Dominio público

Ganamos las feas

Ana Pardo de Vera

Directora de Público

Desde que el candidato de Vox a las elecciones europeas, Jorge Buxadé 'El Hermoso', tuvo a bien hacer campaña doblando la F de feministas a F de feministas y feas, el cachondeo ha estado servido. Y no solo. Las mujeres feministas, como de unos años a este 2019 acostumbramos a hacer, nos hemos unido para hacer chanza y memes del ingenioso machista en las redes, en casa y hasta en los bares (se lo digo yo).

Pero no se queden únicamente en la chusca anécdota al más puro ‘estilo Vox’, que intentando acomplejar y marginar a las feministas demuestra no solo una torpeza infinita (propia del nivel cultural de este partido), sino un desconocimiento absoluto de la realidad española de los últimos años. Si ha habido un factor determinante en la política de este país ha sido el movimiento feminista y sus integrantes, mujeres y cada vez más hombres convencidos de que solo logrando la igualdad de género, se consiguen democracias plenas. La igualdad entre hombres y mujeres es el punto de partida del progreso y sin ella, no existe garantía de nada más. Salvo de Buxadé y su esperpéntico Vox. Salvo de la involución.

Son muchos los matices de esta nueva victoria del feminismo en el último proceso electoral que ha tenido a España en campaña desde 2015, efectivamente, y no todos positivos, pero conviene que los partidos tomen nota del cómputo y la conclusión finales: Vox y el PP, los antifeministas por excelencia, y Ciudadanos, el partido del "feminismo liberal" (¿?) que les permite gobernar en Andalucía y apoyará en ayuntamientos (Madrid) y comunidades (Murcia y también la madrileña), han perdido clamorosamente las elecciones generales, las autonómicas, las municipales y las europeas. Es verdad que no todos los/as votantes progresistas y de izquierdas son feministas, pero todos ellos/as aceptan el feminismo como elemento transversal indisoluble de los programas electorales de los partidos a los que han elegido. Incluso, lo defienden, aunque después, los comportamientos dejen mucho que desear en todas partes. Educación, cultura, privilegios históricos... Las causas son muchas y bien enquistadas, pero ninguna justificable a estas alturas: la democracia o es feminista o no es democracia, y por ello, debemos empezar a normalizar la duda que generan las estructuras presuntamente democráticas de los partidos que reniegan del feminismo. Que te elijan en unas elecciones es consecuencia de un proceso democrático, pero no garantiza en absoluto que tú lo seas.

Nada es, sin embargo, tan ‘sencillo’ como ganar las elecciones. De hecho, para las mujeres todo es mucho más complicado cuanto más poder van sumando; cuanta más influencia ejercen. Vox es el ejemplo más claro de las brutales resistencias que arrastramos las feministas conforme vamos tomando posiciones, aunque hay más y, lo que es peor, son muchísimo más sutiles que los lindos patanes: tienen que ver con el negocio salvaje con nuestros cuerpos, con la explotación y discriminación de nuestra naturaleza reproductiva en el ámbito laboral (os queremos madres porque necesitamos a vuestros hijos) o con los cuidados en general, no remunerados en casi ningún caso o precariamente en la mayoría de los pagados.

Queda lucha, y dos de ellas están muy localizadas. En el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad ídem, la primera: la ultraderecha estará o marcará el paso de los gobiernos liderados por el PP y conformados por el partido de Casado (que sigue gracias a ellos) y Ciudadanos, olvidada ya la cara de póquer de Rivera en la foto de Colón junto a Abascal. En el Parlamento Europeo, la segunda: el asentamiento de la ultraderecha con un golpe de fuerza capaz de derribar a Macron en Francia o volver a protagonizar la política en la Alemania es una pésima noticia. Vox ha entrado con tres diputados en la política europea -uno de ellos, el de Jorge ‘El Hermoso’, por cierto- y aunque las derechas extremas de Francia, Alemania o España son diferentes y parten de distintas bases y supuestos, todas constituyen una amenaza muy seria para las mujeres y la igualdad de todos los europeos/as.

Hoy, 27-M, seguimos teniendo trabajo.

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