Este artículo se publicó hace 6 años.
Parejas lingüísticas, un ‘match’ para aprender catalán

Por El Quinze
-Actualizado a
Hace aproximadamente un año, el Casal d’Avis del Raval de Badalona se puso en contacto con el Consorci per la Normalització Lingüística (CPNL) de la ciudad para que les buscase algún voluntario que acudiese al centro a darles clases de catalán. Rosa, la dinamizadora en la localidad de Voluntariats per la Llengua (VxL), un programa impulsado por la Direcció General de Política Lingüística (DGPL) de la Generalitat y gestionado por el Consorci para practicar el idioma a través de parejas lingüísticas, se encargó de encontrar a un voluntario que se acercara al centro una vez por semana para llevar a cabo sesiones de conversación.
"Pilar, vamos ahora con los meses", se escucha decir a Joan, el voluntario del Casal, en una de las salas del centro que sirve como punto de reunión improvisado. En una mesa larga de comedor, un grupo de seis mujeres, todas ellas jubiladas, repasan las hojas que les ha proporcionado su "maestro". "La mayoría vinimos a Catalunya hace muchísimos años, así que entendemos el catalán, pero no lo hablamos y queremos que esto cambie", explica Eva antes de ser interrumpida por una compañera: "¡En catalán Eva! ¡Inténtalo en catalán!", la anima su colega Pilar.
El ambiente es distendido, y el nivel, muy diverso. Rosa, por ejemplo, habla de manera más fluida que sus compañeras. Es por eso que Joan tiene que ingeniárselas para que todo el mundo se sienta incluido. Hablan de los temas más diversos, como si estuviesen jugando una partida de dominó, pero intentando cuidar la lengua a la hora de expresarse y atendiendo a las correcciones del voluntario. "Ens dóna vergonya. Por eso todavía nos cuesta hablarlo", reconoce Loli, otra participante. Sin embargo, van introduciendo el idioma poco a poco en sus espacios domésticos. "Con mi marido sí que lo hablamos un poco. Él me dice: ‘¿Qué harás de menjar? ‘Cocinaré conill’, le respondo yo", añade.
El tiempo pasa entre retahílas de meses, días de la semana y números, siempre entre risas y bromas. Incluso a veces las sesiones se alargan más de lo previsto. "Mira, yo el catalán lo hablo perfectamente, pero me lo paso muy bien y, para quedarme en casa, pues vengo aquí", concluye Pilar. Hablar con los nietos en catalán es otra de las máximas motivaciones para las participantes. El caso de las mujeres del Casal d’Avis de Badalona es particular, ya que, como apunta Rosa, además de los usuarios del centro, también hay mucha gente joven que se ha interesado por encontrar una pareja lingüística.
El CPNL también se ha encargado de buscar voluntarios sectoriales para llevar este tipo de encuentros a prisiones, hospitales o reuniones interreligiosas. Uno de estos voluntarios "especializados" es Toni, quien colabora con las Carmelitas de Badalona. Hacía tiempo que estaba interesado en experimentar qué suponía enseñar catalán a una persona de otra religión y con un abecedario totalmente distinto. Sus intentos de encontrar a una persona con estas características habían sido siempre infructuosos. Pero en una especie de serendipia conoció a Thomas, su actual pareja lingüística: un cura católico de origen indio que llegó a la ciudad del Barcelonès Nord este mismo año para dar misa en una iglesia de la zona. Desde el primer momento, el joven párroco quiso aprender el idioma que hablaban sus feligreses y el CPNL le puso rápidamente en contacto con Toni.
"Lo más curioso de Thomas es cómo a través de la cultura ha llegado a la lengua", dice el voluntario. Y es que Thomas, además de cura, es youtuber. Tiene un canal en el que cuelga los vídeos de todas las salidas culturales que realiza. Su entrega para aprender catalán es total. Hasta se ha animado a dar los sermones en este idioma. "Siempre los escribo en inglés y se los paso a Toni, para que me los traduzca. Luego me lo aprendo de memoria y lo suelto en la misa", explica riendo.
Al otro lado de Barcelona, en el Centre de Normalització Lingüística de L’Hospitalet de Llobregat, Cèlia Nomen, dinamizadora de las parejas en esta ciudad, procura que el mayor número de personas que participan en los cursos de catalán complementen su aprendizaje con el uso de las parejas lingüísticas. "Se hace difusión de ello en las aulas y son bastantes los que se animan", relata Cèlia.
Alumnos que serán mentores
Un ejemplo es Víctor, un joven que se instaló en el barrio de Santa Eulàlia después de dejar Guatemala. Para él, aprender catalán ha sido vital para integrarse en la ciudad. "Donde vayas, la gente lo habla: en el trabajo, las tiendas...", dice. Su pareja voluntaria es Josep Maria, quien se muestra encantado con la relación que ha establecido con Víctor. "Siempre intentamos hacer cosas diferentes. Es un gusto, porque nos entendemos bien. Él es muy honesto. Además, casi nunca debo corregirle cuando habla", apunta Josep Maria. Uno de los objetivos que Cèlia Nomen tiene entre ceja y ceja es que, en el futuro, aquellos que ahora son alumnos pasen a ser mentores. Josep Maria lo tiene muy claro, pese a solo haber compartido cinco sesiones con Víctor. "Bueno, veremos...", dice, en cambio, el joven. "¡Claro que sí! ¿Ves? Eso es lo que más me gusta, su humildad", responde su compañero de conversación.
Badalona y L’Hospitalet son casos de éxito del programa de parejas lingüísticas, pero el trabajo del VxL se lleva a cabo a lo largo de toda la geografía catalana. "Desde su creación, en 2003, hemos emparejado a más de 260.000 personas", recuenta Ester Franquesa, directora general de Política Lingüística y presidenta del CPNL. El programa, que empezó siendo solamente presencial, se ha ido adaptando a la realidad de los nuevos tiempos. Es por eso que, tal y como explica Franquesa, en 2017 se optó por abrir una vía virtual que cumpliese con las premisas esenciales del proyecto. Hasta la fecha, gente de hasta 26 países distintos se ha apuntado a la iniciativa. El Consorci per la Normalització Lingüística apunta que la gente joven es más sensible a optar por una pareja en línea, mientras que la gente mayor sigue prefiriendo los encuentros presenciales. En cualquier caso, aún queda mucho por hacer. "Debemos seguir trabajando en favor de que el catalán tome más relevancia en el sector económico. O entre los jóvenes", apostilla la directora general de Política Lingüística.
UNOS CLUBES DE LECTURA 'FÁCIL'
El Consorci per la Normalizació Lingüística ofrece a las parejas algunas actividades alternativas para promover su aprendizaje oral y escrito de la lengua catalana. Una de estas iniciativas son los llamados clubes de lectura fácil. El Consorci, junto con Biblioteques de Catalunya, organiza reuniones trimestrales en diferentes centros y proporciona los libros necesarios a los participantes. Una vez realizada la lectura de la obra, el director de la actividad y los lectores debaten sobre su contenido y lo comentan, eso sí, siempre en catalán. El sitio web del Consorci explica que el objetivo de estas actividades es practicar la lectura en catalán, mejorar la expresión oral y conocer a autores clásicos y contemporáneos.
UN 'TINDER' PARA LA LENGUA CATALANA
La organización Plataforma per la Llengua lanzó la pasada primavera una app para encontrar parejas lingüísticas: Apparella’t. Funciona del mismo modo que cualquier aplicación de citas amorosas convencional: una vez creado y configurado el perfil de usuario, este puede aceptar o rechazar la interacción con otros perfiles activos en esta aplicación para teléfonos móviles. Si hay match, empiezan a chatear. Es una nueva manera de hallar a alguien con quien compartir el amor... ¡por la lengua!