Otras miradas

'La Casa del Dragón': con el patriarcado hemos topado

Anita Botwin

Escena de la serie 'La Casa del Dragón'. -HBO Max
Escena de la serie 'La Casa del Dragón'. -HBO Max

(Alerta, spoilers)

Han pasado tres años desde que se proyectó el capítulo final de Juego de Tronos. Recientemente se ha estrenado La Casa del Dragón, que tiene lugar 200 años antes de los eventos de Juego de Tronos y narra la guerra de sucesión Targaryen conocida como la Danza de los Dragones. La precuela se centra en las tensiones producidas entre dos mujeres, Rhaenyra Targaryen  y Alicent Hightower, para conquistar el trono de los Siete Reinos. Aunque aún es pronto para saber qué mirada va a haber detrás de esta nueva serie, ya hay pinceladas de por dónde van a ir los tiros y parece que carecerá de perspectiva feminista. Con el patriarcado hemos topado, otra vez.

La guionista y productora ejecutiva de La Casa del Dragón, Sara Hess, explicaba en una entrevista a Vanity Fair que la violencia sexual iba a ser tratada desde otra óptica con respecto a Juego de Tronos. De momento, estábamos acostumbradas a la tendencia a recrearse en exceso en la violencia ejercida contra sus protagonistas femeninas: desde la tortura, la humillación pública hasta las violaciones más brutales.

Sin embargo, ya ha habido críticas que sugieren que este tono algo menos obsceno es menos convincente y ello perjudica a la serie original al dar por hecho que la brutalidad sexual y la blancura normativa eran su atractivo principal. Al contrario, yo diría que el éxito de Juego de Tronos tuvo más que ver con la compleja dinámica de su intriga política y familiar, su acting y su construcción del mundo inmensamente detallada, todo lo cual La Casa del Dragón ya nos ha mostrado desde el primer capítulo.

Decía Miguel Sapochnik, productor ejecutivo de la ficción, en Hollywood Reporter que "la violencia contra las mujeres todavía forma parte de ese mundo. No vamos a evitar las escenas de violencia. En todo caso, vamos a destacar ese aspecto. No se puede ignorar la violencia que ejercieron los hombres sobre las mujeres en aquella época. No hay ni que restarle importancia ni que glorificarla". Precisamente la ciencia ficción debería ser un espacio idóneo para superar los roles clásicos de género y crear personajes femeninos complejos, subvertir los estereotipos y transformar así la realidad que conocemos.

En el capítulo primero ya hemos presenciado una larga secuencia sangrienta y sádica de violencia obstétrica. En concreto, la escena del parto del futuro heredero de los Siete Reinos, que además morirá junto a su madre, la reina Aemma Targaryen. La violencia es explícita, las sirvientas agarran los brazos y las piernas de la reina y la inmovilizan, mientras otra de ellas le raja el vientre sin explicarle en ningún momento lo que está pasando. Queda claro que lo importante ahí es que nazca el futuro retoño para perpetuar la corona y mantener el linaje, a pesar de que culmine con la muerte de ambos. Cabe preguntarse si eran necesarias las escenas violentas tan explícitas o si se podría haber rodado y narrado de otra manera, más cuidadosa, desde una perspectiva más femenina. Parece que detrás de estas imágenes existe una intención de enganchar al televidente a través de un mundo audiovisual cada vez más impactante y violento, ya que la escena no ocurrió así en el universo literario de Juego de Tronos.

La idea de los creadores pasa por representar la muerte en el paritorio como un campo de batalla más. Y así, antes de morir, la reina le explica a su hija cuál es su lugar en el mundo, "el parto es nuestro campo de batalla". La princesa Rhaenyra deja claro a su madre que ella preferiría ser guerrera y volar sobre su dragón antes que ser relegada al segundo plano para el que estaría destinada. En esas dos realidades, el paritorio o en el campo de batalla tradicional es donde Rhaenyra parece que tendrá que moverse hasta salir victoriosa con sus propias convicciones lejos del orden establecido.

Sobre si la serie es patriarcal o no, George R.R. Martin, el autor de los libros, que participó en la creación de ambas series de HBO, ya respondió que "los libros reflejan una sociedad patriarcal basada en la Edad Media. La Edad Media no fue una época de igualitarismo sexual". Por supuesto, pero tampoco había zombis de hielo, gigantes o dragones en la época. Dado que la tierra de Juego de Tronos es una fantasía completamente imaginada, podría haber sido cualquier cosa que sus creadores imaginaron que fuera, lo que pasa es que sus creadores, hombres blancos, lo imaginaron como un lugar donde la gente racializada es en su mayoría servil, silenciosa o ausente y las mujeres sumisas, coaccionadas, torturadas o violadas.

Aunque la trama gire en torno a dos personajes femeninos, la representación en esta ficción sigue siendo mayoritariamente masculina y los roles de género se repiten. Ellas, mujeres de, ellos los que deciden quién se casa con quién y a qué batalla se va. De momento ni siquiera hemos visto a una Arya Stark blandiendo su espada de madera primero, y de acero valyrio después. En el primer capítulo hubo un atisbo de sororidad plasmado en la amistad entre Rhaenyra y la hija de la mano del rey. Esa relación pronto parece cambiar y se ve truncada la amistad entre ambas por el deseo de ellos, sus padres. Una vez más, con el patriarcado hemos topado y esa sororidad que parecía existir se queda en algo puramente anecdótico hasta el momento. Veremos.

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