Otras miradas

La ética de la deliberación y los viejos y nuevos partidos políticos

Ramón Soriano

Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

La ética de la deliberación y los viejos y nuevos partidos políticos
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, preside el "Encuentro de Ministras Iberoamericanas de Trabajo. Hacia una Internacional laborista iberoamericana". -ZIPI / EFE

La ética de la deliberación es una sólida especialidad del área de la filosofía del derecho, moral y política. No ríos, sino océanos de tinta se han dedicado a ella. No me atrevo a indicar una lista de nombres de autores significativos, porque me dejaría fuera a algunos. Comenzando con el problema de la diversidad terminológica de la materia: ética deliberativa, comunicativa, discursiva, dialógica. Para muchos expertos la ética deliberativa es tan relevante que emplean la denominación "democracia deliberativa", como signo del mejor modelo de democracia. La ética deliberativa -expresado muy brevemente- es un método para la discusión, debate y toma de decisiones siguiendo unos principios y reglas de plena evidencia racional, donde los sujetos intercambian argumentos, intentando alcanzar el consenso y persiguiendo la consecución del interés general.

Una cuestión previa, la ética deliberativa se ubica en diversos escenarios: en las esferas de la sociedad civil, de las instituciones privadas y públicas, de los partidos políticos y, en general, en cualquier grupo humano que se reúna para alcanzar ciertos objetivos. En pocas palabras: en los ámbitos público y privado. Aquí trataré especialmente sobre la ética deliberativa pública, es decir, referente a instituciones públicas o relacionadas con lo público. No hablo de la ética en el terreno privado, aunque no me parece mal su traslado a este ámbito, ya que se trata de reglas racionales, es decir, reglas socorridas por la evidencia, y en las que se puede compartir un amplio consenso.

Hay diferencia de posiciones entre los autores a la hora de indicar los principios y reglas de la ética deliberativa. Señalo el contraste entre clásicos destacados del tema. La idea central de Habermas consiste en que una ética deliberativa -del discurso en sus palabras-  debe basarse en la correlación de los sujetos en un plano de igualdad simétrica, libertad (ausencia de coacciones) y pluralismo, intercambiando argumentos y observando una serie de reglas racionales previas, que el mismo Habermas enuncia y desglosa con profusión, explicación y justificación, con la finalidad de obtener el consenso de los participantes sobre una propuesta; es el consenso el que otorga validez a la propuesta. Barber defiende la espontaneidad de la deliberación y el discurso sin sujeción a premisas ya dadas; no deben estar los sujetos supeditados a criterios previos, sino que éstos son determinados y convenidos por los participantes en el debate antes del inicio del mismo y con la participación de todos ellos.  Cohen pretende que la deliberación alcance una dimensión institucional, de manera que unidades sociales elegidas debatan y lleguen a decisiones vinculantes para las instituciones y poderes público; piensa que es entonces cuando realmente se cumple uno de los principios republicanos, el del autogobierno.

Ahora bien, a pesar de las diferencias, hay una confluencia en un núcleo básico de principios y reglas de la ética deliberativa, formulados con carácter general, que tienen que ser delimitados y concretados en función del perfil de cada comunidad. Los indico brevemente:


-La relevancia de los principios del pluralismo desde el punto de vista de los sujetos y sus ideas, de la igualdad y simetría en la posición de éstos en el proceso de la deliberación y toma de decisiones y de la libertad en todo el proceso sin influencias coactivas internas o externas.

-Los sujetos poseen los mismos derechos y gozan de sufragio activo y pasivo.

-En el discurso o debate todos/as deben participar con la misma capacidad de proponer. Las propuestas tienen que ser fundadas con criterios racionales.


-Todas las propuestas pueden ser replicadas con criterios racionales.

-En las pequeñas comunidades se aplicará la democracia directa sin representantes interpuestos. Todos los miembros decidirán todas las políticas.

-En las grandes comunidades los miembros eligen a sus representantes, quienes deben seguir sus instrucciones.

-Los órganos de gobierno de la comunidad serán elegidos por la asamblea (todos los miembros de la comunidad) y rendirán cuenta periódicamente de sus actividades, especialmente en informes, que serán sometido a la discusión y a la votación de los miembros de la comunidad.

-Todas las decisiones se aprobarán por unanimidad o en su defecto por mayoría.

-Las decisiones relevantes se aprueban por la asamblea de la comunidad; las menos importantes por el grupo de representantes. Ambos campos de objetos de discusión y decisión serán delimitados por la asamblea de la comunidad.

-Los conflictos serán dirimidos por una Comisión elegida por mayoría cualificada por la asamblea y compuesta por personas independientes sin cargos públicos o internos.

-El régimen disciplinario aprobado por la asamblea de la comunidad deberá contener una tipología concreta de comportamientos indebidos y de sanciones correspondientes; los miembros afectados tendrán derecho de audiencia y a aportar pruebas; la resolución de la Comisión de Conflictos deberá ser motivada.

-Todo el proceso deliberativo y de toma de decisiones será transparente y conocido por todos los miembros de la comunidad.

-El proceso será conocido por la sociedad en general, especialmente cuando las decisiones de las comunidades tienen repercusiones sociales relevantes.

-La ciudadanía en consecuencia tiene el derecho a ser informada del proceso por los órganos de gobierno o los portavoces al final de las decisiones relevantes en acto público y éstos deben contestar puntualmente y sin evasivas a las preguntas que se les formule.

-El objetivo de la comunidad es alcanzar el interés general (también denominado interés social o bien común), que es un concepto singular y diferenciado de la suma de los intereses de los componentes de la comunidad.

-Sólo la observancia de los principios y reglas descritos otorgan a un colectivo social la entidad de una comunidad democrática y de derecho y no la condición de un colectivo social anómico.

Ética deliberativa, partidos políticos y coaliciones

En el marco de la ética deliberativa pública se incluyen los partidos y coaliciones políticas, porque, aunque propiamente son asociaciones civiles y no poder público, tienen una gran transcendencia pública, ya que "expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad política y son instrumento fundamental de la participación política", como expresa el art. 6 de la Constitución.

La ética deliberativa es un método para adoptar decisiones, que debe ser aplicado en todas las instituciones públicas en general, pero tiene mayor sentido y fuerza en el caso de los partidos y coaliciones políticas, de manera que podemos hablar de una ética deliberativa partidista reforzada. ¿Por qué razón? Porque los partidos políticos tienen una referencia expresa en la Constitución, que les exige en el art. 6 una "estructura interna y funcionamiento democráticos". Y precisamente en esto consiste la ética deliberativa: estructura y funcionamiento democráticos de las comunidades en el marco de la pluralidad, la igualdad y la libertad de sus miembros.

Es una opinión generalizada en el público y en la doctrina que los partidos políticos están ausentes de la ética deliberativa, porque no son democráticos. Coincide la ciudadanía con los expertos. Lo que es bien llamativo, porque nuestra Constitución es la única europea que exige composición y funcionamiento democráticos. Para nada sirve el llamamiento del Constituyente. Nuestros partidos no solamente no son democráticos, sino además menos democráticos que algunos partidos europeos.

En los partidos políticos siempre las decisiones relevantes han sido asumidas por la élite del partido sin la concurrencia y efectividad de las bases sociales (las asambleas de los militantes), designando a los candidatos electorales e interviniendo directamente en los órganos de representación política, como el Congreso de los Diputados y el Senado, por medio de sus designados portavoces del grupo parlamentario, a quienes a su vez deben obediencia los miembros del grupo. Un procedimiento directamente contrario a los requerimientos de la ética deliberativa.  Algunos constitucionalistas han llegado a afirmar que el Congreso y el Senado podrían reducirse simplemente a la junta de portavoces de los grupos parlamentarios, "que todo se lo guisan y se lo comen".

Ética deliberativa y nuevos partidos políticos y coaliciones

Los viejos partidos no son democráticos, pero ¿y los nuevos partidos, que precisamente han surgido como regeneradores de la democracia? ¿Y Ciudadanos, Podemos y Sumar? Los denominados partidos emergentes, con un claro sello inicial de regeneración de la política y la democracia españolas. El libro Democracia vergonzante y ciudadanos de perfil, publicado en 2002, escrito por el profesor Luis de la Rasilla y por mí, se adelantó en más de un decenio a las propuestas regeneracionistas de las tres formaciones políticas citadas. Convirtieron en eslóganes textos del libro. Pero, ¿los cumplieron?

Podemos surgió con gran violencia contra la política de la casta - ¿recuerdan? -. La casta era la clase política española. Ya antes Ciudadanos escaló los peldaños desde la Autonomía catalana al territorio del Estado con un programa de regeneracionismo democrático. Y ahora Sumar viene con el mismo lema y empeño de cambio político innovador. Yolanda Díaz en el acto de presentación de Sumar en Magariños, el 2 de abril de 2023, proclamaba: "hoy representamos otra forma de hacer política, donde cabemos todas". Podemos encontró la crítica de quienes aducían que dejaron de hablar de casta, porque ellos mismos, los políticos de Podemos, se habían convertido en casta. Y Sumar ha encontrado la crítica contra la persona que declara su intención de renovar la vieja política y al mismo tiempo ya lanza, sin el registro de una coalición, que "se presenta como candidata a la presidencia del Gobierno de España". La ministra Robles llegó a decir en público que los proyectos personalistas, refiriéndose a Sumar, estaban llamados al fracaso. Incomprensibles palabras, puesto que el éxito de Sumar es probablemente condición para un Gobierno del PSOE tras las elecciones del 23J. En política -creo yo y la historia y los clásicos de la política me amparan- cada cosa a su tiempo.

Indicaba Max Weber tres tipos de legitimidad social: el carisma, la tradición y la elección. Rechazaba los dos primeros, tan practicados en la política de todos los tiempos -también ahora- y defendía el tercero, propio según él de las sociedades modernas (las de su tiempo: principios del siglo XX) ¿Qué método de legitimidad social han empleado Ciudadanos, Podemos y Sumar?

Estamos hablando de la ética deliberativa aplicada a partidos y coaliciones emergentes y no de los peligros de su inobservancia. No es cuestión baladí, porque la experiencia de miles de casos muestra la posibilidad de que los nuevos partidos y coaliciones incumplan las reglas ético-públicas por la concurrencia de un hecho frecuente: el autoritarismo del líder/lideresa. Me refiero al autoritarismo por obra y gracia de quienes lo aceptan, frecuentemente ubicados en la élite de los grupos internos, y le conceden amplios poderes. Acontece sobre todo en las fundaciones de partidos políticos y coaliciones, cuando el líder/lideresa es designado por la élite de los grupos internos, sin concurrencia de una elección de los miembros de estos grupos ni una elección desde las bases sociales. También se da en situaciones graves y de emergencia, ya funcionando los partidos y coaliciones durante largo tiempo, cuando interesa conceder amplios poderes a un líder carismático. La figura del líder autoritario, pues, al comienzo y durante la vida de la organización política. Tampoco faltan en la historia casos de liderazgo autoritario final y de fin de periodo de un sistema político. Viene a la mente el recuerdo del nombramiento de dictador otorgado en situaciones especiales por la república romana con plenos poderes y plazo de caducidad, excepto en el caso de Julio César, nombrado dictador perpetuo un año antes de su asesinato, tras el cual vino la etapa del Imperio romano.

Este peligro, la tendencia al autoritarismo, funciona igual en las democracias que en las dictaduras. El líder designado -que no electo-, si no es controlado por las reglas antes citadas de la ética deliberativa, fácilmente se convierte en líder autoritario. Parecería lógico esta evolución en una dictadura política, pero es un hecho que se activa en cualquier sistema político. Sucede igual en los  partidos políticos y coaliciones de un sistema político democrático. El designado, si no hay control y supervisión desde las bases sociales, fácilmente se envuelve en una situación de anomia jurídica, que le favorece e impulsa su prepotencia.

La respuesta a las preguntas antes señaladas permitirá conocer si los nuevos partidos y coaliciones hacen caso al mandato de la Constitución, que se refiere a ellos expresamente, si se toman en serio la democracia, que dicen que vienen a regenerar. Porque la democracia comienza por ellos mismos o es una cínica tomadura de pelo.

¿Han cumplido Ciudadanos y Podemos con los principios y las reglas de la ética deliberativa? ¿Las está cumpliendo ahora Sumar? ¿Hay diferencias entre ellos? ¿Cuáles son las diferencias, si las hay?

Suya es la respuesta, lector/a.

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