frases la noche, el discurso oficial de Zapatero se valió de palabras menos impactantes, pero duras como la crisis misma.

Así, cuando el fogonazo, el presidente fue encarando la tarima con gesto adusto, escoltado por la plana mayor del PSOE —Elena Valenciano y los ministros Blanco y Pajín— y los vicepresidentes Chaves y Salgado. Sólo habló él: la trompada económica y la sangría del paro habían afectado a sus resultados, al igual que la puñalada en el 'ánimo' de los ciudadanos; los jóvenes, que no alcanzan a ver el futuro por la miopía del desempleo, tomaron nota. Pero el capitán del barco, el último en abandonar el garaje de Ferraz, como vomitado por el subsuelo a bordo de un coche tan opaco como el descalabro de los suyos, sigue en el Gobierno porque quedan 'reformas' por hacer: Ferraz, esta casa, es una ruina electoral. Fuera sólo pitaban los vehículos de los supporters del PP, que podrían haber sido los simpatizantes del Rayo Vallecano si las elecciones hubiesen caído el sábado.

Tampoco convocará elecciones anticipadas, dijo. Zapatero ha tenido suficiente con éstas, que le han birlado, como vaporosamente sisan los carteristas en la acampada indignada de la Puerta del Sol, denominaciones de origen socialistas como Barcelona o Castilla-La Mancha. Pasan a manos de CiU y el PP, que ha rebañado los restos del naufragio.

Sin nada que festejar en la hueca sede socialista, huérfana de militantes, la única celebración posible, aunque no se trataba del día para hablar del tema, era la de las primarias.

- Minuto a minuto de la noche electoral en la sede del PSOE

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias